Bangladesh: “Hagámoslo juntos”

Rebecca Smith comenzó a trabajar con Médicos Sin Fronteras (MSF) cuando ella misma era una refugiada en Costa de Marfil. Ahora es la responsable de actividades médicas en el “hospital de la colina” de MSF que atiende a personas refugiadas rohinyas en Bangladesh. En esta entrada de blog, nos comparte su extraordinaria historia.

Rebecca Smith comenzó a trabajar con Médicos Sin Fronteras (MSF) cuando ella misma era una refugiada en Costa de Marfil. Ahora es la responsable de actividades médicas en el “hospital de la colina” de MSF, que atiende a personas refugiadas rohingyas en Bangladesh. En esta entrada de blog, nos comparte su extraordinaria historia. 
 
"Para mí, el trabajo humanitario empezó desde una edad temprana. Cuando era niña, mis padres cuidaban de huérfanos, de otras personas, de niñas y niños. En nuestra sociedad, en Liberia, todo el mundo cuida de alguien, así que crecí con esa idea de ser humanitaria, y yo también adopté la misma idea cuando crecí.
 

Primer encuentro

Mi historia se remonta a 1990, cuando Liberia estaba en guerra civil. Hui a Costa de Marfil como refugiada y me ofrecí como voluntaria en una clínica de allí, con la idea de poner en práctica mis conocimientos como enfermera para ayudar a otras personas que habían huido.
 
Después de tres meses, MSF se puso en contacto con nosotros para abrir un centro de tratamiento para niñas y niños con desnutrición. Necesitaban personal sanitario y la clínica me recomendó, así que, tras conocer al coordinador local y pasar una prueba, me contrataron como asistente de nutrición. Ese fue mi primer contacto con MSF. 
 

Carta a un campo para personas refugiadas

Cuando el programa tuvo que cerrar debido a la escalada del conflicto, MSF lo trasladó al sureste de Liberia, cerca de mi ciudad natal, y trabajé con ellos en el mismo hospital en el que había trabajado por primera vez tras mi formación como enfermera. MSF renovó el hospital, que había sufrido daños durante la guerra, y después de seis meses me nombraron supervisora del proyecto. 
 
 
 
 
Desafortunadamente, una nueva revuelta nos obligó a huir a Costa de Marfil, y a dejarlo todo atrás. No obstante, MSF abrió otro hospital en Monrovia, la capital, y cuando estaba en el campo de personas refugiadas recibí una carta que decía que MSF quería contratarme. Me nombraron supervisora de la unidad de cirugía y trabajé allí durante cinco años. 
 

Epidemias y pandemias

En 2010 acepté mi primera misión internacional en Yemen. Desde entonces he trabajado con MSF en Sudán del Sur, Nigeria y Kenia. Regresé a Liberia durante la crisis del Ébola, y en abril de 2020 ayudé con la campaña de concienciación comunitaria sobre la COVID-19, distribuyendo jabón de manos de puerta a puerta. Durante la pandemia me quedé en casa esperando a que terminara la crisis, y cuando surgió la oportunidad de ir a Bangladesh, me preguntaron si estaría dispuesta a ir. Dije que sí.
 

Liderazgo

Ahora, en mi función actual, estoy a cargo del personal médico, de la actividad de enfermería, de los supervisores del equipo de enfermería, del servicio de urgencias, de la unidad de cuidados intensivos, de la sala general, de la sala de aislamiento y del laboratorio. Coordino a las y los supervisores de esas áreas y superviso la administración general del hospital.
 
Como líder, tengo desafíos; los retos son necesarios; si no te enfrentas a ninguno, entonces no vale la pena. En cuanto al liderazgo, hay que tener paciencia, ser capaz de tolerar algunas cosas y tener buenos oídos para escuchar. 
 

Lo que estamos llamados a escuchar

En algunos países las mujeres no cuentan para nada, o cuentan muy poco. Cuando llegas a ser líder es complicado, porque a veces se niegan a hacer lo que pides. Existe una actitud estereotipada: se supone que una mujer solo debe estar en un lugar determinado, solo debe cocinar. Deberíamos intentar cambiar esa actitud. 
 
Como mujer, como líder, hay que ser fuerte a pesar de las dificultades. Sé que en el futuro las cosas mejorarán, pero es un proceso gradual. Debemos seguir perseverando, no debemos desanimarnos, debemos seguir haciendo lo que nos corresponde. Hemos venido a ayudar, así que lo haremos juntos.
 
 
El distrito de Cox's Bazar, en Bangladesh, acoge desde 1978 a las personas refugiadas rohingyas que huyen de la violencia contra las minorías en el vecino estado de Rakhine, en Myanmar. Unas 860,000 personas refugiadas rohinyas viven en un área de 26 kilómetros cuadrados. La misión actual de MSF en Cox's Bazar data de 2009 y ahora cuenta con nueve centros de salud en el distrito de Cox's Bazar, incluidos tres hospitales y tres clínicas especializadas en atención primaria.
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