Vacunación en situaciones de conflicto: un salvavidas negado a millones de niños y niñas

En las zonas de conflicto, las bombas y las balas dominan los titulares, pero las enfermedades prevenibles mediante vacunas están matando a la misma cantidad de personas, o incluso a más.

Brote de sarampión en Kampene Para lograr una amplia cobertura, se habilitaron ocho sitios diarios para recibir a niños de entre 6 meses y 9 años para su vacunación.
Brote de sarampión en Kampene Para lograr una amplia cobertura, se habilitaron ocho sitios diarios para recibir a niños de entre 6 meses y 9 años para su vacunación. RDC, mayo de 2024. © MSF

En un rincón tranquilo de un campo de personas desplazadas, una madre acuna a su hijo con fiebre y sarampión, con los ojos llenos de miedo. Ella huyó del conflicto para salvar a su familia, pero ahora enfrenta otra amenaza mortal, una que podría haberse prevenido con una simple vacuna. Pero el acceso a la inmunización sistemática en zonas de conflicto no es nada sencillo.

 

Por Drew L. Aiken | Asesor Médico enfocado a Abogacía en Médicos Sin Fronteras (MSF)

Para millones de personas que viven en crisis humanitarias, las vacunas que salvan vidas siguen fuera de su alcance, lo que deja a los niños vulnerables a brotes de sarampión, difteria y meningitis, enfermedades que ya no deberían cobrar vidas. ¿Te imaginas las consecuencias? Enfermedades prevenibles, muertes innecesarias y comunidades atrapadas en ciclos de crisis de salud. Sabemos cómo detenerlo. Hay medidas claras y viables que pueden salvar vidas, si tenemos la voluntad y los recursos para tomarlas.

En las zonas de conflicto, las bombas y las balas dominan los titulares, pero las enfermedades prevenibles mediante vacunas están matando a la misma cantidad de personas, o incluso a más. Desde 2020, cuando estalló la pandemia de COVID-19, la cobertura de vacunación mundial ha disminuido drásticamente. Solo en 2023, 14,5 millones de niños no recibieron ni una sola dosis de las vacunas habituales, mientras que otros 21 millones estaban insuficientemente inmunizados. En las regiones frágiles y devastadas por la guerra, donde la vacunación ya era inadecuada antes de la pandemia, la situación solo ha empeorado.

 

En MSF hemos trabajado durante 5 décadas para vacunar a menores como parte de vacunaciones de rutina o en respuesta a los brotes de enfermedades.
En MSF hemos trabajado durante cinco décadas para vacunar a menores como parte de vacunaciones de rutina o en respuesta a los brotes de enfermedades en contextos humanitarios. ©Tracy Makhlouf/MSF

 

Los resultados son devastadores: por ejemplo, en 2022, más de 300,000 casos de sarampión y 6,000 muertes en la República Democrática del Congo, un brote de polio en Gaza y tasas de mortalidad crecientes por enfermedades que hemos podido prevenir desde hace mucho tiempo.

Más de la mitad de todos los niños y niñas no vacunados viven en países afectados por conflictos o con fragilidad institucional o social, donde los sistemas de salud están debilitados o colapsando y el acceso a la atención médica básica está desapareciendo. Iniciativas globales como Big Catch-Up de Gavi buscan cerrar la brecha, pero no abordan adecuadamente las complejas barreras que impiden que las vacunas lleguen a los más necesitados. La obstrucción política, los desafíos logísticos y la financiación inadecuada siguen dejando a millones de personas expuestas.

Sudán del Sur es un claro ejemplo de cómo el conflicto, los sistemas de salud débiles y los retrasos burocráticos se combinan para crear una tormenta perfecta. Entre fines de 2022 y marzo de 2024, se reportaron más de 12,700 casos y 239 muertes, un resultado trágico pero predecible de fallas sistémicas en la respuesta al brote. Desde 2023, la llegada de más de un millón de personas refugiadas y repatriadas de Sudán ha desbordado aún más un sistema de salud ya de por sí frágil.

Aunque también hay historias positivas. En Bulukat, en el Alto Nilo, la clínica móvil de MSF brindó atención médica a personas desplazadas de Sudán, examinando a todos los recién llegados y derivando a individuos para su vacunación. Esta intervención ayudó a prevenir brotes, pero también dependió de un suministro confiable de vacunas y del equipo y la logística adecuados para mantenerlas frías, algo que difícilmente está garantizado en zonas de conflicto.

