Palestina: Las heridas de la población de Gaza son testimonio de sus condiciones de vida

Gaza Clinic Laurence Geai

Desde el año 2000, Médicos Sin Fronteras ha adaptado la atención que ofrece para cernirse a las cambiantes necesidades de las personas en Gaza, Palestina. Nuestros equipos ahora ofrecen cuidados post operatorios (vendajes, fisioterapia y actividades de reeducación) a casi 5,000 personas con heridas de trauma y quemaduras en tres clínicas de MSF. Las heridas e historias de nuestros pacientes nos ofrecen un panorama de la vida cotidiana en Gaza.

Desde el año 2000, Médicos Sin Fronteras ha adaptado la atención que ofrece para cernirse a las cambiantes necesidades de las personas en Gaza, Palestina. Nuestros equipos ahora ofrecen cuidados post operatorios (vendajes, fisioterapia y actividades de reeducación) a casi 5,000 personas con heridas de trauma y quemaduras en tres clínicas de MSF. Las heridas e historias de nuestros pacientes nos ofrecen un panorama de la vida cotidiana en Gaza.
 
Para empezar, Gaza significa 'aislamiento'. Es un terreno de 42 kilómetros de largo y de 12.5 kilómetros en su punto más ancho; en auto, sólo toma una hora y media viajar del norte al sur. Gaza está rodeada del mar en el oeste, por una “barrera de seguridad” –una valla metálica con alambre de púas– en el este, y en el norte hay un muro de varios metros de altura que fue construido para evitar que las personas crucen la frontera. Y hay otro muro, este bajo tierra, bajo construcción. Gaza es el hogar de casi dos millones de personas.
 
Muchos de los habitantes de Gaza nunca han podido salir del lugar, especialmente desde que Israel impuso un bloqueo después de que Hamas ganó las elecciones legislativas de Palestina en 2007. “Sólo salí de Gaza una vez, fue para una operación en Egipto cuando tenía 8 años. ¡No recuerdo nada!”, dice Hassan, de 22 años, a quien le dispararon en diciembre mientras estaba en la frontera. 
 
Actualmente, los permisos de salida otorgados por los israelíes son extremadamente escasos y, entre 2016 y 2017 disminuyeron en un 50%. De acuerdo con la OCHA (la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios), durante los primeros meses de 2017, en promedio, sólo 240 personas recibieron autorización para cruzar la frontera –en ambas direcciones–, por razones comerciales, educativas, médicas, o porque quienes cruzaban eran miembros de organizaciones internacionales. Para todos los demás, el viaje es simplemente imposible. "No tenemos derecho a viajar como otros seres humanos. Pero somos seres humanos ", insiste Hassan.
 
Médicos Sin Fronteras comenzó un proyecto de cirugía reconstructiva en 2010 para abordar la falta de atención que ha resultado de estas restricciones en los viajes. Cirujanos y anestesistas vienen de otros países para asistir a nuestro equipo de enfermería palestino en la realización de cirugías complejas que no están disponibles en Gaza. 
 
 

De 4 a 6 horas diarias de electricidad

 
Los problemas con la electricidad son una perfecta imagen de las dificultades diarias a las que se enfrentan las personas en Gaza. Esta situación se deterioró aún más durante la última primavera, debido a un problema interno entre las autoridades palestinas y Hamas. Durante varios meses, a la población de Gaza le racionaron la electricidad de tal forma que sólo disponían de dos a tres horas diarias,  normalmente durante la noche. En ese entonces, varios pacientes dijeron a nuestros equipos que sus esposas se despertaban en medio de la noche para preparar la comida y usar sus lavadoras. “¡Mi esposa es una súper mujer!”, exclamó un paciente un día. 
 
