Níger: entre dos estaciones de hambre

East Aleppo – Inside a hospital destroyed by an airstrike

A pesar de la respuesta a gran escala de MSF y otras organizaciones a la crisis nutricional en Níger, decenas de miles de niños sufrieron desnutrición en 2010. Philippe Latour, responsable de comunicación de MSF en Níger, viajó a la región de Zinder, en el sur del país.

A pesar de la respuesta a gran escala de MSF y otras organizaciones a la crisis nutricional en Níger, decenas de miles de niños sufrieron desnutrición en 2010. Philippe Latour, responsable de comunicación de MSF en Níger, viajó a la región de Zinder, en el sur del país.

Hace cerca de un siglo, el padre de Salouf Kina –de 80 años de edad– fundó el pequeño pueblo de Gueza, situado a tres horas de Zinder, la antigua capital de Níger. “Llevaba sus vacas a una nueva zona de pastoreo y decidió instalarse aquí con su familia. Entonces este lugar estaba lleno de vegetación y abundaba el agua. Siempre he vivido aquí, pero este año [2010] es el peor que he visto”, cuenta con la voz entrecortada. Hoy en día Gueza, con 2.000 habitantes, es un mosaico de chozas de barro construidas a lo largo de calles de arena, donde un extraño árbol refleja una sombra igualmente rara. En los alrededores, unos pocos campos cubiertos de maleza, con restos de la más reciente cosecha de mijo, dan a las colinas un aire de abandono.

El hijo de Salouf Kina, Aboukar, tiene más de 50 años, ha sido uno de los sabios del pueblo y es un líder del barrio. Nos habla sobre el terrible período de escasez que vivió la población de Gueza en 2010: “A finales de 2009, las cosechas fueron muy malas y algunas familias no pudieron recoger nada por causa de la sequía. Cuando las reservas se agotaron y los habitantes ya no podían pedir prestado nada más, tuvieron que abandonar el pueblo; primero los hombres, para ir a trabajar a Nigeria, y después familias enteras."

“Entre mayo y septiembre, más de la mitad del pueblo se había marchado, quedándose solo las mujeres, los niños pequeños y los ancianos. Estamos lejos de todo y casi nadie se interesa por nosotros. Si MSF no hubiera abierto un centro de nutrición en el centro de salud, todos nosotros nos habríamos ido y la aldea habría muerto”.

2010: el año que rompió todos los récords
El Centro de Salud Integrado de Gueza es uno de los únicos edificios de hormigón del pueblo. Nos recibe la joven administradora del centro, Mamane Bashir. A finales de diciembre hubo pocas consultas, por lo que MSF cerró su centro nutricional ambulatorio para desnutridos severos. Cuesta imaginar que hace tres meses unos 300 niños estaban siendo tratados por los equipos de MSF en estas instalaciones.

“La temporada de lluvias comenzó muy pronto este año y la desnutrición fue exacerbada por la malaria, que golpeó a los niños más débiles. En agosto pasado tratamos a unos 600 niños, comparados con los apenas 100 de agosto de 2009. Esto también está relacionado con la presencia de MSF, que aseguró el suministro de medicamentos y alimentos terapéuticos”, explica Mamane Bashir.

En Zinder y Magaria, las principales ciudades de la región nigerina de Zinder, a finales de diciembre seguía habiendo 200 niños hospitalizados en los centros de recuperación nutricional intensiva de MSF. Sin embargo, estas instalaciones –filas de camas bajo tiendas inmensas– ahora parecen vacías. Durante el pico de la crisis nutricional, en agosto y septiembre de 2010, había más de 800 niños en tratamiento, la mayoría de ellos en estado crítico.

Kelima, de 32 años de edad y madre de cuatro niños, trajo a principios de diciembre a su hijo menor, Djamilou (de 15 meses) al centro de recuperación nutricional intensiva de MSF en Zinder. El niño había perdido mucho peso. El médico le diagnosticó anemia severa combinada con malaria. Tras suministrarle suero de inmediato y darle alimentos terapéuticos, fue ganando peso progresivamente. Dos semanas después, reía y movía las manos cuando se le hablaba. “Pronto podremos volver al pueblo”, dice Kelima, aliviada. “Este año fue realmente muy difícil alimentar a los niños; apenas habían unos pocos puñados de mijo para toda la familia”.

“Desafortunadamente, 2010 fue el año que rompió todos los récords”, subraya Moïse Moussa Gabrial, responsable del centro nutricional hospitalario de Magaria. “Desde enero de 2010 hemos atendido a más de 6,200 niños. A finales de agosto teníamos unos 500 niños hospitalizados. Pensábamos reclutar y formar a personal médico, pero la situación era tan grave, que tuvimos que contratar a gente del lugar y formarla sobre la marcha."

“Durante el pico de la crisis nutricional, 280 personas estaban trabajando para MSF aquí en Magaria. Por desgracia vimos morir a muchos niños (133 sólo en septiembre), que habían llegado en un estado de desnutrición muy grave y a menudo con malaria”, añade el responsable del centro.

Ayuda internacional y perspectivas para 2011
Sin embargo, 2010 también fue el año de una movilización sin precedentes para combatir la hambruna en Níger. El gobierno, erigido tras un golpe de Estado a principios de año, hizo de la seguridad alimentaria una de sus causas principales y apeló a la ayuda de las organizaciones internacionales. Un gran número de ellas, incluida MSF, dio un amplio apoyo a instalaciones sanitarias y aplicó estrategias de prevención a gran escala, basadas especialmente en suplementos nutricionales apropiados, lo que posibilitó limitar el impacto de la hambruna.

“No nos atrevemos siquiera a imaginar lo que hubiera pasado si no nos hubiéramos unido para ayudar”, dice Patrick Barbier, jefe de misión de MSF en Níger. “Pero lo que hoy nos preocupa es que, aunque hubo algunas buenas cosechas a finales de 2010, sigue habiendo el riesgo de que 2011 sea un año difícil, en un contexto que continúa siendo de extrema pobreza y combinada a menudo con la falta de acceso a atención sanitaria”.

“En casi todas las regiones del país, las familias están muy endeudadas y, después de la cosecha, deben pagar tres o cuatro medidas de mijo por cada dos prestadas. A eso se suma que las cabezas de ganado de muchas familias han pasado de rebaños enteros a apenas unas pocas cabras y ovejas. Las organizaciones internacionales y las agencias humanitarias deben estar muy atentas y prepararse para una nueva intervención a gran escala en 2011”, concluye Barbier.

En Gueza, el nieto de Salouf Kina e hijo de Aboukar acaba de cumplir 20 años y ya tiene el semblante serio de un hombre adulto. Dentro de pocos días se instalará en Nigeria, donde venderá té en la calle para ayudar a su familia a sobrevivir en el pueblo, y para mantener la esperanza de seguir viviendo…

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