Refugiándose de los bombardeos israelíes en Baalbek, Líbano

Dos mujeres refugiada cuentan cómo han cambiado sus vidas tras los bombardeos israelíes.

Vista general de la destrucción en Baalbek debido a los bombardeos israelíes.
Vista general de la destrucción en Baalbek debido a los bombardeos israelíes. © Fouad Ghanem/MSF

El 23 de septiembre, tras casi un año de ataques cruzados entre las fronteras a lo largo del sur del Líbano, se intensificaron los bombardeos israelíes. Éstos causaron desplazamientos masivos que han superado la capacidad del país para proporcionar refugio adecuado a sus habitantes.

El primero de noviembre, nuestro equipo se reunió con mujeres refugiadas en una escuela junto a sus familias en Bichwet, en la gobernación de Baalbek Hermel.

La vibrante sonrisa de Fátima se desvaneció lentamente luego de entrar al salón. Los escritorios y sillas están apilados a un lado del cuarto, dejando espacio a las colchonetas acomodadas en el suelo. Ella preferiría estar en una escuela para pedir educación para sus tres hijos, no buscando refugio.

 

Vista de los comercios cerrados en Baalbek.
Debido a los bomabrdeos israelíes, los comercios cerraron en Baalbek. 08 de noviembre de 2024. © Fouad Ghanem/MSF

 

“No quería dejar nuestra casa, realmente no quería”, dice Fátima. Tiene 43 años. “El día que fuimos forzados a huir fue el más difícil”.

El 29 de septiembre, Fátima recogió rápidamente un par de colchonetas y sábanas y salió de la casa mientras había un bombardeo. Casi cinco minutos después, la casa de su vecino en Kfarden fue bombardeada.

“Estoy agradecida por haber salvado a mi hijos”, comenta. “Mi esposo y yo vivimos por ellos. Estamos bien físicamente, pero no mentalmente. Debemos tener paciencia y esperar que la guerra termine”.

Fátima se seca sus lágrimas y coloca una cafetera en una cocina portátil. Su vibrante sonrisa regresa y dice: “Somos de Baalbek, honramos a nuestros invitados con lo que tenemos a nuestra disposición”.

Iqbal toca la puerta y entra. La mujer de 60 años fue forzada a dejar su pueblo, Boudai. Llegó a la escuela el mismo día que Fátima.

 

Vista general de la destrucción en Baalbek debido a los bombardeos israelíes.
Vista general de la destrucción en Baalbek debido a los bombardeos israelíes. © Fouad Ghanem/MSF

 

“No pudimos dormir en toda la noche por los constantes bombardeos a nuestro alrededor”, relata Iqbal. “Cuando salió el sol huimos sin nada. No sabíamos a donde íbamos, solamente corrimos por nuestra vidas”.

Iqbal logró conseguir algunas colchonetas y sábanas para ella, su padre y sus tres hermanos.

“No sabemos nada de nuestra casa”, dice. “Extraño mucho mi hogar, y las cosas que daba por sentado. Es peligroso regresar a casa. Es indigno estar aquí”.

Mientras beben café, sus pláticas se llenan con una compartida sensación de nostalgia por el reciente pasado. Fátima hace algo que Iqbal no se ha atrevido a hacer: ella arriesga su vida cada pocos días y regresa a casa.

“No tenemos duchas en esta escuela y el clima es helado aquí en las montañas”, afirma Fátima. “No podemos darnos el lujo de calentar agua en la cocina. Tampoco podemos darnos el lujo de tener a nuestros niños y niñas enfermas. Ya me hice a la idea de que esta es nuestra vida ahora”.

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