Abu Abed es asesor médico del proyecto de Gaza de MSF. Nos dijo que sus hijos tuvieron que “tomar decisiones que los niños no deberían tener que hacer. ¿Usaré estas dos horas de electricidad para cargar mi celular? ¿Para ver una caricatura? ¿O para poner algo de jugo en el refrigerador?”. El simple hecho de mantener los alimentos frescos se volvió imposible en verano, cuando las temperaturas en Gaza exceden fácilmente los 30 grados. La situación ha mejorado un poco, pero las personas aún tienen que hacer funcionar sus hogares con unas cuatro o seis horas de electricidad diarias, a lo mucho.
 
Durante las horas en las que tenemos electricidad intentamos hacer todo a la vez. Así que nos apresuramos y eso aumenta el riesgo que corren nuestros niños”, explica la abuela de Ussaid, quien tiene 14 meses e ingresó a la clínica de MSF con quemaduras en sus manos. El 35% de los pacientes en nuestras clínicas son menores de 5 años, y 60% son menores de 15.
 

Las condiciones de vida siguen deteriorándose 

 
Las personas, forzadas a vivir en aislamiento, deben adaptarse y tomar lo que pueden encontrar. Pero desde hace años las condiciones en Gaza han seguido deteriorándose lentamente. Desde la perspectiva exterior, casi todos los edificios que fueron destrozados durante la ofensiva de 2014 han sido reconstruidos –principalmente debido a la ayuda internacional–, pero al mirar más de cerca, es posible ver que casi la mitad de la población se enfrenta a la inseguridad alimentaria. Las personas deben hacer todo lo posible por intentar salir adelante, y la solidaridad familiar se ha convertido en uno de los pilares fundamentales de su capacidad para adaptarse y resistir. 

 
"Cuando no tengo suficiente dinero para comprar comida, pregunto por ahí. A veces mi madrastra me presta 15 shekels. Me siento muy avergonzado. Pero dice que somos familia, que soy como su hijo y debemos apoyarnos unos a otros", dice Abdel Raheem, un paciente de 30 años que ingresó a una clínica de MSF en Gaza.
 
Conseguir agua potable es un gran problema para los habitantes de Gaza. Casi el 95% de las aguas subterráneas no son aptas para el consumo humano, y el agua de grifo es demasiado salada. Las compañías de agua privadas son capaces de hacer frente a la demanda, pero esta sólo es una pequeña parte de la solución.
 
El sistema de desecho y tratamiento de aguas residuales está lejos de ser eficiente. Las aguas residuales son canalizadas hacia el mar, así que las personas ya no pueden bañarse allí. El mar, que podría ser una fuente de ingresos para los habitantes de Gaza, tiene sus propios límites artificiales, como la contaminación, además de las restricciones pesqueras impuestas por los israelíes.
 

Accidentes domésticos frecuentes

 
Aun así, la vida continúa en Gaza. Muchas familias viven en hogares modestos y las comidas son una oportunidad para compartir momentos alegres. Algunas personas aún cocinan y preparan té en sus estufas o en fogatas. Muchos pacientes con quemaduras severas son derivados a las clínicas de MSF debido a accidentes domésticos relacionados con éstas prácticas. Dos tercios de éstos son causados por líquidos hirviendo. 
 
 
Eso fue lo que le sucedió hace tres meses a Shahed, de 15 meses de edad. Todo el contenido de una tetera que estaba calentándose cayó sobre ella durante una reunión familiar. “Es devastador ver a nuestra hija así. No hemos hecho té desde ese día”, dice su madre. A Asma, de seis años y medio, le cayó encima una olla con agua hirviendo que su padre quería usar para bañarse. 
 
También son comunes las quemaduras causadas por la explosión de generadores eléctricos que algunas personas utilizan para compensar la falta de electricidad de la red pública, pues son quemaduras causadas por el contacto directo con fuego. 
 

64.9% de desempleo juvenil

 
Las restricciones impuestas por Israel sobre el movimiento de bienes y personas están deteniendo la economía de Gaza. Por ejemplo, los materiales de construcción están bloqueados en la frontera, al igual que equipo médico que se sospecha está siendo usado de forma equivocada. De acuerdo con la OCHA, en el tercer cuarto de 2017, la tasa de desempleo estuvo en 46.6% y la de desempleo juvenil en 64.9%.
 
