RCA: Bangui, de vuelta a la violencia

Entre los días 7 y 17 de octubre se registraron en diversos puntos de la República Centroafricana (RCA) enfrentamientos armados que dejaron centenares de muertos y heridos, además de miles de desplazados y refugiados. La capital del país, Bangui, fue escenario de incidentes violentos que afectaron a la población civil y que, a la vez, dificultaron la labor de organizaciones como Médicos Sin Fronteras (MSF) en su intento de atender a los heridos.

Entre los días 7 y 17 de octubre se registraron en diversos puntos de la República Centroafricana (RCA) enfrentamientos armados que dejaron centenares de muertos y heridos, además de miles de desplazados y refugiados. La capital del país, Bangui, fue escenario de incidentes violentos que afectaron a la población civil y que, a la vez, dificultaron la labor de organizaciones como Médicos Sin Fronteras (MSF) en su intento de atender a los heridos.

Tanto las víctimas de violencia como los enfermos sufrieron muchas dificultades para acceder a hospitales y centros de salud. Durante estos diez días de violencia se vivió una inaceptable reducción del espacio de trabajo humanitario en la capital y en el resto del país.

Según la ONU, en esos diez días murieron 13 personas y 242 resultaron heridas. Además, se registraron aproximadamente 6.000 nuevos desplazados internos y 1.600 refugiados en la vecina República Democrática del Congo.

Delphine Chedorge, jefa de misión de Médicos Sin Fronteras

¿Por qué volvió la violencia a Bangui a principios de octubre?

El 7 de octubre, la tensión se elevó súbitamente en el plano político. La milicia Anti-balaka tachó de corrupta a la presidenta del país (Catherine Samba-Panza) y exigió su dimisión, demanda a la que se unió días más tarde la milicia rival, los ex-Seleka.

Por otra parte, el mismo día 7 un ataque con granada desencadenó los enfrentamientos en la capital. Poco después, el equipo de MSF recibió en el Hospital General de Bangui a 13 heridos, uno de los cuales murió. Hubo choques entre comunidades, pero el grueso de los enfrentamientos fue entre las milicias armadas y las fuerzas internacionales de pacificación
 

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© Aurelie Baumel/MSF

 

¿Cómo se vivieron esos días?

Desde el inicio de los nuevos enfrentamientos, la situación era explosiva en casi todo Bangui y la atención sanitaria y el acceso a centros sanitarios se tornó muy difícil. La ciudad quedó bajo el control de los diferentes grupos armados. Ataques, emboscadas y represalias tenían lugar regularmente, incluso cerca de nuestras viviendas, de los centros de salud y de nuestras oficinas. Las calles estaban vacías y la ciudad parecía paralizada, muerta. Taxis, motocicletas y coches privados tenían prohibido circular.

Debido a la inseguridad, las amenazas y las barricadas, los vehículos de algunas organizaciones tuvieron que suspender sus desplazamientos. Nuestros equipos, tanto el personal extranjero como el nacional, tuvieron muchas dificultades para moverse. Durante cinco días consecutivos nuestros equipos no pudieron llegar al barrio PK 5 (donde se refugia parte de la comunidad musulmana de la capital), que se vio particularmente afectado y donde MSF da apoyo a una clínica con atención pediátrica.

Durante uno de nuestros desplazamientos, una mujer se abalanzó angustiada contra nuestro coche con un niño herido en brazos. Vimos que ya estaba muerto porque no pudo llegar a un hospital a tiempo. Probablemente muchos otros pacientes y heridos quedaron bloqueados e incluso murieron en sus hogares por falta de transporte o miedo a moverse.

Durante estos diez días de violencia, la asistencia fue casi imposible y nos costó mucho acceder a heridos y enfermos. El espacio para los trabajadores humanitarios en Bangui y en todo el país se redujo de forma intolerable. Otros actores humanitarios como la Cruz Roja fueron amenazados y se les impidió recoger cadáveres o transportar heridos. Se registraron hasta seis incidentes de seguridad directamente dirigidos contra trabajadores humanitarios.

¿Qué se pudo hacer desde MSF?

En diez días, nuestros equipos recibieron más de un centenar de heridos: 90 en el Hospital General, 54 en nuestro dispensario de M'Poko y 16 en el hospital Castor. En su mayoría presentaban heridas de bala o granada, pero también por machete. La mayoría llegaban por su cuenta y a veces varios días después de recibir la herida.

Los suministros de material sanitario y medicamentos fueron enviados al Hospital General, donde se activó el plan de acción en caso de llegada masiva de personas heridas. También se organizaron turnos de 48 horas de modo que el personal local pudiera dormir y comer en el hospital sin exponerse al riesgo de los enfrentamientos en las calles. Ese personal sanitario aseguró el funcionamiento de las urgencias a pesar de saber que sus familias estaban en riesgo, especialmente en algunos barrios. Fue muy difícil para ellos.

 

 

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© Aurelie Baumel/MSF

 

¿Cómo se puede analizar este brote de violencia?

La naturaleza de estos enfrentamientos de octubre no es la misma que la de los últimos meses. El aumento de los robos y la estrategia de los grupos armados contra los servicios básicos amenazan la atención sanitaria, que es crucial en un país donde todos los servicios públicos, sobre todo la salud, están cada vez más debilitados. Aunque MSF no ha sido directamente objetivo de los últimos enfrentamientos, la constante reducción del espacio de trabajo de los actores humanitarios, tanto en Bangui como en el resto del país, priva a la población de la asistencia de emergencia y pone en peligro a los equipos.

Desde 1997, MSF es un agente clave de salud en la República Centroafricana, y lo es aún más es desde que que el país y su sistema de salud están de nuevo en crisis. En pleno pico anual de malaria, hoy una enfermedad más mortal que la violencia en el país, una retirada aunque sea parcial castiga a una población que ya ha sufrido mucho. Sin asistencia están en peligro de muerte muchos niños, que son las primeras víctimas de la malaria.

¿Cómo está Bangui ahora?

Aunque algunas organizaciones humanitarias siguen sin poder trabajar, desde el día 20 se ha reanudado la actividad normal en Bangui, al menos durante el día. Pero al anochecer se inician los robos y ningún vehículo puede moverse. No pasa una noche sin que muchos vecinos, incluido el personal humanitario local, vean sus casas saqueadas y tengan que poner a sus familias en lugar seguro en campamentos de desplazados, donde las condiciones de vida son muy precarias.

Es necesario que los grupos armados y las comunidades locales respeten escrupulosamente los equipos, las estructuras y los vehículos que prestan ayuda, así como el derecho de los pacientes y heridos a recibir atención de manera segura. No es la primera vez que MSF hace este llamamiento, pero seguiremos insistiendo. Bangui volverá a la calma, pero eso no la convierte en una ciudad tranquila, y podemos esperar más repuntes de violencia.

MSF trabaja en la República Centroafricana desde 1997 Desde 2013, MSF ha casi duplicado su asistencia médica en la RCA, de 10 a 17 proyectos, para responder a la crisis actual.

 

 

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