Más ayuda sin un alto el fuego en Gaza no es la solución

La única forma de salvar vidas en Gaza es poner fin a esta violencia extrema y al castigo colectivo de la población palestina.

MSF continúa brindando atención a la población palestina en la Franja de Gaza
La única forma de salvar vidas en Gaza es poner fin a esta violencia extrema y al castigo colectivo de la población palestina. © MSF

Por Jacob Burns, coordinador de nuestros proyectos en Gaza.

La negativa de Estados Unidos a respaldar una serie de resoluciones de Naciones Unidas que pedían un alto al fuego en Gaza ha llevado a la adopción de un documento diluido que no tiene sentido para quienes estamos sobre el terreno intentando hacer llegar ayuda a las personas palestinas que la necesitan desesperadamente.

La resolución aprobada el pasado 22 de diciembre solo pretende aumentar el flujo de ayuda a la Franja de Gaza; no exige un alto al fuego. Los obstáculos para hacer llegar la ayuda a través de la complicada serie de puestos de control israelíes y egipcios son reales, pero la principal barrera para nuestro personal médico que intenta proporcionar más y mejor asistencia sanitaria aquí es la continua violencia extrema que define esta guerra.

Mientras escribo esto en la oscuridad previa al amanecer en Al Mawasi —la franja costera que Israel ha designado como zona humanitaria— escucho cada minuto las bombas que golpean Khan Yunis, a tres kilómetros de distancia, en el sur de Gaza. La casa donde me alojo tiembla intermitentemente con una fuerza agobiante.

MSF en el Hospital Indonesio de Rafah
Shorouk Al-Rantisi (abajo), paciente de fisioterapia en el hospital, dijo que había tenido que huir varias veces desde el comienzo de la guerra. Se rompió una pierna mientras estaba atrapada bajo los escombros tras un ataque contra el campo de refugiados de Jabalia, al norte de Gaza, donde se había refugiado con su familia. © MSF

 

Hace unos días, un grupo de compañeros de Médicos Sin Fronteras (MSF) estuvo en el Hospital Nasser, donde proporcionamos atención de emergencia y tratamiento quirúrgico, también a pacientes con lesiones traumáticas y quemaduras graves.

Los israelíes nos habían asegurado que el hospital no sería atacado. Sin embargo, mientras mis colegas estaban allí, de repente cayeron del cielo volantes que ordenaban la evacuación inmediata de los edificios cercanos al hospital, incluyendo la carretera que utilizamos para entrar y salir del centro. La unidad del Ejército israelí que se supone que coordina la ayuda humanitaria ni siquiera tuvo conocimiento de la orden de evacuación dada por las tropas de combate hasta horas después.

Es imposible brindar con seguridad la ayuda médica que la gente necesita de forma desesperada en condiciones como éstas. Los hospitales y el personal sanitario nunca deberían ser un objetivo.

Como la población se ha visto obligada a huir de un lugar tras otro en busca de seguridad en Gaza, muchos se han quedado sin refugio y viven en condiciones terribles.

En Rafah, la ciudad más meridional de la Franja, viven ahora al menos 1,2 millones de personas, frente a las 300,000 que había antes de la guerra. Las calles están repletas de tiendas improvisadas construidas a base de lonas de plástico, y las escuelas están abarrotadas de gente que busca un lugar seguro donde dormir.

Debido a la escasez o ausencia de gas, la tierra está siendo despojada de su vegetación para alimentar hogueras con las que calentarse frente al frío invernal. El agua limpia y los sanitarios escasean, las enfermedades se propagan rápidamente debido a las condiciones de hacinamiento y a la falta de servicios sanitarios, y los precios de los alimentos se han multiplicado por seis o por siete.

MSF continúa brindando atención a la población palestina en la Franja de Gaza
“Los pacientes sufren quemaduras y lesiones relacionadas con la violencia de la guerra”, explica Ahmed Abu Warda, médico de urgencias de MSF. © MSF

 

A pesar de estas malas condiciones de vida en el sur, un flujo constante de coches —repletos de personas y pertenencias y colchones atados a los techos— han ido descendiendo por la carretera de la costa tras la orden del Ejército israelí de evacuar partes del centro de Gaza.

Se trata de nuevas personas desplazadas (otras 100,000 ya, según la ONU durante nuestra reunión matutina de coordinación humanitaria) que tendrán que intentar encontrar un lugar donde vivir en un espacio donde los recursos son tan escasos que los camiones de ayuda son saqueados todos los días. 

Pero la razón por la que la gente sigue dirigiéndose al sur está clara: mis colegas de MSF en el Hospital Al Aqsa de la llamada Middle Area recibieron 131 muertos y 209 heridos tras el bombardeo israelí de los campos de refugiados de Al Maghazi y Al Bureij la noche del 24 de diciembre. Las imágenes de cadáveres apilados en bolsas blancas en el patio del hospital se repetían sin cesar en los medios de comunicación. Y entonces comenzaron de nuevo los bombardeos de Khan Yunis

Queremos hacer más para brindar ayuda a la población de Gaza, pero los continuos bombardeos y combates nos arrinconan, cada vez, en una zona más pequeña de la Franja. Las condiciones aquí son terribles y, aun así, no son ni mucho menos tan aterradoras como las que se viven en otras zonas del norte de Gaza que llevan meses sin recibir prácticamente ninguna ayuda.

La única forma de salvar realmente vidas aquí es que esta violencia extrema y el castigo colectivo al pueblo palestino terminen, y lo hagan ya.

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