Tenemos educación, no somos estúpidos. Acumulamos diplomas pero terminamos sin trabajo. No podemos tener una vida decente si no trabajamos,” dice Hassan, un estudiante de 22 años que está en su cuarto año de la carrera de contabilidad. A Abdel Raheem, de 30 años, le dispararon en la pierna y en la mano durante una protesta en la frontera después de que el presidente de los Estados Unidos anunciara en diciembre que reconocía a Jerusalén como la capital de Israel. Ahora está inmovilizado y es trasladado en una camilla a la clínica de MSF tres veces a la semana.
 
Trabajaba en el negocio de la construcción. “Un mes tienes trabajo y después, durante los próximos tres meses, no hay nada. Los meses en los que no tenía trabajo iba al mercado de cobre. Compraba el equivalente a 20 shekels, esperando vender 25. Pero un solo tanque de gas cuesta entre 60 y 70 shekels,” explica. 
 

“Aquí, terminas perdiendo todo lo que ganas”

 
Después de enfrentarse a los partidarios de Hamas y Fatah en 2007, a tres ofensivas lanzadas por Israel en 2008 – 2009, 2012 y 2014; además de 10 años de un bloqueo, las personas siguen luchando por encontrar su camino, y a los jóvenes les es difícil creer que tendrán un futuro en la Franja de Gaza. 
 
Muchos viven de trabajos ocasionales, y se enfrentan a periodos de desempleo. “He trabajado como pescador y como pintor, también he trabajado en construcciones y restaurantes. No he trabajado desde que me hirieron. Tengo siete oficios pero nada de suerte”, dice Mohamed M., de 22 años. Le dispararon en junio de 2017 mientras estaba en una protesta en la frontera israelí, con una bandera palestina en su mano. Faris, también de 22 años, enfrentó el mismo destino que Mohamed con semanas de diferencia. Desde que se conocieron en la clínica de MSF se han vuelto inseparables. Agrega: “Aquí, pierdes todo lo que ganas”. 
 
 
Esta es una idea compartida ampliamente por hombres jóvenes (normalmente rondando los veintitantos años) que frecuentemente van a la frontera israelí para expresar su enojo y sus sentimientos de injusticia, arriesgándose a sufrir heridas graves o incluso a perder sus vidas. Desde diciembre de 2017, muchos jóvenes han participado en protestas organizadas por varias autoridades en Gaza para protestar por el reconocimiento del presidente de Estados Unidos de Jerusalén como capital de Israel. Y Médicos Sin Fronteras ha sido testigo de un gran incremento en el número de pacientes heridos admitidos a sus clínicas en Gaza: 19 personas en noviembre pasaron a ser 162 en diciembre y casi 200 en enero. La mayoría de las heridas se deben a disparos en los miembros inferiores. 
 
Como dice Mohammed H., los jóvenes han crecido rodeados por esta violencia. “Cuando vi que mi pierna había sido destrozada por una bala explosiva, ni siquiera me desmayé. Estamos acostumbrados a estas cosas. Incluso ha habido guerras y hemos visto cómo nuestros amigos terminan heridos”. El sentimiento de que ya no hay nada que perder es omnipresente. “Tenemos que recordarnos a nosotros mismos que existimos. ¿Quién más lo hará?”, se pregunta Abdel Raheem. “Es la única forma en que podemos mostrar lo que sentimos, lo que Gaza siente. ¿Qué más podemos hacer?”, agrega Mustafa.
 
No tiene sentido hablarles sobre una reconciliación entre Hamas y las autoridades de Palestina, líderes políticos o la comunidad internacional. “Todos están viendo por sus propios intereses”, afirma Hassan. A la pregunta, “¿Ves alguna esperanza para Gaza?”, su única respuesta, al igual que la de muchos más en Gaza, es “Inshallah”. 
 

 

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