Yemen: el hospital de Haydan atiende cada vez más pacientes a medida que el conflicto y la pobreza cobran su precio

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Medical activities in Haydan hospital, Saada governorate

Cuando Um Ayman comenzó a sentir dolor de estómago, no pensó que fuera el comienzo de su trabajo de parto porque aún no llegaba a los nueve meses de embarazo. Acudió al farmacéutico, cuyo médico voluntario es la única opción que tiene la población para recibir asesoramiento médico en al-Malahaet. Se trata de un lugar aislado, cerca de la frontera con Arabia Saudita y de la línea del frente, donde se enfrentan las tropas saudíes y yemeníes con los combatientes de Ansar Allah. “El médico me dijo que no era el momento de dar a luz y me dio algunos líquidos intravenosos”, relata Um Ayman. “Pero entonces se me rompió la fuente”.

Cuando Um Ayman comenzó a sentir dolor de estómago, no pensó que fuera el comienzo de su trabajo de parto porque aún no llegaba a los nueve meses de embarazo. Acudió al farmacéutico, cuyo médico voluntario es la única opción que tiene la población para recibir asesoramiento médico en al-Malahaet. Se trata de un lugar aislado, cerca de la frontera con Arabia Saudita y de la línea del frente, donde se enfrentan las tropas saudíes y yemeníes con los combatientes de Ansar Allah. "El médico me dijo que no era el momento de dar a luz y me dio algunos líquidos intravenosos", relata Um Ayman. "Pero entonces se me rompió la fuente". 
 
Pasó tres agonizantes días en casa tratando de dar a luz antes de que su familia lograra reunir el dinero necesario para realizar un viaje de cinco horas en auto hasta Haydan. Allí, el personal del hospital Médicos Sin Fronteras (MSF) descubrió que su bebé estaba en posición horizontal sobre su útero, no estaba en la posición correcta. El bebé había muerto durante el trabajo de parto y Um Ayman necesitaba una cirugía urgente para retirar el cuerpo del bebé y salvar su vida. 
 
Historias como la de Um Ayman son demasiado comunes en Haydan, una ciudad llena de casas tradicionales color marrón, exuberantes campos de qat y ruinas de edificios bombardeados por aviones saudíes. Si bien la ciudad no fue bombardeada como en los primeros años de la guerra (las casas, la escuela de niñas de la ciudad e incluso el hospital de MSF fueron destruidos), las explosiones de los ataques aéreos todavía resuenan en las colinas circundantes. La lejanía e inaccesibilidad de la zona se combinan con el conflicto activo, la pobreza y un sistema de salud apenas funcional, lo que significa que pocos de sus habitantes tienen acceso a la atención médica que necesitan. El hospital, que MSF reconstruyó y volvió a abrir en 2017, es una de las pocas opciones disponibles para las personas. 
 
“Estamos en lo que podría llamarse un desierto de la salud”, afirma David Charo Kahindi, coordinador de proyectos de MSF en Haydan. “Hay muy pocos establecimientos de salud y las cosas parecen estar empeorando. Nuestras admisiones pediátricas han aumentado en un 45% y el número de partos en un 30% en comparación con el mismo periodo del año pasado, y en general estamos viendo pacientes más graves. El número de pacientes que llegan a la sala de urgencias es estable, pero estamos admitiendo al doble de personas que el año pasado". 

 

 

El hospital trata relativamente a pocas personas heridas a causa de los enfrentamientos, alrededor de 15 al mes; pero gran parte de la actividad del recinto se centra en las necesidades de las madres y sus hijos e hijas. Nuestro equipo ha asistido a 176 partos y admitido en las salas a un promedio de 92 niñas y niños por mes en lo que va del año. La mayoría de pacientes pediátricos estaban enfermos por infecciones de las vías respiratorias y diarrea, enfermedades que a menudo se asocian con malas condiciones de vida. Solo el 40% de las madres que dan a luz en el hospital han podido acceder a una atención prenatal, por lo que muchas complicaciones pasan desapercibidas hasta que la madre entra en trabajo de parto, como en el caso de Um Ayman. 
 
“A finales del año pasado abrimos un quirófano en el hospital para no tener que derivar personas a la ciudad de Sadá”, explicó Kahindi. "Las personas de aquí ya tienen que viajar durante muchas horas para llegar hasta Haydan, por lo que ahora es mejor que podamos ofrecer atención a las mujeres que necesitan cesáreas, o a las personas que necesitan otros tipos de cirugía general,  sin que tengan que viajar más lejos". 
 
Viajar se ha vuelto más difícil en los últimos años a medida que el precio del combustible ha aumentado y la inflación ha reducido el poder adquisitivo de las personas. “Vivimos en el Lower Duweib y tardamos seis horas en llegar a Haydan”, dijo Hamid Ali, de 33 años, que había acompañado a su tío al hospital después de que se fracturara la pierna en un accidente automovilístico. 
 
“El centro de salud local tiene un solo trabajador, y solo puede hacer pequeñas curaciones, por lo que tuvimos que pagar 100,000 YER ($165 dólares) para conseguir un automóvil que nos trajera aquí”. Estas son sumas astronómicas para las familias de la región, la mayoría de las cuales son agricultores y pastores que viven en un área fuertemente afectada por el conflicto. “Tenemos ganado”, dice Ali, “y escuchamos los combates todos los días. A veces, el bombardeo golpea nuestro pueblo, pero hacemos lo posible por llevar una vida normal". 
 
El conflicto no solo crea necesidades entre la población de la zona, sino que también complica la respuesta de las organizaciones humanitarias. Los diferentes conjuntos de autoridades en Yemen regulan el trabajo y los movimientos de las organizaciones humanitarias hasta cierto punto, y algunas de las condiciones establecidas por Ansar Allah son particularmente exigentes. Obtener permiso para trabajar en áreas cercanas a la línea del frente, como Haydan, suele ser especialmente difícil debido a la sensibilidad de esas áreas, y MSF es la única organización humanitaria con presencia permanente en el distrito. 
 
“Vemos que aquí hay enormes necesidades, y aunque ya hemos comenzado nuevos servicios y estamos ampliando aún más el hospital, no podemos satisfacer todas las necesidades por nuestra cuenta”, dijo Kahindi. “Para satisfacer las necesidades existentes y evitar que la situación se deteriore aún más, necesitamos que otras organizaciones se comprometan a brindar servicios aquí, y que las autoridades les faciliten acceso”. 
 
Um Ayman está en proceso de superar el trauma de su experiencia y se prepara para volver al quirófano para que le limpien la herida, a pesar del miedo que siente. "Tengo miedo", dijo, "no quiero morir sin volver a ver a mis hijos". Lo que había sido una complicación relativamente normal se convirtió en una complicación que casi la mata y la dejó traumatizada. 
 
“Sin un mejor acceso para las organizaciones humanitarias en el área, más personas como Um Ayman sufrirán, y algunas incluso morirán, por problemas médicos que se pueden prevenir y tratar”, dijo Kahindi. "No se puede permitir que eso suceda". 

 

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