¿Prevenir o curar la fístula?

Migrants in Kos, Greece

Entre uno y dos millones de mujeres necesitan cura urgente. Se estima que se origina en entre cien y ciento cincuenta parturientas cada día. La fístula es sintomática de sistemas de salud disfuncionales: una mujer a la que se le facilite la atención médica necesaria durante el parto no padecerá fístula.

Entre uno y dos millones de mujeres necesitan cura urgente. Se estima que se origina en entre cien y ciento cincuenta parturientas cada día. La fístula es sintomática de sistemas de salud disfuncionales: una mujer a la que se le facilite la atención médica necesaria durante el parto no padecerá fístula.

“Las mujeres la sufren allí donde no hay acceso a los servicios de salud”, dice el cirujano Geert Morren. “No hay que perder la dimensión social de este problema: son sobre todo las mujeres pobres y jóvenes las víctimas.

La fístula obstétrica supone la ruptura de la pared entre la vagina y la vejiga y/o el recto. Las mujeres afectadas no pueden, entonces, retener la orina o las heces. Se producen por partos difíciles y prolongados, por la presión constante durante largo tiempo de la cabeza del bebé contra el vientre de la madre. La presión ocasiona una interrupción del flujo de sangre a los tejidos durante un tiempo excesivo. En muchas ocasiones, además, el bebé no sobrevive. Este 23 de mayo, hoy, se conmemora por primera vez el día internacional para la eliminación de la fístula obstétrica.

“Para la madre es una experiencia muy traumática”, explica el cirujano Geert Morren, “no sólo el parto es largo y difícil, si no que en muchas ocasiones pierde el bebé y se encuentra entonces con una fístula que la deja incontinente”. Además de la afección médica, las mujeres son frecuentemente marginadas y excluidas de su entorno social. Afortunadamente, la fístula es, en la mayoría de los casos, curable mediante intervención quirúrgica. “Pero es poco atractivo para los cirujanos locales. Y para empezar, las operaciones son difíciles técnicamente. Si bien no requieren de material sofisticado, sí se requiere tiempo para dominar la técnica. Y no son intervenciones que interesen económicamente, porque la mayor parte de las pacientes son pobres”.

No habrá nunca entonces suficientes cirujanos para acudir en ayuda de todas las pacientes. Es por ello que hay que incidir en la prevención, en aportar servicios obstétricos de calidad. MSF se encuentra, pues, ante una decisión difícil: formar a ginecólogos para tratar fístulas o formarlos más para atender partos y privilegiar así la prevención.

“Los principios de MSF son de no desentenderse de proyectos de tratamiento de fístula sin invertir en la prevención”, explica Morren, “en Burundi, por ejemplo, MSF abrió en Kabezi una clínica especializada en curas obstétricas y en Gitega un centro para el tratamiento de fístulas. Desde el inicio del proyecto, más de mil pacientes han sido operadas. Si conseguimos formar a un número suficiente de personal para poder retirarnos, podemos decir que nuestro proyecto ha sido un éxito”.

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