Sudán del Sur: Mi primer beso

Mara Evans, partera estadounidense, describe su experiencia de trabajo junto a MSF en Sudán del Sur.

 
El complejo de MSF en Agok, Sudán del Sur, es un lugar verdaderamente lujoso en comparación con otros proyectos de MSF: tenemos electricidad, agua corriente y regaderas.
 
Las comodidades son algo que no se puede tomar a la ligera. Algunas personas se refieren a este proyecto como el paraíso de Agok. Pero después de tantos meses viviendo dentro del complejo de MSF, un cambio de escenario es bienvenido. La semana pasada me mandaron en una camioneta a recoger a una mujer con preclampsia que era paciente en nuestro proyecto socio en Mayom.
 
El proyecto de MSF en Mayom es prácticamente nuevo, y acaba de celebrar su primer aniversario brindando atención exitosamente a una población que está muy necesitada. Los servicios en Mayom son servicios médicos básicos, y el proyecto es mucho más pequeño que el de Agok. Cuando un paciente tiene un caso complicado y necesita cirugía o alguna otra intervención médica, son transferidos a Agok.
 
Hace unos cuatro meses viajé a través del mismo camino para visitar otra ONG con algunos de mis colegas. El camino era como un paisaje lunar de polvo rojo que resplandecía bajo el caliente sol. Con la temporada de lluvias que comenzó la semana pasada, llueve casi todas las tardes. Las nubes se van formando durante el día y al llegar la tarde el cielo oscurece y la lluvia comienza a golpetear en el techo de lámina del departamento de maternidad.
 
El sonido es ensordecedor, y a menudo me encuentro gritando a viva voz cosas que sonarían absurdas en cualquier otra situación, cosas como ¡POR FAVOR, NECESITO UN CATÉTER URINARIO!. La lluvia ha transformado el paisaje. El ganado que es supervisado por niños pequeños con largos bastones, camina por un pasto de un color verde vivo. Aparecieron riachuelos, y los hombres extienden sus redes de pesca hechas a mano a través de las corrientes fangosas que son poco profundas. 
 
Sin embargo, la mayor diferencia en el viaje es el camino. El lodo aquí es impresionante. Es un pegamento espeso y pegajoso que se adhiere a tus zapatos, y crea capa tras capa de lodo, hasta que terminas caminando con algo que parece un par de botas de 6 kilos diseñadas para caminar en la nieve.
 
 
El fangoso camino está marcado profundamente por los neumáticos de los vehículos que ruedan en busca de un terreno firme. Nuestros conductores son expertos en leer el caótico camino, giran hacia la izquierda, hacia la derecha, y se aventuran hacia otras rutas buscando un buen camino. 
 
Mientras nos dirigimos hacia Mayom, dos vehículos que vienen desde allá se acercan hacia nosotros para encontrarnos en un punto intermedio. Este tipo de maniobra es conocida como beso, y se usa frecuentemente para transferir pacientes, medicamentos o suministros de un proyecto de MSF a otro. 
 
Después de dos horas de viaje a través de este camino, vemos un convoy de dos vehículos: camionetas blancas con la bandera de MSF. Son nuestros colegas de Mayom. Nos detenemos a un lado del camino, y los conductores colocan los autos de tal manera que las cajuelas queden frente a frente. 
 
Los pacientes de Mayom son transferidos a nuestros vehículos, y deseamos buena suerte al equipo de Mayom en su difícil viaje de regreso. La mujer embarazada por la que vine tiene 9 meses de embarazo y espera a su tercer bebé. Su presión sanguínea ha sido alta, y su orina tiene proteínas. Estos son dos síntomas de preclampsia, una grave condición que se puede presentar durante el embarazo y que puede provocar ataques. 
 
