MSF reanuda la distribución de alimentos en el sur de Madagascar

Los equipos de Médicos Sin Fronteras reanudan la distribución de alimentos en el sur de Madagascar, que sufre una grave emergencia alimentaria y nutricional. Ahora que llega la temporada de escasez, las familias de esta región desértica sobreviven gracias a la asistencia alimentaria y a la distribución de agua.

Los equipos de Médicos Sin Fronteras (MSF) reanudan la distribución de alimentos en el sur de Madagascar, que sufre una grave emergencia alimentaria y nutricional. Ahora que llega la temporada de escasez, las familias de esta región desértica sobreviven gracias a la asistencia alimentaria y a la distribución de agua.
 
“Nos encontramos en la temporada de escasez. Los cultivos se han acabado y no habrá nada que cosechar hasta la próxima primavera”, explica Anaïs Prudent, coordinadora de emergencias de MSF en el país. “Sin asistencia alimentaria, las familias no tendrán nada que comer”.
 
Las distribución de alimentos, que se reanudó a mediados de noviembre, se realiza cerca de seis clínicas móviles instaladas en varios lugares de los distritos de Amboasary y Ambovombe en el sur de Madagascar. Las raciones de alimentos ayudan a satisfacer algunas de las necesidades nutricionales de las familias cuyos hijos e hijas reciben tratamiento en las clínicas.
 
Los equipos de MSF comenzaron a responder a la crisis en marzo. En julio, cuando se cosecharon pequeñas cantidades de papas, hubo una mejora relativa. Sin embargo, el inicio de la temporada de escasez y la falta total de reservas de alimentos agravan de nuevo la situación.
 
Actualmente, las familias sobreviven a base de raíces y hojas de cactus que con frecuencia les hacen enfermar. Algunos mercados de la región, como el de Ambovombe, están bien abastecidos, pero los precios de los alimentos han aumentado considerablemente, lo que significa que la mayoría de las personas no pueden pagarlos. "Si queremos evitar tener que tratar a miles de niños y niñas con desnutrición durante los próximos meses, debemos continuar con la distribución de alimentos. Son vitales", continúa la coordinadora de emergencias. A finales de noviembre, cerca de 9,500 niños y niñas menores de 10 años recibieron tratamiento en las clínicas móviles de MSF.
 
La población del sur del país, que es mayoritariamente desértica, se encuentra dispersa en pequeños grupos de unas pocas docenas de personas. Cuando se encuentran en áreas afectadas por la sequía, cuanto más lejos están de las ciudades, se vuelven más vulnerables y propensas a sufrir desnutrición.
 
 
 
 
“Hemos tratado a niños y niñas que no han bebido nada durante más de 24 horas y no tienen la energía para alimentarse … recuerdo a un bebé que tenía 8 meses y pesaba solo 3,6 kilos”, dice Prudent. "Algunos de los niños y niñas que padecen desnutrición crónica y retraso en el crecimiento desarrollan desnutrición aguda severa tan pronto como aparece la primera escasez".
 
La lucha contra la desnutrición es una carrera contrarreloj y el suministro de agua es fundamental. Dos equipos de MSF recorren la región para comprobar que las bombas manuales funcionen correctamente, verifican la calidad del agua y realizan reparaciones. "De esta manera sabemos que las comunidades tendrán acceso al agua durante dos o tres años como mínimo", comenta la coordinadora de MSF. En la zona, 40 bombas manuales ya funcionan nuevamente, se están perforando 10 pozos profundos para garantizar un suministro adecuado de agua y se han distribuido 400 metros cúbicos de agua traída en camión hacia las comunidades locales.
 
"Anticipamos que no habrá mejoras en las próximas semanas. La asistencia que brindamos a la población aquí es vital para ayudarles a salir adelante hasta las próximas cosechas", concluye Prudent. 
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