“Soy una mujer desplazada… También soy voluntaria de salud”

Mujeres en primera línea: desafiar las consecuencias de los conflictos para cuidarse las unas a las otras
Henriette Mbitse, voluntaria de salud comunitaria. © MSF/Marion Molinari

Entre las muchas personas desplazadas debido al creciente conflicto en el este de la República Democrática del Congo, voluntarios de centros de salud comunitarios como Henriette Mbitse ayudan a aumentar el acceso seguro y confidencial de los sobrevivientes a la atención en el programa de atención de violencia sexual de Médicos Sin Fronteras (MSF). 

Esta historia contiene referencias a la violencia sexual. 

Bajo un cielo gris y denso en el este de la República Democrática del Congo, tiendas de campaña improvisadas hechas de finas láminas de plástico están sujetas en sus bordes por la roca volcánica típica de Goma. 

Una vez más, el número de tiendas de campaña crece en Kanyaruchinya y otros campos de personas desplazadas, mientras otro brote de violencia en Kivu Norte ha obligado a la gente a buscar una seguridad que está lejos de estar garantizada. 

Las condiciones son terribles. Necesidades básicas como alimentos, agua y saneamiento están insatisfechas y existe una falta crítica de medidas para proteger a las personas de mayores daños. 

La falta de seguridad y de medios para sobrevivir ha resultado especialmente peligrosa para las mujeres, como lo demuestra el elevado número de casos de violencia sexual observados en el centro de salud de Kanyaruchinya. 

Henriette Mbitse es una recién llegada y una de los cientos de miles de personas desplazadas en la provincia desde 2022. 

Huyó de la aldea de Kibumba con su familia y ahora vive en los terrenos de la escuela primaria de Mboga con los que sobrevivieron al angustioso viaje. 

Mujeres en primera línea: desafiar las consecuencias de los conflictos para cuidarse las unas a las otras
Henriette Mbitse, voluntaria de salud comunitaria © MSF/Marion Molinari

 

Maman Henriette, como la llaman cariñosamente, también era una voluntaria de salud comunitaria establecida en su pueblo. 

Identificada por el comité de salud de Kanyaruchinya como alguien que podría contribuir a la respuesta sanitaria en el campo, fue remitida a Médicos Sin Fronteras (MSF), que apoya el acceso a la atención sanitaria de las personas en Kanyaruchinya desde mayo de 2022. 

 

“Comencé a sensibilizar a las mujeres aquí en Kanyaruchinya sobre el acceso a la atención médica y sobre la violencia sexual, con MSF”. 

 

Las mujeres corren riesgo de varias maneras. 

“[A veces] cuando las mujeres van al bosque a buscar leña son violadas. Cuando no tienes jabón ni ropa… te vas al bosque a buscar madera o verduras que puedas vender. Este es un problema grave para una persona desplazada”. 

“Nuestras condiciones de vida son difíciles… A veces, algunos hombres se despiertan en medio de la noche, rasgan las láminas de plástico con una navaja y rompen las láminas cercanas para violar a mujeres que viven solas, ese [también] es el problema que tenemos”. 

 

Clara* también huyó a Kanyaruchinya, desde el territorio de Rutshuru, con ocho niños a su cuidado. 

“Ante la falta de alimentos, decidí ir al bosque a buscar leña. Cuando llegué allí… me encontré con tres bandidos; dos de ellas me pidieron que eligiera entre ser asesinada o violada. Uno de ellos se dio a la fuga. Cuando las dos personas terminaron su trabajo sucio, se fueron. Luego yo también me fui llorando”. 

Aunque había escuchado mensajes de promotores de salud y voluntarios de salud comunitarios sobre cómo buscar atención y lo que estaba disponible, al principio quedó paralizada por la angustia. 

“Después de ese incidente, me quedé en la cama, llorando, compadeciéndose de mis hijos y de esos huérfanos que no tienen a nadie que les ayude”. 

“Unos tres días después me encontré con una voluntaria de salud comunitaria en el camino”, dice Clara. “La reconocí por su vestimenta, la detuve y le dije que tenía una pregunta. Mientras me escuchaba le dije que me encontré con bandidos que me violaron y que me sentía mal. Le pedí que me llevara al centro de salud”. 

