Nasima Jan, luchadora por la salud de las mujeres en Pakistán

Meningitis, Lazaret center in Niamey

Mujeres, bebés y líderes en la comunidad; formación sanitaria y principios humanitarios; vida, muerte y la batalla por evitar a ésta última, son los tópicos de los que habla Nasima Jan, cuando se refiere a su pasado laboral como defensora de la salud de la mujer en la región de Pakistán.

Mujeres, bebés y líderes en la comunidad; formación sanitaria y principios humanitarios; vida, muerte y la batalla por evitar a ésta última, son los tópicos de los que habla Nasima Jan, cuando se refiere a su pasado laboral como defensora de la salud de la mujer en la región de Pakistán.

Seis años antes de su jubilación, Nasima ha sido una apasionada trabajadora de Médicos Sin Fronteras (MSF). La entrevistamos en un intento de entender qué la motivó a hacer su trabajo, a ayudar en la mejora de la vida de miles de personas, a pesar encarar en algunas ocasiones resistencia y oposición.

Nasima Jan (Khyber Pakhtunkhwa, 1939) ha visto a muchos recién nacidos dar la primera respiración en su vida. También ha visto a algunos morir. Un caso del que nunca se olvidará es la de una mujer embarazada con gemelos que había parido a uno de ellos en casa, pero que en el segundo empezó a tener complicaciones. Tuvo que ser trasladada al pueblo de Chaman, en la frontera con Afganistán. “Llegó al hospital de MSF en dos días, dos días de un dolor horrible. A pesar de los esfuerzos del equipo, el bebé falleció”, recuerda Nasima. “Ese caso fue un recordatorio de la importancia de la accesibilidad de servicios materno-infantiles, especialmente en las áreas donde la educación en temas sanitarios es inexistente”.

Muchas mujeres en Pakistán, especialmente en las zonas rurales, paren a sus hijos sin ningún tipo de ayuda médica especializada y apenas nunca acuden a centros de salud para controles durante el embarazo. Cuando lo hacen es porque han tenido alguna complicación. La visita, por lo general, se sucede cuando ya es tarde. “La educación en salud es fundamental para reducir los niveles de mortalidad materno-infantil”, una idea que Nasima ha estado repitiendo durante años y su empecinamiento ha supuesto que la salud de la mujer esté presente en departamentos de salud pública y en diferentes ONG. Desde las provincias de Khyber Pakhtunkhwa y Baluchistan al Cinturón Tribal del Noroeste, Nasima ha trabajado en diferentes áreas de Pakistan e incluso en Irán, donde pasó nueve años trabajando en planificación familiar, enriquecedor pero no siempre fácil.

Riesgos y oposición
 

  Nasima atravesó situaciones de riesgo e inseguridad. La provisión de servicios médicos estuvo en muchas ocasiones afectada por el conflicto, por ejemplo en 2007, cuando ella, junto con otros colegas, tuvo que evacuar Sadda en el área tribal de Kurram, tras la explosión de una bomba que causó diversos muertos. Hubo también momentos difíciles, que les fueron comunicados por los líderes comunitarios. “Algunos se oponían a llevar a mujeres a los hospitales”. También recuerda otros retos superados en Chaman: “los pacientes, incluso las embarazadas, llegaban demasiado tarde al hospital, a menudo en condición crítica. La oposición a ir al hospital era enorme, aunque finalmente conseguimos hacerles entender que nuestra presencia allí no obedecía ni a cuestiones religiosas ni a cuestiones políticas. Simplemente estábamos allí por ellos, por su salud, por los pacientes”. Estos impedimentos no obstaculizaron su dedicación, “era un trabajo gratificantes, siempre ocupada con los bebés y las madres”.

 

Mejor aceptación

 

 

 

  Nasima opina que la situación está mejorando y cree que ha habido un cambio positivo en la manera en que las comunidades locales ven la ayuda médica dispuesta por organizaciones internacionales. “En el pasado la gente no lo aceptaba, no aceptaba ni siquiera los servicios del gobierno”. “Nos tiraban piedras cuando visitábamos una casa o un centro de salud público. Nos acusaban de tener intereses ocultos. Ahora son los padres los que llevan a sus hijos a los hospitales para ser vacunados. Incluso las mujeres de líderes religiosos acuden a MSF para obtener servicios médicos, especialmente relacionados con salud materno-infantil”.

 

 

 

  En sus años con MSF, Nasima pasó mucho tiempo formando equipos nuevos y explicando los principios y protocolos de la organización médica. Ahora, se enfrenta a un retiro más tranquilo, rodeada por su familia, con numerosos nietos. Aunque la puerta nunca se cierra del todo: “aunque ahora esté retirada, siempre estaré dispuesta a trabajar para MSF, para ayudar a gente en situaciones de emergencia”.

 

 

  Médecins Sans Frontières está presente en Pakistán desde 1986, trabajando con comunidades pakistaníes y refugiados afganos. MSF dispone de proyectos en el Cinturón Tribal del Noroeste y en las provincias de Khyber Pakhtunkhwa, Baluchistan y Sind. MSF no acepta fondos de ningún gobierno, agencia o grupo de ninguna tendencia militar o política en Pakistán.

 

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