Nueva ola de violencia extrema en Ituri, en el este de RDC

MSF hemos sido testigo de un incremento de la violencia en la provincia de Ituri, República Democrática del Congo.

Algunas personas desplazadas regresan al sitio de Rho.
Algunas personas desplazadas regresan al sitio de Rho. © Fanny Hostettler/MSF

Nuevo repunte de atrocidades en la provincia de Ituri, en el este de la República Democrática del Congo (RDC). Médicos Sin Fronteras (MSF) hemos sido testigo de un incremento de la violencia en la región, donde nuestros equipos médicos están atendiendo a población civil con heridas espantosas. En un nuevo informe publicado hoy, ‘Arriesgando sus vidas para sobrevivir’, MSF subraya las necesidades extremas de muchas comunidades, que se encuentran en situación de peligro debido a los recientes ataques, la reducción de la ayuda humanitaria y el aumento de los desplazamientos.

 

Charles Baraka Chanung iyo, de 18 años, fue atacado por asaltantes mientras dormía en su casa. Recibió heridas de bala en el brazo y de machete en la muñeca.
Charles Baraka Chanung iyo, de 18 años, fue atacado por asaltantes mientras dormía en su casa. Recibió heridas de bala en el brazo y de machete en la muñeca. © Fanny Hostettler/MSF

 

Como explica el informe, durante décadas, la población de Ituri ha sido tanto objetivo directo como víctima colateral de un conflicto complejo caracterizado por los enfrentamientos, la presencia de diversos grupos armados y las divisiones étnicas. Como resultado, la región se ha visto sumida en una espiral de violencia que, en 2024, provocó el desplazamiento de 1,36 millones de personas —alrededor del 18% de la población de la provincia—, muchas de ellas durante largos períodos.

Desde principios de año, 10,000 personas tuvieron que desplazarse a causa de la violencia en Ituri, según la Organización de las Naciones Unidas. Solo en enero y febrero, el organismo informó de una intensificación de la violencia contra la población civil, con ataques que dejaron más de 200 muertos y decenas de heridos. En febrero, los equipos médicos de MSF trataron a niños y niñas de tan solo 4 años y a mujeres embarazadas por heridas de machete y de bala tras los ataques de las milicias en el territorio de Djugu.

Además, el conflicto ha dificultado enormemente el acceso a la atención sanitaria y los medios de vida para las familias, como la comida. De hecho, casi dos de cada diez personas en Ituri (el 18%) experimenta inseguridad alimentaria crónica severa. Además, la restricción de la ayuda humanitaria ha aumentado el sufrimiento de una población que ya recibe poca atención internacional.

 

Violencia y desplazamientos reiterados en IturiVida cotidiana en el campo de refugiados de Gengere 1, provincia de Ituri
Violencia y desplazamientos reiterados en Ituri
Vida cotidiana en el campo de refugiados de Gengere 1, provincia de Ituri, RDC. © Fanny Hostettler/MSF

 

“Estos ataques se producen tras décadas de violencia que han tenido consecuencias devastadoras para la población civil, incluyendo a las mujeres, niños y niñas de Ituri”, afirma Alira Halidou, responsable de operaciones de MSF en RDC. “La crisis aquí se caracteriza por desplazamientos repetidos, en los que la violencia obliga a los civiles a empezar su vida desde cero una y otra vez. Lo peor es que las historias que nos cuentan los pacientes y las comunidades representan solo la punta del iceberg”.

Violencia contra los más vulnerables

Aunque los ataques a la población civil no son un fenómeno nuevo en la región, los equipos de MSF han sido testigos de una mayor brutalidad, gravedad y frecuencia de este tipo de violencia. Además, muchas de las lesiones que tratan se deben a ataques contra bebés, niños y mujeres embarazadas. De los civiles tratados en la clínica de Salama entre marzo y diciembre de 2024, casi un tercio (el 32%) eran mujeres, niñas y niños víctimas de la violencia.

En enero y febrero de 2025, MSF recibimos a unas 20 personas gravemente heridas. Los equipos médicos realizaron cirugías de heridas de bala y suturaron heridas infligidas por armas blancas, a menudo machetes, incluso en la cara de los niños.