 

Personal médico vacuna contra la malaria a Yar Mayak, de 3 meses, en brazos de su madre, Ajok Mayak, de 22 años.
Personal médico vacuna contra la malaria a Yar Mayak, de 3 meses, en brazos de su madre, Ajok Mayak, de 22 años. © Paula Casado Aguirregabiria/MSF

 

En Yambio, en la región de Equatoria Occidental de Sudán del Sur, por ejemplo, se declaró un brote de sarampión en enero de 2024, pero pasaron cuatro meses hasta que comenzó una campaña de vacunación reactiva. En ese tiempo, miles de niñosy niñas enfermaron gravemente. ¿La razón? Retrasos en la obtención del suministro de vacunas y renuencia de los principales actores sanitarios a actuar con rapidez. El brote podría haberse mitigado, pero en cambio se perdieron vidas mientras las negociaciones se prolongaban.

La experiencia de Sudán del Sur refleja el fracaso más amplio de la comunidad internacional a la hora de priorizar las actividades de vacunación en zonas de crisis. Los sistemas existentes son demasiado lentos, demasiado burocráticos y demasiado alejados de la urgencia sobre el terreno.

Tomemos el estado suroccidental de Somalia, en particular Baidoa, como otro ejemplo de cómo el conflicto, el desplazamiento y los sistemas de salud débiles alimentan brotes repetidos de enfermedades prevenibles. Con más de 700,000 desplazados internos, Baidoa es el segundo asentamiento de desplazados internos más grande de Somalia. A pesar de la alta tasa de cobertura de vacunación reportada, persisten los casos de sarampión y tos ferina, y el Hospital Regional de Bay admitió a cerca de 6,000 pacientes con sarampión entre 2021 y 2023. La mayoría de personas recién llegadas provienen de zonas inaccesibles para las campañas de vacunación.

Se planeó una campaña de vacunación masiva en Baidoa en octubre de 2023, dirigida a más de 350,000 niños contra el sarampión y a 260,000 con vacunas pentavalentes, que protegen a los niños de cinco enfermedades, entre ellas la difteria, el tétanos y la hepatitis B. Sin embargo, a pesar del acuerdo sobre la necesidad y el plan, la campaña nunca se llevó a cabo debido a la falta de suministro de vacunas. En crisis humanitarias como la de Baidoa, MSF y otros actores se ven obligados continuamente a adoptar un enfoque reactivo, tratando miles de casos evitables en lugar de prevenirlos.

 

Niños y niñas esperando a recibir su vacunacontrael sarampión en RDC.
Padres y madres esperando que sus hijos e hijas sean vacunados contra el sarampión. © MSF

 

Sabemos que los brotes de enfermedades prevenibles continúan cobrándose vidas en todo el mundo y que la vacunación sigue siendo una de las intervenciones más eficaces para prevenir enfermedades y la muerte. Sin embargo, para las personas que viven en situaciones de conflicto y humanitarias, el acceso a las vacunas aún está lejos de estar garantizado. Esto no se debe a que no existan soluciones, sino a que persisten barreras sistémicas, inercia burocrática y fallas de suministro.

Los gobiernos, los donantes y los actores sanitarios mundiales deben adoptar medidas concretas e inmediatas para garantizar que la vacunación y las respuestas a los brotes sean rápidas, eficaces y equitativas, especialmente en zonas frágiles y afectadas por conflictos.

Esto requiere mecanismos financieros que permitan una financiación flexible y basada en las necesidades en entornos frágiles, con acuerdos previos establecidos para permitir una respuesta rápida a los brotes y un acceso rápido a las vacunas y facilitar la participación rápida de los diferentes actores de la salud. También es sumamente necesario proporcionar vacunas a más niñosy niñas ampliando el rango de edad hasta por lo menos los cinco años de manera permanente. Al mismo tiempo, los gobiernos y las autoridades sanitarias también tienen un papel que desempeñar en la eliminación de las barreras burocráticas que obstaculizan la vacunación en zonas de conflicto y en garantizar la rendición de cuentas por la calidad de las respuestas.

 

Niños muestran sus certificados de vacunación tras recibir la vacuna contra el sarampión. © MSF
Niños muestran sus certificados de vacunación tras recibir la vacuna contra el sarampión. © MSF

 

En última instancia, no es sólo una cuestión de financiación o logística: es una cuestión de voluntad política. Si no se actúa con urgencia, la historia seguirá repitiéndose y el mundo volverá a quedarse de brazos cruzados mientras brotes de enfermedades prevenibles devastan comunidades vulnerables.

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