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No aceptamos la narrativa de “incidentes lamentables” en Gaza

Christopher Lockyear, secretario general de MSF
Foto de archivo: marzo de 2020. “Si se lleva a cabo, la prohibición de las actividades de la UNRWA tendría implicaciones catastróficas en la grave situación humanitaria de la población palestina en Gaza y Cisjordania, ahora y en las generaciones futuras. @ MSF

Christopher Lockyear, Secretario General de Médicos Sin Fronteras (MSF), hizo las siguientes declaraciones a personal de prensa durante una sesión informativa sobre la guerra en Gaza, Territorios Palestinos Ocupados, el pasado 4 de abril.

 

“Quiero extender mi más sentido pésame y el de toda la familia de Médicos Sin Fronteras a familiares, amistades y colegas de trabajo de los siete compañeros de World Central Kitchen (WCK), que fueron brutalmente asesinados hace dos días.

Nosotros, al igual que muchas otras organizaciones, dependemos de WCK para alimentar a los pacientes y al personal. Personalmente vi a nuestro personal esperando que trajeran comida antes de salir del trabajo al final del día.

Desde el comienzo de la guerra, casi 200 trabajadores humanitarios han sido asesinados, incluyendo a cinco integrantes del personal de MSF. Muchos de estos trabajadores humanitarios murieron mientras atendían a pacientes o se refugiaban con sus familias.

Lo hemos estado diciendo durante semanas: este patrón de ataques es intencional o indicativo de una incompetencia imprudente.

No sólo muestra el fracaso de las medidas de desescalada, muestra la incompetencia de estas medidas en una guerra que se libra sin reglas. Permitir que se produzcan estos ataques contra trabajadores humanitarios es una elección política. Israel no enfrenta ningún costo político. En cambio, sus aliados permiten esta brutalidad con impunidad y proporcionan aún más armas que matan y matan a civiles indiscriminadamente.

El número de trabajadores humanitarios asesinados en Gaza es enorme, pero es solo una fracción del número total de personas asesinadas hasta ahora: casi 33,000 hombres, mujeres, niños y niñas.

Lo que le pasó a World Central Kitchen, a nosotros, a los trabajadores humanitarios en toda Gaza, al hospital Al-Shifa, la pulverización del sistema de salud cuando más se necesita… todo esto demuestra el debilitamiento y la manipulación cotidianos del Derecho Internacional Humanitario.

Esta guerra es brutal. Esta guerra es desproporcionada. Esta es una guerra sin precauciones.

También demuestra el flagrante desprecio del fallo sobre la prevención del genocidio de la Corte Internacional de Justicia el 26 de enero y, nuevamente, dos meses después el 28 de marzo.

Estuve en Gaza hace apenas un par de semanas. Vi muchas cosas, pero me gustaría comenzar desde una posición que quizás no esperan. Quiero comenzar destacando algunos actos inmensos de bondad, alegría, amor y humanidad que experimenté en mi corto tiempo en Gaza.

Vi a un niño de 6 años que tenía una pierna gravemente quemada, una herida sufrida después de que la escuela donde se refugiara fuera bombardeada. En el bombardeo perdió a su tío. Lo vi recibiendo fisioterapia mientras estaba fuertemente envuelto en los brazos de su padre.

Marzo de 2020. Visita de Christopher Lockyear, Secretario General de MSF, a Rafah en Gaza. @ MSF
Marzo de 2020. Visita de Christopher Lockyear, Secretario General de MSF, a Rafah en Gaza. @ MSF

 

Vi a dos niñas de la misma edad en Hospital de campaña indonesio de Rafah. Sus rostros quedaron muy desfigurados, permanentemente desfigurados. Así permanecerán durante toda su vida. Pero eran el alma, la vida, los puntos focales y el pegamento social dentro del hospital. Eran las únicas personas, hasta donde yo pude ver, que parecían tener derecho a vagar donde quisieran dentro de ese hospital: estaban llevando alegría a los pacientes de ese hospital.

He visto médicos que han sido desplazados varias veces, que viven en tiendas de campaña, pero que se presentan a trabajar todos los días y se vuelven a capacitar para tratar la desnutrición.  A médicos que aprenden a tratar la desnutrición tras ser especialistas en unidades de cuidados intensivos. Médicos que aprenden a tratar la desnutrición, pues es la primera vez que ven estos casos en sus hospitales.

Pero también he visto escenas de horror indescriptibles.

Mi primera impresión al cruzar la frontera hacia Rafah fue la de las calles abarrotadas. La gente por todas partes, los caminos estrechados por las tiendas de campaña y los refugios improvisados. Las escuelas y las oficinas estaban repletas de gente y la ropa colgaba de cada ventana. Un viaje de este a oeste a través de Rafah que antes duraba 10 minutos, ahora dura una hora.

