6 cosas que las grandes farmacéuticas no quieren que sepas

Johnson & Johnson demonstration - bedaquiline

Durante décadas, la industria farmacéutica mundial ha difundido una narrativa engañosa que justifica los precios cada vez más elevados de medicamentos, vacunas y métodos de diagnóstico como algo necesario e inevitable.

Durante décadas, la industria farmacéutica mundial ha difundido una narrativa engañosa que justifica los precios cada vez más elevados de medicamentos, vacunas y métodos de diagnóstico como algo necesario e inevitable.
 
Nuestra Campaña de Acceso a Medicamentos Esenciales ha cuestionado repetidamente esta narrativa mortal, exigiendo un acceso asequible a medicamentos que salvan vidas, y luchando por priorizar la salud de las personas y la transparencia en la investigación y desarrollo (I+D), por encima de las ganancias de farmacéuticas.
 
Sin embargo, estas siguen perpetuando mitos, tanto sobre el costo del desarrollo de nuevos medicamentos como sobre su precio. Todo con el fin de seguir ganando el máximo dinero posible a expensas de las vidas de las personas.
 
Un informe de inversores farmacéuticos llegó incluso a preguntar si "¿Curar a los pacientes es un modelo de negocio sostenible…?" 
 
Estos son algunos de los secretos –turbios y no tan pequeños- que las grandes farmacéuticas preferirían que no supieras:
 

1. Desarrollar medicamentos no es tan caro como dicen

Las grandes compañías exageran el costo de la investigación y desarrollo (I+D) de nuevos medicamentos para justificar sus precios altos. A menudo, incluyen gastos que nada tienen que ver con investigación y desarrollo (I+D), como la compra de otra empresa, por ejemplo.
Según las farmacéuticas, desarrollar un nuevo medicamento cuesta entre 2.000 y 3.000 millones de dólares. Sin embargo, se estima que en realidad cuesta entre 100 y 200 millones. ¡Diez veces menos!
 

2. Estás pagando tus medicamentos… ¡dos veces!

Las compañías farmacéuticas se aprovechan de la investigación que realizan los laboratorios gubernamentales y universitarios, ambos financiados con nuestros impuestos, donde se originan la mayoría de los nuevos medicamentos. Reciben créditos fiscales e incentivos financieros para reducir su riesgo de inversión en investigación y desarrollo (I+D) y luego privatizan y patentan los medicamentos resultantes. Al final, cobran altos precios tanto a los gobiernos como a nosotros, los contribuyentes.
 

3. La industria farmacéutica reprueba en innovación

Cerca de dos tercios de los nuevos medicamentos que llegan al mercado no son mejores que los ya existentes. Y es que las farmacéuticas se esfuerzan más en desarrollar los llamados ‘me-too drugs’, que son medicamentos casi idénticos a los anteriores, duplicando tratamientos, en vez de buscar verdaderos avances terapéuticos.
 
 

4. Extienden patentes -una y otra vez- para prolongar los monopolios

Una estrategia común de las farmacéuticas son las llamadas ‘patentes perennes’ o ‘patentes imperecederas’. Consiste en solicitar una patente adicional sobre un pequeño cambio hecho en los medicamentos ya existentes, prolongando así su monopolio sobre un tratamiento concreto y bloqueando los medicamentos genéricos asequibles.
 

5. Se embolsan más de lo que invierten

Las grandes farmacéuticas aseguran que necesitan grandes ganancias para poder invertir en innovación e investigación y desarrollo (I+D). Sin embargo, gastan más en ventas, en mercadotecnia y en recomprar sus propias acciones para aumentar los precios de estas.
 

6. Amenazan a los países en desarrollo si van en contra de sus intereses corporativos.

Una y otra vez, las grandes farmacéuticas presionan y toman acciones legales opresivas contra países de ingresos medios y bajos (India, Sudáfrica, Tailandia, Brasil, Colombia y Malasia, por ejemplo), solo por el hecho de que priorizan la salud de las personas por encima de intereses corporativos. Junto con algunos países ricos, buscan influir en las normas del comercio internacional para beneficiarse, aún incluso si perjudican la salud pública.
 
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