Migración y salud en México: luchar por la inclusión y la dignidad

Las limitaciones del sistema público y el desconocimiento de las instituciones y de las personas migrantes son obstáculos para que esta población acceda a servicios de salud. Médicos Sin Fronteras (MSF) buscamos cerrar estas brechas y garantizar que reciban atención oportuna y de calidad.

Las limitaciones del sistema público y el desconocimiento de las instituciones y de las personas migrantes son obstáculos para que esta población acceda a servicios de salud. Médicos Sin Fronteras (MSF) buscamos cerrar estas brechas y garantizar que reciban atención oportuna y de calidad. 

El día que conocimos a Altidore estaba en malas condiciones de salud. Tenía temblores, dificultades para hablar y casi no se podía sostener en pie”, recuerda Frandley, traductor y promotor de la salud de Médicos Sin Fronteras, sobre la situación de este hombre haitiano de 43 años que llegó hace tres meses a Ciudad de México a solicitar refugio para él y su familia. 

“Cuando me le acerqué para ofrecerle ayuda, me contó que había dejado de tratar su diabetes. En ese momento comenzamos las gestiones para que lo atendieran en un hospital público cercano al lugar donde vive con su esposa y sus dos hijas de 11 y 8 años. Hoy Altidore está recibiendo medicamentos, seguimiento médico cada 15 días y también recomendaciones para llevar su dieta”, complementa Frandley. 

El de Altidore es uno de los 514 casos que desde noviembre de 2021 ha asistido el equipo de MSF en su trabajo en las afueras de la sede de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR) en Ciudad de México. En un momento en el que las solicitudes de refugio en el país alcanzan cifras históricas, las actividades médico-humanitarias de Médicos Sin Fronteras son importantes para aliviar el sufrimiento y mejorar las condiciones de esta población. 

Diariamente ofrecemos consultas de salud mental, entregamos kits con artículos básicos de higiene personal, brindamos información necesaria y acompañamiento social; pero sin duda, la parte fundamental de nuestras actividades consiste en hacerles saber a las personas que asistimos que, sin importar su situación migratoria, tienen derecho a la salud desde una perspectiva de derechos humanos, dignidad y que también sea gratuita y de calidad”, explica Elena Vargas, coordinadora del proyecto de MSF en Ciudad de México. 

Según Vargas, pese a que es un derecho contemplado en las leyes de salud y de migración, las limitaciones propias del sistema público mexicano, sumadas al desconocimiento por parte de la población y de las instituciones, hacen que este no se cumpla y que muchas personas no accedan a servicios que requieren. “Con nuestro trabajo buscamos cerrar esas brechas y gracias a eso hemos logrado mejorar la atención a esta población en temas como vacunación, tratamiento de enfermedades crónicas y atenciones prenatales y posnatales”, afirma Vargas. 

Los contrastes regionales 

El sistema de salud mexicano no escapa a las enormes desigualdades regionales que caracterizan al país. En Ciudad de México existen mayores recursos para atender la demanda generada por la llegada masiva de personas en movimiento. No así en Reynosa y Matamoros, dos ciudades fronterizas con Estados Unidos que también albergan a miles de personas migrantes y solicitantes de asilo. 

Acá el sistema tiene grandes limitaciones para brindar atención incluso a la población local, así que ha sido más complicado lograr que asuman la responsabilidad frente a la demanda que han generado los enormes flujos migratorios de los meses recientes”, explica Cristina Romero, coordinadora de actividades médicas de MSF en Reynosa y Matamoros. 

 

De hecho, en septiembre de 2021 MSF reorientamos nuestras actividades en la zona para brindar consultas médicas, de salud mental, actividades de promoción de la salud y asistencia mediante las trabajadoras sociales a las personas atrapadas en la Plaza de la República de Reynosa y en otros albergues de la ciudad y de la vecina Matamoros. Por tratarse de una atención de emergencia de primera línea, en muchos casos, los equipos de MSF deben referir algunos casos de mayor complejidad para que sean atendidos en el sistema público.  

Por ejemplo, remitimos mujeres con embarazos de alto riesgo, personas con crisis por enfermedades crónicas no atendidas y algunas con necesidades de atención especializada. En muchos casos los pacientes reciben la atención sin costo, pero los medicamentos o los exámenes no les son proporcionados. Ahí es cuando notamos que hay buena disposición de ofrecer los servicios, pero no hay suficientes capacidades para lograrlo”, dice Romero. 

Pese a estos contrastes, Romero y Vargas coinciden en la importancia de la articulación con las instituciones y los actores relacionados con el sector de la salud y la protección social para mejorar el acceso de las personas en movimiento a este derecho fundamental. “Como organización sabemos que nuestras capacidades son limitadas, mientras que las necesidades son innumerables. Tenemos que seguir fortaleciendo la comunicación con todas las partes que puedan aportar en beneficio de estas poblaciones para que accedan a servicios oportunos, de calidad y en condiciones de dignidad”, concluye Romero. 
 
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Médicos Sin Fronteras (MSF) es una organización médico-humanitaria que asiste a las poblaciones más vulnerables del mundo. En distintos puntos de la ruta migratoria entre Centroamérica y Estados Unidos, nuestros equipos apoyan de manera gratuita y confidencial a las personas en movimiento con servicios médicos, psicológicos, promoción de la salud y orientación e información. Somos una organización imparcial, neutral e independiente que actúa bajo el principio de la ética médica y cuyo único interés es aliviar el sufrimiento. 

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