Llegué al hospital Al-Aqsa alrededor de las 8:30 de una mañana. Cuando llegué, pasé por la morgue que estaba llena de cadáveres por el bombardeo de la noche anterior. Los pasillos estaban llenos de pacientes con dolor esperando tratamiento, y los médicos tenían que elegir entre priorizar a los pacientes con traumatismos o satisfacer las necesidades de quienes necesitaban tratamiento por desnutrición.

In the parking lot of this hospital, an extra wounds station had been set up. It was like a factory, a conveyor belt of wounded people cycling through the horrendous injuries caused by modern weapons that maim and kill indiscriminately.

Many patients die in agony and pain that we cannot medicate.

Survivors need surgeries and rehabilitation that we cannot provide at the scale needed. In Rafah Indonesian field hospital, men, women, and children need extensive wound treatment and dressing changes. They are victims of indiscriminate bombing.

En el estacionamiento de este hospital se había instalado una estación adicional para tratar personas heridas. Era como una fábrica donde había una cinta transportadora de heridos que circulaban con horrendas heridas causadas por armas modernas que mutilan y matan indiscriminadamente.

 

 

 

Marzo de 2020. Visita de Christopher Lockyear, Secretario General de MSF, a Rafah en Gaza. @ MSF
Marzo de 2020. Visita de Christopher Lockyear, Secretario General de MSF, a Rafah en Gaza. @ MSF

 

Muchos pacientes mueren en medio de una agonía y un dolor para el que no tenemos medicina.

Las personas sobrevivientes necesitan cirugías y rehabilitación que no podemos ofrecer en la escala necesaria. En el hospital de campaña indonesio de Rafah, hombres, mujeres, niños y niñas necesitan un tratamiento exhaustivo de sus heridas y cambios de vendajes. Son víctimas de bombardeos indiscriminados.

Me gustaría presentar tres puntos adicionales.

El primero es sobre la situación en Rafah. Está prevista una invasión terrestre de Rafah. No puedo imaginar ningún escenario en el que esto no sea absolutamente catastrófico.

Mientras estaba en Rafah, comenzó el último asedio alrededor de Al Shifa.

Se ordenó a las personas que se trasladaran más al sur, a Al-Mawasi, la zona de Al-Mawasi en Rafah donde yo me alojaba. La ironía de esto es doble.

En primer lugar, porque las personas no podían evacuar hacia Al-Mawasi debido a los puestos de control de las fuerzas israelíes (FDI) en el camino.

En segundo lugar, porque están siendo enviadas a la misma zona que está bajo amenaza de una carnicería catastrófica.

¿A dónde más podrían ir? No queda ningún lugar en el norte. En la Middle Area, la poca atención médica que queda disponible se está derrumbando bajo la presión que enfrentan.

Una invasión de Rafah sería otro ejemplo de cómo esta guerra se realiza sin reglas y sin costos. Esto. No. Debe. Suceder.

Lo que el pueblo de Gaza necesita es un alto el fuego inmediato y sostenido. Al Consejo de Seguridad de la ONU le llevó demasiado tiempo aprobar una resolución para un alto el fuego. Ahora deben asegurarse de que esto no sea un acto de teatro político sin sentido.

En segundo lugar, los trabajadores humanitarios están protegidos. Sin peros.

No aceptamos la narrativa de “incidentes lamentables”.

No la aceptamos porque lo que le sucedió a World Central Kitchen, y a los convoyes y refugios de MSF, es parte del mismo patrón de ataques deliberados contra trabajadores humanitarios, trabajadores de la salud, periodistas, personal de la ONU, escuelas y hogares.

No se trata sólo de implementar un mecanismo eficaz de desescalada: nuestros movimientos y ubicaciones ya fueron compartidos, coordinados e identificados.

Se trata de impunidad, de un total desprecio por las leyes de la guerra, y ahora debe pasar a ser una cuestión de rendición de cuentas.

Me prometieron personalmente una investigación sobre el ataque a un convoy nuestro en noviembre. No he tenido respuesta. Desde entonces he presentado un expediente sobre otros incidentes. Todavía estoy esperando una respuesta. No dejaremos que esto pase.

Esperamos más. Esperamos más que excusas de Israel y más que condenas de los aliados de Israel.

La condena que vemos por el incidente del WCK es correcta y justa, pero ¿dónde está la condena para todos los demás trabajadores humanitarios, para cada hospital destruido, para cada intento de manipular a los medios de comunicación?

El último punto que me gustaría señalar es que el 26 de enero, la Corte Internacional de Justicia emitió medidas provisionales con respecto a la prevención del genocidio en la Franja de Gaza.

Quiero centrarme en dos medidas que, en mi opinión, son los pilares de esta sentencia desde una perspectiva humanitaria.

