República Centroafricana: “Había enfrentamientos justo fuera de las puertas de nuestro hospital”

Johan Berg trabaja como doctor para Médicos Sin Fronteras (MSF) en Bangassou, una pequeña localidad en República Centroafricana, en el sureste del país en la frontera con República Democrática del Congo. Entre otros proyectos en el país, MSF gestiona un hospital y tres centros de salud aquí en colaboración con el Ministerio de Salud centroafricano.

Johan Berg trabaja como doctor para Médicos Sin Fronteras (MSF) en Bangassou, una pequeña localidad en República Centroafricana, en el sureste del país en la frontera con República Democrática del Congo. Entre otros proyectos en el país, MSF gestiona un hospital y tres centros de salud aquí en colaboración con el Ministerio de Salud centroafricano. 
 
"Me despertó nuestro responsable de logística a las 6.00 del sábado por la mañana. Me informó que había enfrentamientos abiertos en la localidad. No me esperaba que ocurriría de forma tan repentina, incluso aunque sabíamos que había un alto riesgo. No se escuchó ningún sonido salvo los disparos. Nadie se atrevió a salir de su casa. Tras recibir información de que todos los puentes que llevaban al hospital habían quedado destruidos, nos fue imposible llegar al hospital en coche.
 
Después de evaluar la situación de seguridad, decidimos enviar un equipo al hospital para tener una idea de la situación allí. Nuestra ambulancia, aparcada en el hospital, se encontró con nosotros en el río y el equipo cruzó a pie. La situación de seguridad no me permitió ir al hospital ese primer día. Fue difícil quedarme al margen sin ser capaz de hacer nada para ayudar.
 
Pude ir al hospital el domingo. El barrio de Tokoyo, una parte de la localidad próxima al hospital, había sido incendiado. Todavía se escuchaban las balas. Las únicas personas que se atrevían a acudir al hospital eran aquellas que no tenían otra elección: los heridos, muchos de los cuales tenían heridas de bala. 
 
 
Normalmente, unos 100 pacientes al día llegan a nuestra sala de emergencias, la mayoría de ellos niños. Pero ese día no vino ninguno y hasta donde sé, la mayoría, si no ninguno, de los centros de salud estaban operativos. Los pacientes que vienen a nuestro hospital normalmente están muy enfermos, especialmente teniendo en cuenta que estamos en medio de la temporada de malaria.
 
Era duro saber que todos estos pacientes que normalmente deberían venir a nuestro hospital estaban en los pueblos y en el bosque escondidos sin ningún tratamiento. Sabemos que esto significa que morirán y que aquellos que sobrevivan estarán muy enfermos cuando finalmente se atrevan a venir. 
 

Los heridos seguían llegando.

 
El lunes los heridos seguían llegando. Muchos estaban gravemente heridos. Unas pocas personas enfermas con otras dolencias también llegaron. Vimos a niños convulsionando por malaria grave, inconscientes porque tenían poca azúcar en la sangre y/o anemia. También vimos a personas en grave shock emocional. Una mujer, que estaba embarazada de cinco semanas, había visto asesinar a su marido delante de sus ojos. Después de eso la ataran y la golpearon con la culata de un fusil. Ella, como cientos de otros más, huyeron al hospital para buscar protección. Tenía 20 años y estaba allí con sus cuatro hijos. El estrés era demasiado para ella. Apenas se podía mantener de pie, mucho menos caminar. 
 
Tanto el domingo como el lunes hubo enfrentamientos justo fuera de las puertas de nuestro hospital. Varias veces tuvimos que tirarnos al suelo para refugiarnos mientras intentábamos dar atención médica a nuestros pacientes. 
 

Trabajadores heridos

 
Muchos de nuestros colegas nacionales estaban desaparecidos. Progresivamente recibimos noticias de su estado y ahora tenemos noticias de casi todos. Algunos trabajadores permanecen en el hospital; muchos de ellos llegaron con sus hijos y no se atreven a marcharse. Muchos también han huido de la violencia y están escondidos.
 
Nos faltan muchas de las personas que son cruciales para garantizar que los servicios del hospital siguen funcionando en un momento de tanta necesidad: enfermeras, pero también personal de apoyo como el de limpieza. Algunos trabajan las 24 horas. Después de eso, duermen unas pocas horas y comienzan a trabajar de nuevo. Dado que todos los mercados están cerrados y la situación de seguridad hace imposible que los aviones aterricen, es difícil para nosotros encontrar alimento suficiente para nuestro personal y para nuestros pacientes. 
 
Solo tenemos un cirujano que está trabajando tan rápido como puede pero el alto número de pacientes significa que muchos tienen que esperar para la operación. Un ejemplo es un niño de 15 años que tiene una herida de bala penetrante en el pecho. Apoyamos a nuestros pacientes todo lo mejor que podemos con antibióticos, líquidos y trasfusiones de sangre hasta que pueden ser operados. Tan pronto como un avión pueda aterrizar esperamos tener algunos refuerzos.
 
Hemos recibido informaciones de varias muertes por los combates. No está claro cuántas. La Cruz Roja nos tuvo que pedir prestadas bolsas para cadáveres para ser capaz de enterrar a algunos de los muertos. 
 

Población desplazada

 
Una buena parte de la población está desplazada. Algunos están escondidos en el bosque, otros en el pueblo. Hemos enviado un equipo a un lugar donde más de 1,000 personas están escondidas. Muchas están deshidratadas por el calor. Carecen de comida y agua potable y están viviendo en condiciones que podrían llevar a la propagación de enfermedades. Hemos podido darles algunas sales de rehidratación, nutrición de emergencia y atención médica y les estamos ayudando a establecer instalaciones de saneamiento. 
 
La ciudad está un poco más tranquila, sin embargo aún no es segura. Aunque más pacientes están llegando al hospital, todavía estamos viendo principalmente a aquellos que están gravemente enfermos, la mayoría de ellos niños. Las salas se están llenado con enfermos y carecemos de personal. No hay suficiente espacio. Algunos de los heridos están en tiendas de campaña en el recinto del hospital donde la temperatura es de 40 grados durante el día. También yacen apretados unos contra otros en colchones en nuestras oficinas. 
 
Es probable que los enfermos sigan llegando y que el hospital siga llenándose. El personal está agotado. Nuevos brotes de violencia podrían comenzar en cualquier momento. La población necesita seguridad, atención médica, agua potable, tratamiento contra la malaria y apoyo psicológico. Seguiremos haciendo nuestro trabajo".
 

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