Plumpy’nut: El alimento milagroso de África

© Lucy Makori / MSF
El Plumpy’nut -una crema de cacahuate fortificada rellena de leche y vitaminas- es el héroe indiscutible de la actual crisis en Níger, donde 3,6 millones de personas – 800.000 de ellas niños – se enfrentan a la escasez de alimentos. Este artículo fue publicado por primera vez en The Times* en 2005.

¿Por qué funciona el Plumpy Nut?

La mantequilla de cacahuate fortificada que los niños de Níger están recibiendo es rica en vitaminas esenciales, minerales y calorías. Los cacahuates contienen grasas monoinsaturadas, que son fáciles de digerir. También son muy altos en calorías, lo que significa que un niño o niña obtendrá una gran cantidad de energía a partir de pequeñas cantidades (lo que es importante debido a que sus estómagos se han reducido). Son ricos en zinc y en proteínas – ambas buenas para el sistema inmunológico. Las proteínas también son necesarias para el desarrollo muscular.
El maní es una buena fuente de vitamina E, un poderoso antioxidante que ayuda a convertir los alimentos en energía.
Estas son las razones por las que la ONG con la que trabajo en la India da a los niños en situación de calle mantequilla de maní- para ayudar a contrarrestar la desnutrición. El maní es un alimento de maravilla, de verdad – el problema que tenemos en Occidente es que hay una alta incidencia de alergia al maní, tal vez porque estamos demasiado limpios. Otra teoría es que introducimos las nueces y semillas en nuestra alimentación relativamente tarde en comparación con otras culturas.
El Plumpy’nut fue creado por André Briend, quien pasó años trabajando en crisis humanitarias. Se dio cuenta de que un suplemento listo para comer, que no necesita cocción o agua añadida, y es barato de producir, podría ayudar a salvar millones de vidas en zonas remotas y subdesarrolladas. El Plumpy’nut se produce ahora en Normandía por una empresa que se especializa en la ayuda alimentaria, en colaboración con UNICEF, la organización de las Naciones Unidas para la infancia.
La ONU dice que 150,000 niños menores de 5 años padecen desnutrición grave en Níger y más de 650,000 sufren desnutrición moderada. Esto se traduce en tobillos y muñecas apenas más anchas que el pulgar de un hombre.
El éxito del Plumpy’nut, que normalmente se proporciona a los niños y niñas durante cuatro semanas a un costo de $15 dólares para tratar este problema, plantea algunas preguntas incómodas, sobre todo para los gobiernos a cuyos menores beneficiará.
“Es barato de producir y transportar, así que ¿por qué no se fabrica localmente y se les da a los niños y niñas de toda África?” pregunta Adrian Hartley, un autor keniano blanco y comentarista en África. “Estos gobiernos siempre tienen dinero para comprar sus coches Merecedes y sus pistolas – ¿por qué no un Plumpy’nut?
“Una pasta de mantequilla de maní fortificada con leche y vitaminas está ayudando a salvar las vidas de miles de niños desnutridos en Níger que está azotado por la crisis”.
Los ojos negros de Hilinki Tchadoua brillan con vida. Abiertos como platillos enormes, miran desde su pequeño rostro como si apenas pudiera creer su buena fortuna, mientras se chupa los dedos de sus manos arrugadas.
A los diez meses, ella se encuentra demasiado débil y frágil para hacer algo más aparte de mover el brazo hacia atrás y hacia delante de la taza de plástico rojo a sus pies mientras lentamente lleva una sustancia de color marrón a su boca.
“Así de mal se pueden poner los niños“, dice la enfermera que trabaja en este centro de alimentación de emergencia para niños desnutridos en el sur de Níger. “Pero el cambio ya es increíble. Es como si pudieras ver su crecimiento frente a ti.”
Ousseina, su madre adolescente, asiente con la cabeza. “Antes de llegar aquí, no podía darle lo suficiente para comer. Ahora ella está creciendo fuerte otra vez.
En Níger, donde las Naciones Unidas dice que 150,000 niños podrían morir, Hilinki tiene suerte. Estaba tan gravemente desnutrida que fue admitida en esta clínica, a cargo de la organización Médicos Sin Fronteras (MSF), en su programa de alimentación intensivo de cinco días, y ahora se encuentra en medio de un festín con esta pasta amarillenta conocida como Plumpy’nut.
