Respondemos a la COVID-19 en la Amazonia Peruana

COVID-19 intervention in the Amazon region of Peru

Nuestro equipo llegó a mediados de julio a San Lorenzo, una ciudad dentro del distrito de Barranca, en la provincia del Datem del Marañón en la región de la Amazonia Peruana. La logística para llegar fue realmente un desafío. Nos tomó dos semanas a los seis miembros internacionales de nuestro equipo llegar a destino desde sus respectivos países por medio de aviones, avionetas y lanchas por el río Amazonas.

Nuestro equipo llegó a mediados de julio a San Lorenzo, una ciudad dentro del distrito de Barranca, en la provincia del Datem del Marañón en la región de la Amazonia Peruana. La logística para llegar fue realmente un desafío. Tomó dos semanas a los seis miembros internacionales de nuestro equipo llegar al destino desde sus respectivos países por medio de aviones, avionetas y lanchas por el río Amazonas.

Iniciamos el viaje luego que de MSF recibiera una alerta sobre la saturación de los centros de salud en San Lorenzo por la pandemia de COVID-19.

En el Datem del Marañón no hay hospitales, sino centros de salud. El hospital más cercano se encuentra a 128 km y los pacientes son referidos en avioneta. Los niveles de los centros de salud se diferencian según el tipo de profesionales médicos con los que cuentan, las camas de observación y otros servicios.

En el Datem del Marañón cuentan solo con dos centros de salud avanzados con atención médica integral ambulatoria y con internamiento de corta estancia, uno en San Lorenzo y otro en Andoas. Ninguno de los dos ofrece cirugía ni terapia intensiva. La mayoría de los centros de salud son de niveles mucho más bajos, y se encuentran en su mayoría en la zona del río Morona. Las personas que viven en los poblados del norte deben viajar por más de 12 horas en lancha (si logran conseguir la rápida) para poder llegar al primer centro de salud con un médico.

Luego de casi dos semanas evaluando la situación de la COVID-19 en la ciudad de San Lorenzo, visitamos centros de salud de distintas zonas que nos permitieron conocer aún más la situación.

 

 

La mayoría de las comunidades cuentan solo con centros de salud básicos donde el único personal de salud son técnicos en enfermería u obstetricia. Las referencias son complicadas, mediante lanchas llamadas “chalupas” que no se encuentran en el mejor estado. Les faltan luces, algunas no tienen techo, y no están adaptadas al correcto transporte de los pacientes (por ejemplo la imposibilidad de colocar las camillas y el oxígeno de manera segura). Además los motores son pequeños, lo que hace que las horas de viaje hasta los centros de salud sean largas. Sumado a estas complicaciones, la gente en general prefiere no ser referida por temor a no poder regresar a sus hogares.

A medida que nos adentrábamos en el río, estas necesidades se iban acrecentando y las comunidades decían sentirse abandonadas. Algunos incluso nos expresaron su descontento con las “falsas promesas” de distintos actores, organizaciones o grupos que habían llegado hasta sus centros prometiendo cosas para luego no cumplirlas.

En todo el mundo las personas han creado distintas creencias o “mitos” sobre cómo se transmite, previene y cura la COVID-19; las comunidades originarias del Amazonas no son la excepción. Los pacientes fueron tratándose con métodos tradicionales para tratar las gripes y resfriados. Lo que ha sido difícil fue la creencia de que el frío mataba. Esto provocó que mucha gente no quiera ir a los centros de salud o recibir terapia con oxígeno (el principal tratamiento para pacientes severos de COVID-19). Al mismo tiempo, varios de los profesionales en los centros de salud reportaron no tener un conocimiento profundo sobre el virus SARS-Cov2, más allá de manifestar que podían mejorarse la prevención y el control de infecciones.

En algunas comunidades hubo más casos que en otras, pero en general hubo pocos fallecidos, tal vez por la población mayoritariamente joven o por el buen estado de salud en general de las personas, que hace que haya menos enfermedades de riesgo como hipertensión y diabetes. Algo que nos repitieron mucho fue que “la mayoría de la población ya tuvo COVID-19”. Hasta nos llegaron a decir que creen que un 80% de la población ya se contagió, lo cual sería bastante anómalo ya que países como Italia o Estados Unidos la tasa de infección de la población es menor al 20%. Creemos que esto puede ser posible por la llegada del coronavirus en coincidencia con la época del pico de enfermedades respiratorias, lo que hizo que se le confunda como COVID-19 en lugar de alguna otra enfermedad.

Viendo todas estas variables y teniendo en cuenta las limitaciones de nuestros propios recursos, decidimos elegir una cantidad específica de centros de salud a los que podíamos dar soporte, seleccionándolos estratégicamente por geografía y cantidad de población cubierta, sin importar con qué nivel de salud contaban y tratando de cubrir la mayor cantidad de etnias posibles. Seleccionamos 12 centros de salud y se realizaron capacitaciones de dos días en las que se compartía con el personal de los centros información sobre el virus, la enfermedad, el tratamiento y su prevención. También brindamos recomendaciones en control de infecciones, gestión de residuos y promoción de la salud. Para completar las formaciones, se realizaron donaciones de materiales. Los objetivos fueron prevenir una segunda ola y aportar recomendaciones generales sobre cómo prevenir infecciones o complicaciones a futuro con cualquier otra enfermedad infecciosa.

Para acceder a ciertas comunidades tuvimos que hablar con las autoridades y tomar las precauciones debidas. Cargamos dos lanchas con materiales y nos fuimos río arriba por unas largas horas. En los pueblos más alejados tuvimos la oportunidad de dormir en las casas de la comunidad con nuestras hamacas con mosquitera. Algunas comunidades no cuentan con agua ni luz y dependen del agua de lluvia o del río. Al terminar las visitas finales, uno de los representantes de la comunidad nos expresó su agradecimiento y remarcó: “la política arruina la salud, pero ustedes no son política”.

La amazonia peruana fue duramente golpeada por la COVID -19 y sus problemas estructurales empeoraron la situación. La comunidad es fuerte, pero necesitan ayuda y soporte más allá de la COVID-19. Sobre todo necesitan que los escuchemos y respondamos a las necesidades que ellos creen prioritarias.

 

 

Marcela “Kuki” Mendonça es una enfermera de Argentina que está apoyando la respuesta de MSF a la COVID-19 en la región de la Amazonia Peruana. MSF está tratando pacientes en los hospitales de Tarapoto, Huánuco and Tingo María y está dando apoyo a centros de salud primarios en la provincia del Datem de Marañón mediante donaciones y capacitaciones.

 

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