Un medicamento que puede reducir el riesgo de ataques es el sulfato de magnesio. De donde vengo, la aplicación de este medicamento es controlada cuidadosamente a través de un suero intravenoso. Aquí lo tenemos que aplicar por medio de inyecciones intramusculares. La mujer debía haber recibido la inyección hace mucho tiempo, y antes de emprender nuestro camino de regreso a Agok, le aplico una dosis del medicamento mientras ella yace recostada en un colchón en la parte trasera del vehículo. 
 
Al oscurecerse las nubes, el viaje de regreso ya no es tan tranquilo. Uno de nuestros vehículos se atascó dos veces en el lodo. Y dos veces, los conductores tuvieron que usar largos cables y acelerar el motor para hacer girar las llantas y poder liberar el vehículo. 
 
 
Muchos camiones grandes cerca de nosotros también están atrapados en el lodo. Uno de ellos está lleno de soldados del Ejército de Liberación del Pueblo de Sudán (SPLA) que gritan y que, con lenguaje de señas, nos proporcionan consejos muy útiles para poder evadir las peores partes del trayecto. Al acercarnos a la recta final del camino, las amenazadoras nubes explotan, provocando que todos corran para resguardarse de la lluvia. Las motocicletas son abandonadas recostadas en medio del camino, por sus conductores. Los burros también son abandonados y se enfrentan solos a la lluvia, el cargamento y el carro del que tiran son su única compañía. Médicamente, el viaje termina bien y entro al departamento de maternidad junto con mi paciente, ambas estamos totalmente empapadas. 
 
Poco después, ella entra espontáneamente en labor de parto, y resulta que el bebé que cargaba en su vientre en realidad son gemelos. El primero de ellos asoma la cabeza y hace su aparición alrededor de las 11 pm. Tengo que esperar 15 minutos más para que salga el otro, que viene de nalgas, pero cuando empiezo a tener dificultades para escuchar sus latidos, realizo una extracción. 
 
Usando guantes, sostengo gentilmente pero con firmeza una de sus pequeñas piernas que se encuentra dentro del saco amniótico y lo guío hacia al mundo real. El saco se rompe y comienza a salir el líquido amniótico. El meconio, como se conoce a los excrementos de bebé, es algo común cuando se realizan partos de nalgas. La segunda pierna del bebé sale poco después con la ayuda del esfuerzo de la madre. Después siguen las nalgas del bebé y su abdomen hasta llegar al cordón umbilical. Mediante el examen vaginal que realizamos, notamos que los brazos del bebé estaban levantados por encima de su cabeza. Dos brazos arriba y el diámetro de una cabeza es, normalmente, muy ancho como para pasar a través de la pelvis de una sola vez, por lo que el parto se obstruye. 
 
Realizamos la maniobra de Lovset: sostenemos la cadera del bebé y lo giramos gentilmente hacia la derecha. Esto permite que el hombro derecho del bebé salga por debajo del pubis. Repetimos el procedimiento con el brazo izquierdo, giramos al bebé 180º hacia la izquierda, para liberar el brazo izquierdo y permitir que salga de la pelvis. Al quedar sólo la cabeza dentro de la madre, la espalda del bebé miraba hacia el techo, y su cara hacia la columna de su madre. Para poder sacar la cabeza, levanté la cadera del bebé y la dirigí hacia el pubis de la mamá para realizar la maniobra de Bracht.
 
Durante la maniobra, la cabeza del bebé giró lentamente por debajo del pubis. Lo primero que se hizo visible fue la mandíbula, después la boca y finalmente la nariz y los ojos, ¡y el bebé llegó al mundo con un gran llanto!
 
Ambos bebés ahora tienen casi dos semanas de vida y se encuentran bien. La madre está sana y ya no necesita medicamentos para regular su presión sanguínea.
 
Durante el último beso que realizamos, me pidieron otra vez que fuera a recibir a otra mujer embarazada de Mayom. El viaje no fue tan largo esa vez porque tenía compañía: la madre y sus gemelos, que regresaban a casa.  
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