“Solo quiero comenzar una nueva vida”

Surviving conflict in northeast Nigeria

Fátima tiene 18 años y es de la localidad de Geidem, en el estado nororiental de Yobe, en Nigeria. Solo tenía 14 años cuando miembros de un grupo armado no estatal irrumpieron en su pueblo natal. Fátima fue separada de su familia y obligada a casarse.

Fátima tiene 18 años y es de la localidad de Geidem, en el estado nororiental de Yobe, en Nigeria. Solo tenía 14 años cuando miembros de un grupo armado no estatal irrumpieron en su pueblo natal. Fátima fue separada de su familia y obligada a casarse. Ha pasado los últimos cuatro años viviendo a caballo entre el bosque y una aldea situada en un área que no está bajo el control del gobierno. Fátima llegó a Pulka en mayo. Ahora se encuentra en un campamento para desplazados internos, junto con su hijo de tres años, Mustafá, y su hija de 18 meses, también llamada Fátima. La niña está desnutrida y tiene diarrea y fiebre.

 

La infancia

Solía tener una vida normal. Vivíamos en una pequeña casa hecha de arcilla con una habitación y cocinábamos afuera. Geidem era un lugar agradable y tenía muy buenas amigos, como Zarha. Nuestra familia era grande: mi padre se casó con dos mujeres. Por parte de mi madre éramos nueve personas, y del otro lado había siete. Varios de mis hermanos murieron a causa de enfermedades antes de que yo naciera.

Mis padres eran granjeros, cultivaban y yo ayudaba en la granja. También vendía verduras en el mercado local. Quería estudiar porque soñaba con ser médica. Aspiraba a ayudar a los demás, pero después de morir mi padre, mi madre me pidió ayuda. No tuve más remedio que abandonar la escuela. Estar con mi familia me hacía feliz. Guardo muy buenos recuerdos de mi infancia.

El ataque

Era un domingo por la tarde, hace cuatro años. Había ido al mercado cuando vi a gente corriendo por todas partes. Una persona que estaba cerca me dijo: "Boko Haram ha venido a atacar Geidem". Corrí a casa. Muchos jóvenes vestidos con jerséis, camisas y equipamiento militar tomaron el pueblo durante dos días, pidiendo a otros que se les unieran. Fueron casa por casa, buscando chicas jóvenes. Llevaban armas y mi madre estaba asustada. Me eligieron y me casaron con uno de ellos, a cambio de una dote de 25.000 nairas nigerianos (alrededor de 70 dólares). No recuerdo a cuántas tomaron, pero creo que eran más de 50 chicas de entre 12 y 20 años. Nos subieron en camionetas y nos llevaron al bosque. El viaje a través del desierto duró tres días. Solo nos deteníamos a dormir por la noche.

La vida en el bosque

Los primeros dos años tras el ataque viví en el interior del bosque de Sambisa [el bastión de un grupo armado no estatal que lucha contra el ejército nigeriano]. Cuando llegamos, había otras mujeres en una casa que cocinaban para nosotros. Estaba muy triste puesto que acababa de separarme de mi familia. Mi esposo, un hombre de 30 años, era un comerciante que manejaba una tienda donde vendía aceite para cocinar, verduras…

Durante mucho tiempo no hubo operaciones militares en los alrededores. Algunas personas llevaban armas, otras no. Di a luz a mi primer hijo, Mustafá, en casa, a pesar de que había una clínica que proporcionaba algunos servicios básicos cerca. En la clínica había medicamentos e incluso admitían a pacientes. La visité cuando me puse enferma durante el embarazo. Un día, después de dos años, mi esposo decidió que debíamos marchar y fuimos a un pueblo fuera del bosque. Nos tomó 24 horas llegar. El pueblo era más grande, con un mercado y un hospital. Pero las cosas se pusieron más difíciles ya que no teníamos comida, a diferencia de cuando estábamos en el bosque.

 

La huida a Pulka

Siempre he echado de menos a mi familia, pero un día sentí que era hora de intentar volver a buscarlos. Había visto a gente salir del bosque con éxito. Marché por la noche y llegué a Pulka después de tres días. Algunas personas me habían explicado cómo ir, así que sabía que podía hacerlo. Tenía miedo de ser asesinada en el camino, ya fuera por Boko Haram o el ejército. En el camino me topé con algunos soldados y ellos me llevaron a Pulka.

Desde entonces, he vivido en el campo de tránsito [donde la gente espera en refugios comunales antes de que se le proporcione una tienda familiar]. No conocía a nadie y durante esos primeros días fue muy difícil. Luego llegué al hospital de MSF y las cosas comenzaron a mejorar. El mayor desafío es no tener suficiente comida. Estamos durmiendo en una escuela de UNICEF, por lo que debemos salir de ahí cada mañana. No tenemos ninguna pertenencia ni ropa nueva. Me gustaría volver al estado de Yobe y ver a mi madre. Solo quiero comenzar una nueva vida.

 

LEER MÁS

"La situación en el noreste de Nigeria se está deteriorando después de años de conflicto"

Compartir