Una de las promotoras de salud que lidera las vitales actividades de sensibilización es Délice Sezage Tulinabo. 

Delice también ofrece charlas comunitarias, dirige grupos focales y supervisa a voluntarios de salud comunitarios como Henriette. 

Mujeres en primera línea: desafiar las consecuencias de los conflictos para cuidarse las unas a las otras
Delice Sezage Tulinabo, promotora de salud de MSF. © MSF/Marion Molinari

 

“Antes de que MSF comenzara a trabajar aquí, teníamos muchos casos de embarazos post violación, por ejemplo. Ahora que MSF está aquí, estamos nosotros, promotores de salud y voluntarios de salud comunitaria… Ahora las personas vienen”. 

“Los servicios consisten en atención médica y luego está la atención psicológica. Terapeutas y psicólogos ofrecen seguimiento y también [intentamos] orientar a las mujeres según sus necesidades hacia otros servicios”, afrima Delice. 

Delice se siente alentada por la creciente conciencia sobre la violencia sexual y la importancia de buscar atención lo más rápido posible. Cada vez más mujeres buscan atención dentro de las 72 horas posteriores a la agresión, lo cual es crucial para que reciban atención de emergencia para prevenir embarazos no deseados y enfermedades de transmisión sexual, especialmente el VIH. 

A Delice también le inspira el modo en que las mujeres se comprometen con la ayuda de MSF. “He aprendido muchas cosas de las mujeres a las que ayudamos. Aprendí que se abren frente a otras mujeres… Algunas mujeres han sido rechazadas por sus esposos después de haber sido violadas. Pero cuando nos acercamos a estas mujeres, hablamos con ellas y cuando reciben atención médica, se sienten mejor. Además, la forma en que Médicos Sin Fronteras garantiza la confidencialidad les permite sentirse tranquilas”. 

La ayuda internacional ha sido muy escasa para los desplazados por este nuevo conflicto, y tanto Delice como Henriette y Clara señalan la falta de distribución de alimentos como un problema importante que afecta a la salud y el bienestar de la población.  

“La cantidad de comida que se ofrece a las familias es escasa… [pedimos] a las ONG alimentarias que midan lo que brindan según el tamaño de la familia para satisfacer correctamente sus necesidades” afirma Delice. 

Como miembro de la comunidad desplazada, Henriette está de acuerdo. “La falta de alimentos es nuestra necesidad más importante. Algunos de los niños y niñas del campo sufren desnutrición debido a la pobreza”. 

Para Clara, el hambre de su familia no ha hecho más que aumentar desde que fue atacada. “La cantidad de comida que recibo para ocho niños, nueve personas incluyéndome, no es suficiente. Este no es sólo mi caso sino también la realidad de muchas otras personas desplazadas en el campo. Casi mendigo para vivir. Los días que encuentro algo, como con mis hijos; si no, dormimos sin comer nada, así vivo aquí. Tengo miedo de que me vuelvan a violar si voy al bosque a buscar algo”. 

Pero la carga de sobrevivir a la violencia sexual ha comenzado a sentirse menos pesada. “Hoy me siento bien, me siento libre al caminarAgradezco a la voluntaria de salud que me trajo aquí porque si no me podía morir. La atención que recibo aquí me está ayudando mucho, porque estaba pensando que mi hijos quedarían huérfanos, sin padre ni madre… pero gracias al apoyo que recibí mejoré, y ellos están contentos de que mi estado de salud esté mejorando, y hay esperanza para ellos de que los seguiré cuidando”. 

 

*El nombre ha sido cambiado para proteger la privacidad individual. 

 

Además de brindar atención médica y psicológica a las sobrevivientes de violencia sexual, los equipos de MSF ofrecen a las mujeres diversos métodos anticonceptivos, tratamiento para enfermedades de transmisión sexual y servicios de aborto seguro. 

Médicos Sin Fronteras también apoyamos los departamentos de atención obstétrica y neonatal del centro de salud de Kanyaruchinya, donde unas diez mujeres dan a luz cada día, la atención primaria de salud y la derivación de casos complicados a un hospital en Goma.

Desde MSF brindamos tratamiento y vacunación contra los brotes de cólera y sarampión, infraestructura y servicios de agua y saneamiento, promoción de la salud y atención nutricional. 

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