Grecia: “Las condiciones de vida en Vathy son insoportables”

Actualmente, hay 60 casos positivos de COVID-19 en Vathy. En plena pandemia de COVID-19, mayores y personas con patologías crónicas y complejas siguen viéndose obligadas a vivir en tiendas de campaña y contenedores en condiciones horribles, antihigiénicas e inseguras. La respuesta de las autoridades con respecto a una intervención médica en el campamento es pobre, en el mejor de los casos, y negligentemente peligrosa en el peor.

Tras el incendio que destruyó el campo de refugiados de Moria el pasado 9 de septiembre, la Unión Europea (UE) prometió que no habría más Morias. Sin embargo, se ha creado un nuevo campo en Lesbos y hay otro esperando para ser utilizado en la isla de Samos. En las islas griegas del Egeo, hay muchos otros campos fruto de las mismas políticas crueles de contención que mantienen a personas atrapadas en condiciones terribles.
 
Tal es el caso del campo de Vathy, en Samos, donde las condiciones son particularmente lamentables en un centro diseñado para unas 650 personas que alberga a más de 4,500, más de 1,000 son niños. Esto es lo que dice al respecto nuestro compañero Jonathan Vigneron, coordinador de Médicos Sin Fronteras en Samos.
 
Actualmente, hay 60 casos positivos de COVID-19 en Vathy. En plena pandemia de COVID-19, adultos mayores y personas con patologías crónicas y complejas siguen viéndose obligadas a vivir en tiendas de campaña y contenedores en condiciones horribles, antihigiénicas e inseguras. La respuesta de las autoridades con respecto a una intervención médica en el campamento es pobre, en el mejor de los casos, y negligentemente peligrosa en el peor.
 
Aquellos que han dado positivo están siendo aislados en malas condiciones y sin tratamiento médico. Mientras tanto, no existe una estrategia médica para abordar el posible brote en el campo que podría expandirse como un incendio forestal a causa de las condiciones antihigiénicas y de hacinamiento.
 
Tras más de cinco años brindando atención sanitaria en las islas griegas, hemos visto las graves consecuencias de estas políticas de contención, consecuencias que llegaron a un punto crítico con el incendio en Moria.
 
Ahora, vemos de forma evidente los mismos síntomas en Vathy y lanzamos una advertencia antes de que la situación esté fuera de control.
 

Estos son los testimonios de nuestros pacientes

 
*Estos testimonios se recopilaron a finales de julio cuando todavía no había casos de COVID-19 en el campo de refugiados de Vathy.
 

Golnegar (la familia de Golnegar continúa aún hoy en el campo de Vathy)

 
 
Golnegar es madre de seis hijos, cuatro niñas y dos niños. El mayor es un niño de 12 años y el más pequeño nació en Samos hace dos meses. Golnegar y su esposo tomaron la difícil decisión de solicitar asilo en Europa, después de haber sido atacados por grupos armados en Afganistán y ver que la vida de sus hijos estaba en peligro. Llevan más de siete meses en el campo de Vathy. A pesar del embarazo y del estado de salud de Golnegar, todavía no se les ha ofrecido un lugar seguro para quedarse.
 
“Tengo un problema en mi riñón. Tengo dolores y cefaleas todos los días, pero a pesar de intentar que me viera un médico en el campo o en el hospital local, no lo he conseguido hasta ahora. Todos mis hijos tienen picaduras de insectos en el cuerpo, y se quejan a menudo de que se sienten mal, pero no hay nada que pueda hacer por ellos”, se lamenta Golnegar.
 
Solo queremos un lugar seguro para nuestros hijos —añade su esposo—. Vinimos aquí para salvarlos de la guerra y llevarlos a la escuela, y en cambio, nos encontramos en este campamento esperando en el limbo. Solo queremos comenzar una vida en paz y llevar a nuestros hijos al colegio y esto solo es posible en el continente o en otro país europeo. ¿Cuánto tiempo tendremos que permanecer en este campo provisional?"
 
Golnegar comenzó a acudir a nuestro centro de día en Vathy cuando todavía estaba embarazada y ahora, nuestras matronas continúan realizando controles regulares de la salud de su bebé.
 

Darwish y Aysha (continúan aún hoy en el campo de Vathy)

 
 
Darwish, 74 años, y Aysha, 68, son de la ciudad siria de Deir ez Zor. Viven en el campo de Vathy, en Samos, en un refugio improvisado. Perdieron el primer techo que tuvieron a causa de un incendio que estalló en el campamento a fines de abril.
 
Tuvieron que pasar casi un mes viviendo en una carpa de verano a campo abierto, totalmente expuestos al sol hasta que una familia que se marchaba les ofreció su refugio temporal. La pareja de ancianos tiene cuatro hijos. Dos hijas de 27 y 37 años y dos hijos de 24 y 29 años. También tienen un nieto, un niño de 10 años que tiene asma. Su hijo de 24 años sufre una discapacidad visual permanente causada por fragmentos de bomba y tanto Darwish como Aysha tienen problemas de salud graves, que también los hacen vulnerables a la COVI-19. Sin embargo, no se les ha ofrecido un lugar para un alojamiento seguro en el continente hasta ahora.
 
Darwish tiene problemas cardíacos y es hipertenso. Además, también padece problemas de riñón y no puede caminar. Aysha tiene hipertensión y sufre de dolores de cabeza y mareos todos los días. “Nuestros hijos nos lo tienen que hacer todo”, dice, “tienen que llevarnos al baño, ir a traer comida y salir del campo, cuando pueden, a comprar medicamentos. Las condiciones de vida en Vathy son insoportables. Hay serpientes y ratas, no tenemos electricidad y muchas veces hay peleas en el campamento”. Darwish ha intentado recibir atención médica en la isla, pero no ha podido acceder a esta. “Los médicos del campo nos dicen que en Samos es imposible encontrar tratamiento especializado para mis problemas de salud y los de mi hijo. Nos dicen que solo en el continente podremos encontrar un médico”.
 
 
MSF y más de 400 organizaciones de la sociedad civil hemos lanzado una petición para pedir el fin de la contención en las islas griegas y la evacuación urgente de los refugiados de estas. Dicha campaña ha superado ya las 150.000 firmas recogidas.
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