La primera es que el Estado de Israel tomará todas las medidas a su alcance para impedir la realización de todos los actos, en particular:
(a) matar a miembros del grupo;
(b) causar daños corporales o mentales graves a miembros del grupo;

En segundo lugar, que el Estado de Israel debe tomar medidas inmediatas y efectivas para permitir la prestación de servicios básicos y asistencia humanitaria que se necesitan con urgencia para abordar las condiciones de vida adversas que enfrentan las y los palestinos en la Franja de Gaza.

Sobre la primera:

En nuestras propias instalaciones vemos el carácter indiscriminado de los bombardeos. Los hombres, mujeres, niñas y niños con heridas horribles en el hospital de campaña indonesio de Rafah y en el hospital Al-Aqsa en la Middle Area.

El niño cuya pierna se quemó durante el bombardeo de la escuela donde se refugiaba.
El asedio del norte de Gaza con la morgue desbordada en Al Aqsa, que por momentos ha recibido más de 100 cadáveres al día.
Cuando una sala de urgencias recibe más pacientes muertos que heridos.
Nuestra psicóloga que perdió a ocho integrantes de su familia.
Los niños y niñas que dibujaban bombas cayendo sobre sus tiendas de campaña.
La destrucción de infraestructura civil vital y el corte de servicios esenciales como el agua y la electricidad. Se trata de un castigo colectivo prohibido por el derecho internacional.
Las 32.000 personas asesinadas.
La lista sigue y sigue.

Todos los Estados que apoyan a Israel en estas circunstancias son moral y políticamente cómplices de lo que sucede. Hacemos un llamado a todos los Estados, particularmente a los Estados Unidos, el Reino Unido y los Estados miembros aliados de la Unión Europea (UE), a hacer todo lo que esté a su alcance para influir en Israel, y a dejar de apoyar el actual asedio y los continuos ataques contra civiles e infraestructuras civiles en Gaza.

Según la segunda medida de la CIJ, la imagen de la ayuda humanitaria se está utilizando como coartada para perpetuar la forma brutal y desproporcionada en que se libra esta guerra.

Gran parte de la narrativa en torno a la asistencia humanitaria se ha centrado en el recuento de camiones que cruzan una frontera y los lanzamientos de suministros desde el aire. Se trata simplemente de distracciones destinadas a crear una ilusión de ayuda.

En primer lugar, ahora hay menos camiones cruzando la frontera que antes del 7 de octubre. Antes del 7 de octubre circulaban 500 camiones por día, 150 de ellos con alimentos. Entre el 7 de octubre y el 24 de febrero han pasado una media de 90 camiones diarios, de los cuales 60 son de alimentos. Deben abrirse los puntos de cruce en toda Gaza, el sur, el centro y el norte.

Es importante reconocer que la asistencia humanitaria es mucho más que contar camiones. Consiste en trasladar suministros de forma segura. En tener seguridad en el punto de distribución. En tener hospitales en funcionamiento que son más que cuatro paredes y un techo. En agua, electricidad, combustible y comunicaciones. En personal capacitado y calificado que ha comido y puede superar su trauma psicológico. En poder permanecer en el centro de salud el tiempo suficiente para brindar continuidad en la atención de fracturas complejas y heridas infectadas de los pacientes.

Cualquier trabajador humanitario te podrá contar sobre la ineficacia de los lanzamientos aéreos de ayuda. Los líderes comunitarios de Khan Younis hablan de que un día morirán a causa de las bombas y al siguiente de la ayuda que cae del cielo.

Las narrativas sobre el recuento de camiones y las imágenes de lanzamientos de ayuda desde el aire no son indicadores de éxito. Son una admisión de fracaso.

La asistencia humanitaria depende de la seguridad de los trabajadores humanitarios para que puedan llevar suministros, distribuir alimentos y tratar a los pacientes. Trágicamente hemos visto a casi 200 trabajadoras y trabajadores sanitarios asesinados.

La asistencia humanitaria requiere que las personas puedan acceder a servicios esenciales y, sin embargo, los trabajadores humanitarios apenas pueden visitar el norte de Gaza, doblemente asediado. Mientras estábamos en el sur de Gaza, nos vimos obligados a evacuar seis centros de salud, incluido el hospital Nasser,  el hospital más grande del sur de Gaza.

 

Lo que pedimos es muy sencillo. Muy claro.

Que los ataques generalizados e indiscriminados contra civiles, personal médico e instalaciones sanitarias cesen de inmediato.

Que Israel permita la ayuda humanitaria sin obstáculos al pueblo de Gaza.

Y –sobre todo– que haya un alto el fuego inmediato y sostenido.

 

Quiero concluir rindiendo homenaje a las y los trabajadores humanitarios en Gaza y en todo el mundo, que con gran abnegación dedican sus vidas a ayudar a las personas necesitadas.

Gracias.

 

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