Somalia y Somalilandia: La sequía intensifica la crisis sanitaria

La grave escasez de agua y los pastos secos han diezmado el ganado, afectando los medios de vida de las comunidades agricultoras somalíes

Hosopital Regional Bay, Baidoa, Somalia, 2022
Ahmed Ilyas, médico de MSF, examinando a una bebé en Baidoa, Somalia. © Dahir Abdullahi/MSF

Somalia y Somalilandia se enfrentan a una de sus peores sequías en décadas, luego de cuatro malas temporadas de lluvias y una invasión de langostas que recorre el Cuerno de África. La grave escasez de agua y los pastos secos han diezmado el ganado, afectando los medios de vida de las comunidades agricultoras somalíes. A medida que se pierden las cosechas y aumentan los precios de los alimentos, se debilita la capacidad de las personas para evitar el hambre. 

La sequía y la continua inseguridad han obligado a cientos de miles de personas a mudarse de las zonas rurales y asentarse en los centros urbanos con la esperanza de encontrar alimentos, agua potable, refugio y atención sanitaria. Muchas personas también han buscado refugio en campos para personas internamente desplazadas, donde faltan baños, estaciones para lavarse las manos y agua potable. 

En los proyectos de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Baidoa, Mudug, Jubaland, Hargeisa y Las Anod, las y los pacientes nos han explicado que necesitan asistencia humanitaria para sobrevivir. Muchas personas nos han descrito sus desafiantes viajes en busca de ayuda. Estos viajes pueden incluir caminar durante más de 20 días, o hasta 150 kilómetros, y perder a familiares mientras se desplazan. 

“Caminamos durante 20 días con nuestros hijos en brazos”, dice un hombre de 75 años que llegó recientemente a un campo en la región del Bajo Jubba con su numerosa familia. “No teníamos burro para transportar a nuestros hijos e hijas, así que tardamos 20 días en llegar aquí. Nuestros burros murieron a causa de la sequía y no teníamos dinero para un coche. Vinimos al Bajo Juba porque escuchamos que las familias que perdieron su ganado podrían recibir asistencia”. 

Para muchas personas, llegar a un campo no garantiza que reciban alimentos, agua y refugio. El personal de MSF habló con 60 personas en varios campos y la mayoría describió no tener acceso al agua potable. 

“Caminamos durante ocho días, entre 120 y 150 kilómetros”, dice una mujer de 65 años que actualmente vive en un campo para familias desplazadas en Afmadow. “Nuestro ganado murió por la sequía. Escuchamos que una organización está distribuyendo alimentos en los campos de Afmadow. Me registré pero no he recibido nada. Estoy esperando, todos están esperando”. 

 

Una crisis de sanitaria que se agrava 

La sequía se suma a las décadas de conflicto, las recurrentes perturbaciones climáticas, los frecuentes brotes de enfermedades y el aumento de la pobreza que han estado afectando a la población somalí. 

Mientras la sequía empeora, los somalíes también están luchando contra un gran brote de sarampión. Las enfermedades comunes y prevenibles, como el sarampión y la diarrea, han sido las principales causas de muerte entre las niñas y niños de Somalia y Somalilandia. La escasez generalizada de agua y la inseguridad alimentaria están creando las condiciones necesarias para que estas enfermedades se propaguen rápidamente.  

“La población somalí se enfrenta a una serie de crisis, una tras otra”, explica Djoen Besselink, representante de Médicos Sin Fronteras en Somalia. “Estamos escuchando historias de desesperación, con algunas personas que nos dicen que se han enfrentado a la imposible elección de dejar morir a una niña o niño para salvar a otros”.  

 

Brote de sarampión de rápida propagación 

Los equipos de Médicos Sin Fronteras han visto cerca de 6,000 casos sospechosos de sarampión entre principios de año y mediados de mayo en múltiples hospitales de Somalia y Somalilandia. 

Las tasas de vacunación entre las niñas y los niños en Somalia se encuentran entre las más bajas del mundo, y esto se ha visto exacerbado en los últimos años, ya que la  COVID-19 y la inseguridad han obstaculizado los esfuerzos para administrar la vacunación de rutina a niñas y niños menores de cinco años. 

“En febrero, el hospital que apoyamos en Baidoa ya trató a más de 2,500 niñas y niños con sarampión desde el comienzo del brote”, comenta Bakri Abubakr, gestor de programas de Médicos Sin Fronteras en Somalia. “Nuestros 20 centros de alimentación terapéutica para pacientes ambulatorios alrededor de Baidoa admiten entre 700 y 1,000 niñas y niños por semana”, dice Bakri. 

 

Los niños y niñas tienen tres veces más probabilidades de morir de cólera 

Baidoa también registró sus primeros casos de cólera en abril de 2022. Las niñas y los niños tienen tres veces más probabilidades de morir a causa de la enfermedad. Las malas condiciones en los asentamientos informales sobrepoblados de la ciudad están creando la oportunidad para una rápida propagación de la enfermedad. 

Baidoa, una ciudad de unos 130,000 habitantes, alberga actualmente a más del doble de su población desplazada, con muchas familias viviendo en asentamientos sobrepoblados. 

 

Desnutrición aguda entre niñas y niños 

Aunque la respuesta de MSF no es de gran alcance, nuestros equipos ya están viendo señales extremadamente preocupantes de desnutrición aguda entre niñas y niños. 

La falta de servicios sanitarios y la dificultad para acceder a muchos lugares debido a la inseguridad han desafiado nuestra capacidad para evaluar el estado nutricional general de las personas en la región. En febrero, nuestros equipos en Baidoa examinaron a 81,706 niñas y niños menores de cinco años. Encontraron tasas de desnutrición aguda severa del 3% y tasas de desnutrición aguda general del 17%. 

“Sólo en una semana, admitimos a cerca de 1,000 niñas y niños en nuestro programa de alimentación terapéutica para pacientes ambulatorios en 20 centros diferentes de la ciudad de Baidoa”, señala Bakri. “El treinta por ciento de las niñas y niños sufría desnutrición aguda grave, lo que indica que estamos en una emergencia aguda”. 

A medida que más personas se desplazan a las zonas urbanas en busca de asistencia, los limitados servicios públicos disponibles se ven gravemente afectados. En Baidoa, la llegada de un gran número de familias desplazadas y el aumento de los casos de cólera y desnutrición están poniendo a prueba las instalaciones sanitarias de la ciudad, que ya tienen dificultades. 

“Las personas se encuentran atrapadas en una espiral descendente que, sin una respuesta rápida y sostenida, seguirá cobrando un alto precio entre las y los somalíes”, concluye Besselink.

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