RCA: las comunidades musulmanas huyen de Bossangoa ante el miedo a represalias

En la ciudad de Bossangoa (en el noroeste de la República Centroafricana), las casas están vacías. Desde principios de diciembre todos sus habitantes se han refugiado en dos campos de desplazados mientras se acentuaba la escalada de violencia entre grupos armados, que han hecho de la población civil, de una religión u otra, su objetivo.

En la ciudad de Bossangoa (en el noroeste de la República Centroafricana), las casas están vacías. Desde principios de diciembre todos sus habitantes se han refugiado en dos campos de desplazados mientras se acentuaba la escalada de violencia entre grupos armados, que han hecho de la población civil, de una religión u otra, su objetivo.

Así en uno de los campos se concentran 30.000 civiles cristianos amenazados por la milicia Séléka, mientras que en el otro campo hay 8.000 musulmanes que viven con miedo a los ataques de la milicia anti-Balaka.

Los cambios de la dinámica de poder en Bangui, con la dimisión a principios de enero del presidente Michel Djotodia, que llegó al poder mediante golpe de Estado propiciado por la coalición Séléka, ha supuesto la retirada de este grupo armado de determinadas zonas del país y que las milicias cristianas anti-Balaka hayan ganado territorio en la zona noroeste. Ante la amenaza y el miedo a los anti-Balaka son muchas las familias musulmanas que emprenden la huida hacia otras poblaciones e, incluso, el camino del exilio hacia países vecinos como Chad o Camerún.

El miedo en Bossangoa ha forzado a 8.000 desplazados de religión musulmana a tratar de salir del país, el pasado jueves y viernes, en camiones alquilados en los que llevarse sus pertenencias. Hasta entonces, habían encontrado refugio en una escuela abandonada de la ciudad. Tras haber sufrido ataques por los anti-Balaka, tenían demasiado miedo ha regresar a sus casas, pese a que se encontraban a escasos centenares de metros de la escuela donde se refugiaban.

Los veinte camiones alquilados que llevarían a la población musulmana de Bossangoa a Chad no fueron suficientes para transportar a 8.000 personas y los primeros en emprender la ruta fueron mujeres y niños. Los hombres se quedaron en el pueblo, con la esperanza de poder salir más adelante.

Mucha gente está traumatizada, no solo por la violencia, si no por el repentino surgimiento de odios religiosos en su propio país. “Yo nací aquí, no entiendo este odio contra nosotros”, se lamentaba un hombre musulmán ante los equipos de MSF. “Aquí nosotros somos los que comerciamos, los que vendemos azúcar y café. Quiero volver cuando vuelva la paz a República Centropafricana”. El hombre había dispuesto a su familia en un camión y él pretendía ir a su encuentro más tarde, en cuanto le fuera posible.

Bossangoa no es la única ciudad testigo del pánico entre la población musulmana. En otras poblaciones del noroeste del país también se registra la huida de parte o toda la población, amedentrada ante posibles ataques de los anti-Balaka, las milicias cristianas que surgieron en el mes de septiembre como reacción ante las atrocidades cometidas por los Séléka entre la población civil. En la capital, Bangui, también se ha registrado la huida de comunidades musulmanas.

MSF empezó sus actividades de emergencia en Bossangoa en mayo de 2013, cuando sucesivos estallidos de violencia forzaron a miles de personas a abandonar sus hogares y buscar refugio en campos improvisados.

En Bossangoa, los equipos de la organización dan apoyo al hospital y asistencia médica a las 35.000 personas que viven en los dos campos, independientemente de su religión, su etnia o afiliación política. Desde principios de octubre, en ese hospital MSF ha llevado a cabo más de 170 operaciones quirúrgicas, la mayoría de las cuales están relacionadas con la violencia. Además, 600 niños fueron tratados de desnutrición severa y se atendieron 14.000 consultas, de las cuales 6.000 eran casos de malaria. A su vez, MSF ha construido letrinas en los dos campos y proporciona agua a los desplazados.

Desde julio de 2013, más 900.000 personas han huido de sus casas a causa de la escalada de violencia, los asesinatos por venganza, los incendios provocados y los saqueos, según datos de Naciones Unidas. Se está prestando mucha atención a la situación de las poblaciones en centros urbanos como Bangui o Bossangoa, pero miles de personas se encuentran huidas en los bosques y muy poco se sabe de ellas. MSF subraya su preocupación por las muy precarias condiciones de vida a las que se enfrentan dichas personas, lo que les hace muy vulnerables a enfermedades como la malaria, y ha puesto en marcha varias clínicas móviles para proporcionar atención sanitaria a las personas que permanecen escondidas en el bosque. A pesar de esto, un número desconocido de personas siguen allí sin refugio, sin comida, sin agua potable y sin recibir ningún tipo de atención médica.

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