El Plumpy’nut – una mantequilla de maní fortificada rellena de leche y vitaminas – es justo el tipo de alimento que se recomienda que eviten los niños occidentales con sobrepeso. Pero para los niños con desnutrición tiene un efecto sorprendente, por lo que es el héroe indiscutible de la actual crisis en Níger, donde 3,6 millones de personas – 800.000 de ellos niños – se enfrentan a la escasez de alimentos.
Al cabo de dos días, el peso de Hilinki ha pasado de 4,6 kg a 5 kg. Permanecerá en la clínica durante tres días y recibirá seis comidas al día. Casi todas serán Plumpy’nut – una fusión de las palabras de maní y rechoncho – que puede añadir hasta 1 kg por semana para al peso de un niño hambriento.
“Es la única cosa en esta crisis que ha actuado con rapidez”, dice un asistente nutricional de MSF en referencia a la lenta respuesta de la comunidad internacional luego de un llamado tras otro frente a la actual tragedia en Níger.
A pocos metros, Absu, una niña de cuatro años de edad, cuyo pelo negro rizado se salpica con vetas rubias – uno de los signos de malnutrición grave – se sienta sobre una lámina de plástico a los pies de su abuela y también devora con avidez una placa de la pasta aparentemente mágica. “Ella se enfermó hace algún tiempo – desde el año pasado no hemos tenido suficiente para comer”, dice Abu, su abuela.
“He luchado cada día para encontrarle comida, pero nada funciona como las cosas que tienen aquí”. La madre de Absu murió hace dos años al dar a luz a otro niño.
El Plumpy’nut, ideado por un científico francés hace menos de dos años, es fácil de transportar y de administrar y ha cambiado la naturaleza de los esfuerzos para aliviar las crisis nutricionales. Se presenta en un pequeño paquete de papel de aluminio, de 2 pulgadas cuadradas, y se le da a las madres para que se lo den a los niños. Una vez de vuelta a un peso normal para su edad, los niños necesitan solamente un sobre al día para mantenerse saludables.
Anteriormente, los niños desnutridos se les daba leche y otras sustancias llenas de vitaminas en el hospital, por goteo. Tomaba varias semanas para que pudieran recuperar la fuerza, y todo ese tiempo ocupaban un valioso espacio en los centros de emergencia que se instalaban a toda prisa. Una vez que se iban de vuelta a casa, su única esperanza de supervivencia era que sus madres -a menudo débiles y hambrientas ellas mismas-, pudieran complementar su alimentación a partir de leche materna con fórmulas especiales de leche. Estas leches son costosas y en las zonas con pobres sistemas de suministro de agua, favorecen la propagación de otras enfermedades como la diarrea – que puede matar a los niños débiles. Los trabajadores humanitarios se muestran unánimes en su aprobación del producto.
“Normalmente, en una crisis como esta, varios niños recaen una vez dados de alta, pero aquí en Níger el número de regresos al hospital es muy bajo. Esto significa que estamos haciendo algo bien”, dice Johanne Sekkenes, el jefe de misión de MSF en Níger.
El Plumpy’nut se utilizó por primera vez el año pasado durante la crisis de Darfur, en el oeste de Sudán, pero es en Níger en donde ha demostrado su mayor eficacia. La crisis en este vasto país del desierto en África occidental no es una hambruna tradicional. Hay muchos alimentos en los mercados, pero los precios se han disparado debido a una mala cosecha después de años de sequía y, el año pasado, la peor plaga de langosta en 40 años.
“Esta es una crisis nutricional”, explica Johanne Sekkenes. “Los niños están sufriendo los efectos acumulativos de la mala alimentación, la falta de servicios de salud y las enfermedades como la diarrea. Es por eso que están en un estado mucho peor que los adultos”.
Las agencias de ayuda han advertido que si los esfuerzos de asistencia con alimentos ahora en curso no se mantienen y luego hay otra mala cosecha, se generará una catastrófica hambruna.
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*Artículo escrito por Jonathan Clayton y publicado originalmente en The Times el 12 de agosto de 2005.
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