Myanmar: las restricciones tienen un impacto muy negativo sobre la atención sanitaria

“A veces, sólo deseamos morirnos. No podemos desplazarnos, no podemos irnos, no podemos pescar. Queremos, aunque sea, solo pescar.” Hombre del municipio de Myebon, estado de Rakhine, Myanmar.

“A veces, sólo deseamos morirnos. No podemos desplazarnos, no podemos irnos, no podemos pescar. Queremos, aunque sea, solo pescar.” Hombre del municipio de Myebon, estado de Rakhine, Myanmar.

Hace casi un año de los mortíferos enfrentamientos interétnicos en el estado de Rakhine, y las condiciones en los campos de desplazados, junto con las restricciones de movimientos y la constante segregación de las comunidades Rohingya musulmanas, están teniendo un impacto muy negativo sobre la atención sanitaria, afirma Médicos Sin Fronteras (MSF).

Se estima que 140,000 personas siguen viviendo en campos improvisados. Según estimaciones oficiales, la gran mayoría de los desplazados pertenecen a la comunidad Rohingya, una minoría musulmana. Los Rohingya son un grupo minoritario, un pueblo sin estado, y no son reconocidos como ciudadanos por el Gobierno de Myanmar.

Al igual que las víctimas de la violencia directa, decenas de miles de personas más viven en sus hogares prácticamente incomunicadas, sin acceso a instalaciones de salud, a alimentos, a mercados, a sus campos de cultivo y en algunos casos incluso ni siquiera a agua limpia.

“MSF acaba de regresar de las zonas donde aldeas enteras están incomunicadas sin acceso a servicios básicos” cuenta Ronald Kremer, Coordinador de Emergencia de MSF en el estado de Rakhine. “Lo que hemos visto demuestra que las políticas actuales, como las restricciones de movimientos, están teniendo un impacto perjudicial sobre la salud de la población. Esto incluye a pacientes con TB sin acceso al tratamiento que necesitan para poder vivir, y a mujeres embarazadas que mueren simplemente porque no tienen un lugar seguro a donde ir para dar a luz.”

Tras los primeros enfrentamientos, en junio de 2012 se impusieron restricciones de movimientos para los musulmanes en la ciudad de Sittwe y sus alrededores. Estas restricciones se intensificaron tras la violencia de octubre que provocó miles de desplazados.

“Sólo podemos ir a nuestras granjas muy de vez en cuando, y solamente dos o tres de nostros a la vez, escoltados por militares. No podemos ir al hospital, ni a la escuela, ni a pescar o a recoger leña.” Cuenta un hombre en el municipio de Myebon, Rakhine.

En otras zonas, la población simplemente tiene demasiado miedo para desplazarse. “En una aldea, la gente contó a MSF que,durante meses, cada vez que intentaron hacerlo fueron objeto de palizas. Tras repetirse los incidentes 14 veces decidieron no volver a salir del pueblo,” declara Kremer. “Nos dijeron que al menos tres personas habían muerto porque no pudieron ir al hospital”.

“Este miedo es tan intenso que incluso muchos de los que vivían en el epicentro de la Tormenta Tropical Mahasen no se atrevieron a abandonar la zona. No sabían a dónde les trasladarían o lo que les iba a ocurrir.

MSF exige al gobierno de Myanmar que actúe para asegurar que los desplazados y las personas sin acceso a servicios básicos, tengan unas condiciones de abrigo adecuadas y acceso a la atención sanitaria. La gente también debe poder desplazarse libremente, sin miedo de ser agredidos.

La organización también alerta sobre el hecho que los desplazados son especialmente vulnerables ahora que empieza la estación de los monzones. Aunque, afortunadamente la tormenta tropical Mahasen no tuvo el impacto devastador que hubiera podido tener, el riesgo de más tormentas tropicales o ciclones sigue siendo alto. MSF ya ha visto como refugios improvisados y sus clínicas eran destruidas por unas lluvias relativamente poco intensas.

MSF proporciona atención sanitaria en Myanmar desde 1992, proporcionando atención médica a millones de personas de cualquier origen étnico. En todo el país, MSF proporciona antirretrovirales a más de 28,000 personas y fue unos de los actores que primero respondieron a los ciclones Nargis y Giri, dispensando asistencia médica, distribuyendo artículos de primera necesidad, y suministrando agua limpia a decenas de miles de personas.

MSF trabaja desde hace veinte años en el estado de Rakhine proporcionando atención primaria y secundaria de salud así como tratamiento para el VIH/sida y la TB. Antes de junio de 2012, MSF realizaba aproximadamente 500,000 consultas médicas cada año. Desde 2005, MSF ha tratado contra la malaria a más de 1,2 millones de personas de todos los grupos étnicos en el estado de Rakhine.

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