Nigeria: Las madres de Maiduguri y la lucha por conseguir comida

FORI CLINIC PORTRAITS

La mayoría de las camas en el hospital Fori de MSF están ocupadas por niños con desnutrición, es un desastroso resultado del conflicto.

La mayoría de las camas en el hospital Fori de MSF están ocupadas por niños con desnutrición, es un desastroso resultado del conflicto. 
 
Solía haber un Mercado en Tamsuwa. Los agricultores de otras ciudades en Borno, un estado en el noreste de Nigeria, llegaban todas las semanas para comerciar sus frutas, vegetales y ganado. “Pero todo eso terminó”, dice Yafanna Modu, que lleva un velo marrón, a la vez que acaricia la espalda de su bebe. Ahora, quienes llegan a Tamsuwa normalmente pertenecen a grupos armados. “Roban nuestra comida y nuestros animales. Si no tienes nada, debes pagar o abandonar la ciudad”, explica. “La última vez que vinieron se llevaron una vaca y dos ovejas. Así que ya nadie viene a la ciudad el día del mercado”. 
 
Su marido vendía vegetales y legumbres, pero ahora debe recolectar leña e intentar venderla. “Pasamos mucha hambre. Solo tenemos sorgo y, de vez en cuando, una sopa que preparo con hojas secas. Hay días en que nuestros vecinos comparten sus alimentos con nosotros, pero no hay mucho más".
 
 
La bebé de Yafanna, Fatima, lleva dos semanas internada en el centro de alimentación terapéutica que gestiona Médicos Sin Fronteras (MSF) en Fori, una región de Maiduguri, la capital del estado de Borno.  Fatima llegó al hospital en una etapa relativamente avanzada de su enfermedad, en estado crítico, con fiebre alta y sudores. “Sucede frecuentemente,” dice Bukar Mohammed, un médico de MSF. “Hay niños que mueren aquí, no debido a la enfermedad por sí misma, sino porque llegan con síntomas avanzados." 
 

Forzados a huir de sus hogares

 
Hay varias razones para esto: algunas familias no saben sobre la atención médica que proporciona MSF, otros deben viajar desde muy lejos y no pueden pagar el transporte. En otras ocasiones, los caminos están bloqueados por razones de seguridad. El conflicto entre los grupos armados y el ejército nigeriano ha obligado a dos millones de personas a huir de sus hogares, y cientos de miles más se han convertido en refugiados en Níger, Camerún y Chad durante los últimos ocho años. 
 
“También hay familias que acuden a otros hospitales pero descubren que deben pagar por la consulta y por los medicamentos. Así que dan la vuelta y regresan a sus hogares porque no pueden pagarlo,” explica el Dr. Mohammed. La asistencia que MSF proporciona en Fori es gratuita y las madres permanecen en el hospital junto a sus hijos. “Aquí, las madres duermen junto a sus bebés, tienen tres comidas al día y por supuesto, también les proporcionamos los medicamentos,” explica la Dra. Fanny Bastogne. 
 
 
Fori cuenta con una capacidad de 100 camas y atiende a un promedio de 70 y 80 niños por semana, mismos que frecuentemente presentan complicaciones graves. 
 
“La dieta de estas familias es bastante baja en proteínas. Siempre les digo que deben intentar comer carne y pescado. Pero por supuesto, no tienen el suficiente dinero para hacer eso," menciona la doctora. Debido a esta deficiente dieta, para muchas madres también es difícil amamantar a sus hijos. Gracias a un aumento significativo en la provisión de ayuda alimentaria en Maiduguri, la tasa de desnutrición ha disminuido desde el verano de 2016, cuando era alarmantemente elevada. 
 
Sin embargo, aún hay lugares vulnerables en la ciudad, donde las personas no reciben la asistencia que necesitan y cualquier reducción en la ayuda alimentaria tendría consecuencias mortales.
 
Cuando le preguntan si a veces cuentan con carne o pescado, Aisha Abdullahi niega con la cabeza. “¿Carne y pescado? No, nunca los comemos. ¿Pero sabes qué hago?”, pregunta la mujer de 60 años. “Tengo un trabajo, limpio y cocino para una familia. Así que cuando cocino un estofado con carne o pescado, me quedó con las sobras, con lo que queda al fondo de la olla. Esa es la carne y pescado que podemos comer en nuestra casa,” dice. 
 

Dependen de la ayuda 

 
Aisha lleva unas cuantas semanas en la instalación médica. Llevó a su nieta Maimuna, que ya se encuentra en la segunda fase de su tratamiento para la desnutrición. Esta pequeña, que es huérfana, abre mucho sus ojos y está alerta. Es probable que salga pronto del centro. Aisha es viuda. Perdió a su marido después de un atentado suicida con bomba en Maiduguri, y su yerno también murió durante el conflicto en curso.
 
 
“Tengo a 10 hijos y nietos que cuidar. Sin mi marido, el único dinero que tenemos es el que yo gano. Ninguno de mis hijos puede ayudarme, tampoco tienen mucho. No recibo ningún tipo de ayuda.” Aisha gana alrededor de 3,000 cada mes, unos 8 dólares. En otro hospital, la visita le hubiera costado 10,000 naira y los medicamentos, 15,000.
 
Fatima y su bebé de 20 meses de edad –ella tiene ocho hijos más y este es el menor-, llegaron recientemente a Fori. Ella no sabe exactamente qué pasó con su hijo, que fue hospitalizado con fiebre, vómitos y diarrea. “No tenemos nada que comer,” se disculpa, “sólo tenemos maíz y hojas de bambú”. La desnutrición debilita todo el cuerpo y es especialmente dañina para los niños pequeños porque puede provocar otras enfermedades o agravar condiciones existentes. MSF también atiende condiciones como la malaria o la meningitis en esta instalación. 
 
“Es importante que los niños tengan consultas de seguimiento. Una vez que se les da el alta, regresan después de una semana y de nuevo a los 15 días. Si no asisten a su consulta, nuestros trabajadores comunitarios los visitan para evaluar su progreso y ver si necesitan algo,” explica el Dr. Bastogne. 
 
 

La resistencia de los jóvenes

 
Dunguse Saale, una madre de cuatro, llegó al hospital de MSF hace tres semanas. “Huimos hacia un campo para personas desplazadas en Rann, después de que Boko Haram llegara a nuestro pueblo y comenzara a matar a personas inocentes, incluyendo a mi hermano,” explica. En su pueblo, Dunguse y su esposo tenían una pequeña parcela en la que cultivaban frutas y verduras que intercambiaban por mijo, ñame y arroz. Esto le daba a la familia una dieta más completa que la comida a base de maíz de la que dependen actualmente. 
 
“Cuando llegamos, hace tres semanas, el bebé estaba muy enfermo, tenía mucha fiebre y diarrea,” comenta. Pero los niños se recuperan rápido. Algo en lo que coinciden muchos de los trabajadores de MSF en este hospital es lo impresionante que es ver cómo los pequeños mejoran en muy poco tiempo. El hijo de Dunguse ha mejorado lo suficiente como para que pronto le den el alta. La familia regresará al campo en Rann, donde decenas de miles de familias también se enfrentan a un futuro incierto, dependen de la ayuda y no tienen forma de saber cuándo podrán regresar a sus hogares. 
 
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