Somalia: MSF condena los ataques contra personal humanitario

La organización pide la liberación de sus dos trabajadoras secuestradas.
Médicos Sin Fronteras (MSF) expresa su más absoluto rechazo ante estas acciones que hacen peligrar proyectos médicos esenciales, ya de por sí insuficientes para responder a las enormes necesidades de la población somalí.

La organización pide la liberación de sus dos trabajadoras secuestradas. Médicos Sin Fronteras (MSF) expresa su más absoluto rechazo ante estas acciones que hacen peligrar proyectos médicos esenciales, ya de por sí insuficientes para responder a las enormes necesidades de la población somalí.

El pasado 29 de diciembre, dos expatriados de MSF, Phillipe Havet y Andrias Karel Keiluhuo, fueron asesinados a tiros en Mogadiscio, donde trabajaban en proyectos de emergencia de la organización médico-humanitaria. Hace tres meses, otras dos trabajadoras de MSF, Montserrat Serra y Blanca Thiebaut, fueron secuestradas en los campos de refugiados de Dadaab, en el norte de Kenia, donde también prestaban asistencia de emergencia a la población somalí que huía del hambre y la violencia en su país.

MSF se encuentra ante el difícil dilema de trabajar en un contexto como Somalia, donde las necesidades no son solo extremadamente agudas sino que también los riesgos para la seguridad de su personal son excepcionalmente elevados. Frente a esta realidad, MSF reclama a todas las partes, en especial a las autoridades que controlan las áreas de Somalia donde permanecen retenidas las dos trabajadoras de la organización secuestradas, que hagan todo lo posible para facilitar su pronta liberación.
MSF trabaja ininterrumpidamente en Somalia desde 1991, asistiendo a población somalí necesitada de ayuda urgente, independientemente de su origen o pertenencia a cualquiera de las partes en conflicto. Durante los últimos seis meses, MSF ha atendido a 225,000 pacientes en Somalia, vacunado a 110,000 niños y tratado a 30,000 niños con desnutrición en 14 proyectos dentro del país.
Asimismo, la organización proporciona asistencia a refugiados somalíes a través de nueve proyectos en Kenia y Etiopía, donde también resulta cada vez más complicado encontrar el equilibrio entre las masivas necesidades médicas de la población y los riesgos que los equipos de MSF tienen que asumir. El resultado es que la población somalí, extremadamente vulnerable tras 20 años de guerra civil, intervenciones internacionales y colapso institucional, recibe menos ayuda de la que necesita.
“Con el fin de poder continuar con su actividad médico-humanitaria en Somalia y asistir a la población afectada por el conflicto, MSF necesita que todas las partes implicadas en el mismo, tanto los líderes como la población de Somalia, respalden a la organización en su trabajo y ayuden a garantizar la seguridad de sus trabajadores”, apunta el presidente internacional de MSF, el doctor Unni Karunakara. “En el caso de nuestros compañeros Philippe y Kace, este respaldo fracasó con trágicas consecuencias. En el caso de Blanca y Montserrat, los líderes y el pueblo de Somalia tienen la responsabilidad de facilitar la segura y pronta resolución de su secuestro”.

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