 

Vista del campo de refugiados de Gengere 1, Ituri, RDC.
Vida cotidiana en el campo de refugiados de Gengere 1, Ituri, RDC. © Fanny Hostettler/MSF

 

Un niño de 9 años, herido de bala en el abdomen, vio cómo su madre y sus dos hermanos eran “cortados en pedazos con un machete” antes de esconderse en una cabina de ducha para escapar de la muerte. Empezó a llorar cuando los atacantes se marcharon, y solo fue rescatado porque un hombre que estaba cerca oyó sus gritos y pudo llevarlo a un centro de salud. ​ Otro testimonio recogido por el personal de MSF es el de dos hermanas, de 4 y 16 años, que fueron golpeadas repetidamente en la cabeza y los brazos con machetes.

En la misma línea, los equipos de MSF también hemos registrado un aumento del número de víctimas de violencia sexual que acuden a nuestras instalaciones. Las mujeres, en particular, son agredidas cuando salen en busca de medios para alimentarse a sí mismas y a sus familias. En Drodro, alrededor del 84% de las sobrevivientes de violencia sexual tratadas por MSF en 2023 y 2024 fueron atacadas mientras trabajaban en el campo, recogían leña o estaban en la carretera.

El trauma sufrido por estos niños, mujeres y hombres refleja la realidad de lo que decenas de miles de personas de la región han experimentado durante años. Ituri sigue siendo una provincia marcada por la violencia, con poca visibilidad o movilización humanitaria para abordar la cruda realidad sobre el terreno.

 

Obstaculizar el acceso a la atención médica

La atención médica es otra de las víctimas de la intensificación de los combates en la región. El clima de inseguridad y los saqueos a las instalaciones han provocado que muchos trabajadores médicos hayan huido de la zona y los centros de salud se han convertido en objeto de ataques.

En el territorio de Djugu, el hospital general de Fataki se vio obligado a suspender sus actividades y evacuar a los pacientes a mediados de marzo tras las amenazas de grupos armados. En la zona sanitaria de Drodro, también en Djugu, cerca del 50% de los centros de salud han sido parcial o totalmente destruidos. Como resultado, solo una pequeña proporción de la población de Ituri tiene acceso a la atención sanitaria.

 

Un automóvil de MSF saliendo del Hospital General de Angumu, provincia de Ituri, RDC.
Un automóvil de MSF saliendo del Hospital General de Angumu, provincia de Ituri, RDC. © Fanny Hostettler/MSF

 

Estos ataques no solo hacen que los pacientes sean reacios a acudir a los centros médicos, sino que también ponen en peligro al personal médico. Un médico entrevistado para el informe relató cómo, cuando un centro de salud se vio obligado a cerrar durante dos meses, él seguía acudiendo para realizar cesáreas. “Era peligroso y estaba arriesgando mi vida, pero no teníamos otra opción”, dijo el médico. “Tuvimos que colarnos allí con las mujeres, de lo contrario habrían muerto”.

Las necesidades aumentan

A pesar de los esfuerzos del Ministerio de Salud, MSF y otras organizaciones humanitarias, las necesidades de la población superan con creces los recursos disponibles. La inseguridad alimentaria empeoró drásticamente en Ituri en 2024 y ahora es crónica para el 43% de la población. Las malas condiciones de higiene y de vida de los refugios en los campos de desplazados hacen que las enfermedades diarreicas y respiratorias se propaguen fácilmente, afectando sobre todo a los niños menores de 5 años.

Las personas en Ituri deben tener garantizado el acceso seguro a la atención sanitaria y no deben verse obligadas a arriesgar sus vidas en busca de alimentos y otras necesidades.

 

Vista desde el Hospital General de Angumu, República Democrática del Congo.
Vista desde el Hospital General de Angumu, República Democrática del Congo. © MSF

 

Médicos Sin Fronteras hacemos un llamado a todos los grupos armados estatales y no estatales de Ituri para que respeten a la población civil y a las instalaciones médicas, que son refugios esenciales para la sobrevivencia de las comunidades locales.

 

Consulta el informe ‘Arriesgando sus vidas para sobrevivir’(en inglés).

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