Sudán del Sur: 35.000 niños serán vacunados contra el sarampión en el campo de refugiados de Yida

Desde finales de noviembre, los equipos de Médicos Sin Fronteras (MSF) que trabajan en el campo de refugiados de Yida, en el estado de Unidad, en Sudán del Sur, han estado respondiendo al aumento de casos de sarampión; una enfermedad que está afectando principalmente a los más pequeños.

Desde finales de noviembre, los equipos de Médicos Sin Fronteras (MSF) que trabajan en el campo de refugiados de Yida, en el estado de Unidad, en Sudán del Sur, han estado respondiendo al aumento de casos de sarampión; una enfermedad que está afectando principalmente a los más pequeños.
 
Muchos de los niños que han caído enfermos acababan de llegar a Yida después de huir con sus familias desde la región de las montañas de Nuba, donde los bombardeos y los combates entre los rebeldes y las fuerzas gubernamentales sudanesas se han intensificado en las últimas fechas.
 
MSF lleva trabajando en Yida, un lugar que a día de hoy alberga a unos 70.000 refugiados sudaneses, desde 2011. Las condiciones de hacinamiento hacen que el contagio del sarampión entre los refugiados sea aún más fácil. Este virus se propaga a través de los fluidos de la boca o de la nariz de las personas infectadas. Y los niños menores de cinco años y mujeres embarazadas están más expuestos al contagio debido a que su sistema inmunológico es más débil.
 
 
“En un campo de refugiados, un solo caso de sarampión se considera un brote”, comenta Ahmed Mohama Mahat, coordinador de la campaña de vacunación que MSF está llevando a cabo en Yida. “Las personas que llegan a Yida desde las montañas de Nuba se encuentran en muy malas condiciones; además no habían sido vacunadas desde hacía mucho tiempo”.
 
En respuesta a la última crisis, los equipos de MSF han admitido 93 pacientes con sarampión y han puesto en marcha una campaña de vacunación masiva en colaboración con el Comité Internacional de Rescate (IRC, por sus siglas en inglés) y el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).
 
El objetivo es vacunar al 90% de los niños de los campamentos y de las comunidades de acogida cercanas que tengan entre 6 meses y 15 años. Durante un periodo de cinco días, se estima que se vacunará a 35.000 niños. Con ello se conseguirá aumentar la cobertura de vacunación en la zona, así como proteger a las personas de futuros brotes.
 
“Con estas campañas masivas de vacunación en situaciones de emergencia, que se hacen en mitad de un brote o en campos de desplazadas, logramos inmunizar a un gran número de personas”, explica Mahat. “El reto es ser capaz de llegar a la población rápidamente para poder controlar una epidemia que ya ha comenzado o para evitar el riesgo de que surja una”.
 
MSF ha contratado a más de 100 personas, de entre la propia población del campamento, para ayudar en la campaña, con lo que el número total de personas que trabajan en la vacunación asciende a unas 140.
 
Además, se han instalado nueve puntos de vacunación a lo largo de Yida, cada uno gestionado por equipos de 12 personas que a su vez están formados por un supervisor, vacunadores, preparadores, vigilantes, los controladores de las colas de vacunación, y movilizadores.
 
Los movilizadores son los trabajadores comunitarios de salud que ayudan a MSF en la promoción de la salud, la detención de los brotes, las derivaciones a los distintos hospitales, y el seguimiento de aquellos pacientes que no cumplen o no llevan a cabo adecuadamente el tratamiento de la tuberculosis.
 
 
“Los trabajadores comunitarios de salud son muy importantes para poder realizar nuestro trabajo aquí, y en especial para el éxito de una campaña de vacunación masiva como ésta” , dice Mahat. “ Ellos son los ojos y los oídos de MSF en la comunidad, y el enlace entre el hospital y la comunidad. Son muy respetados. Son ellos los que consiguen que la comunidad conozca nuestras instalaciones y la campaña de vacunación”.
 
Faisa Said es justo el tipo de persona a la que la campaña de vacunación pretende ayudar. Hace poco, Faisa trajo a su hija de dos años, Nana Wii Said Kuku, al hospital de MSF en Yida. Tenía fiebre alta y esa tos seca y ruidosa tan característica del sarampión. El bebé también había desarrollado una neumonía secundaria, y una erupción estaba empezando a extenderse por su pequeño cuerpo. Ahora, una máquina suministra a la niña oxígeno concentrado a través de un tubo colocado en su nariz para ayudarla a respirar.
 
“Llevé a mi hija al hospital cuando comenzó a subirle la temperatura y empezaba a toser”, dice su madre. “Reconocí los síntomas del sarampión rápidamente, ya que mi hermana también tuvo esa enfermedad hace algunas semanas. Mi hermana fue tratada y se recuperó en este hospital”
 
Por eso, Faisa espera que su hija también se cure. Pero sabe que el sarampión es sólo uno de los muchos retos con los que su familia tiene que lidiar. Primero, en el año 2012, huyeron de la violencia que asolaba las montañas de Nuba, y regresaron a su casa un año más tarde, esperando que ya fuera un lugar seguro; pero cuando los combates y los bombardeos se intensificaron de nuevo, se vieron obligados a huir otra vez a Yida.
 
Faisa Said puede recibir tratamiento para su hija, y se siente agradecida, pero todavía no sabe si en algún momento podrá regresar a su casa.
 
MSF es una de las organizaciones que facilitan cuidados sanitarios en el campo de refugiados de Yida. Las instalaciones de MSF en Yida, preparadas para ingresar a pacientes y darles atención primaria, comenzaron a funcionar en 2011. El pasado año se realizaron más de 100.000 consultas y cerca de 2.600 ingresos.
 
 
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