Carta del presidente de MSF sobre su visita a Ucrania

El equipo de MSF en el tren medicalizado en Ucrania
El equipo del tren medicalizado de MSF se prepara para la incorporación de pacientes en el este de Ucrania. Los pacientes suelen sufrir heridas de guerra y son transportados a hospitales en el oeste de Ucrania donde pueden recibir la atención especializada que necesitan. ©Andrii Ovod

En septiembre de 2022, el presidente internacional de Médicos Sin Fronteras (MSF), el Dr. Christos Christou, fue a Ucrania para conocer de primera mano la situación sobre el terreno.  

Apoyó y presenció el trabajo de los equipos médicos de MSF y mantuvo reuniones de alto nivel para reafirmar nuestro compromiso de llegar a las personas más necesitadas, sea cual sea el lado del frente en el que se encuentren.  

El Dr. Christou también tiene la intención de visitar Rusia y reunirse con los equipos de MSF allí y mantener reuniones para discutir la posibilidad de acceder a las zonas bajo su control para poder brindar atención médica a las personas que viven allí. 

Tras su visita a Ucrania, el Dr. Christou escribió la siguiente carta al personal de MSF para compartir sus pensamientos y experiencias. 

Queridos colegas, queridos amigos,  

Recientemente pasé dos semanas en Ucrania, conociendo al personal, a los pacientes de MSF, y observando nuestros proyectos sobre el terreno. Quería dedicar tiempo para poder escuchar las opiniones de quienes trabajan allí y enviar un mensaje de apoyo a nombre de Médicos Sin Fronteras. Fue fantástico poder reunirme con nuestro personal y conocer mejor los retos a los que se enfrentan. 

También quise reafirmar nuestro compromiso de brindar asistencia médico humanitaria a todas las personas afectadas por esta guerra, independientemente de los frentes en constante movimiento, o del lugar donde la población haya buscado refugio. Para ello, tenemos que ser capaces de trasladar personal y suministros desde Ucrania, así como desde Rusia, a las zonas afectadas. La situación general en Ucrania es caótica y dinámica, con muchos cambios rápidos sobre el terreno. Sin embargo, podemos ser claros: Médicos Sin Fronteras se compromete a apoyar a las personas necesitadas, sea cual sea el lado de la línea del frente en el que se encuentren. 

Nuestro trabajo en Ucrania se remonta a 1999, cuando ofrecíamos tratamiento para el VIH y la tuberculosis. Entre 2014 y 2019 dirigimos clínicas móviles, atendimos a personas que vivían el conflicto en los oblast (regiones) de Luhansk y Donetsk. Desde el estallido de la guerra en febrero de este año, ampliamos nuestras actividades en el país, y estamos brindando una serie de apoyo a las personas heridas y enfermas en las zonas más afectadas por los combates actuales. 

En el este de Ucrania, colaboramos con el Ministerio de Salud y con Ferrocarriles Ucranianos para facilitar la evacuación médica desde las zonas del frente. 

Nuestro personal también está tratando a pacientes -sobre todo a quienes padecen enfermedades crónicas y tienen necesidades sanitarias esenciales- y nuestros equipos móviles ofrecen consultas de salud mental. Además, en las últimas semanas iniciamos un programa de rehabilitación a largo plazo para las personas heridas. 

Crucé desde Polonia y llegué a Leópolis, desde donde enviamos personal y suministros, y donde me reuní con nuestros equipos. Hablamos de los obstáculos que se vislumbran en el horizonte, incluyendo el aumento de las necesidades de la población internamente desplazada durante los meses de invierno, y los grandes retos a los que se enfrentan las personas que viven en zonas fuera de nuestro alcance. A la mañana siguiente, me encontré con nuestros equipos en Ivano-Frankivsk, que me explicaron cómo apoya MSF a los hospitales, a los centros de recepción de personas desplazadas y brindando servicios de salud mental. 

Posteriormente, tomé nuestro tren medicalizado hacia Dnipró. Es algo impresionante: un antiguo tren de carbón con varios vagones, ahora transformado en salas de hospitalización, una unidad de cuidados intensivos totalmente equipada e incluso vagones adicionales con generadores de oxígeno. Hay espacio para que se alojen tanto las y los pacientes como sus cuidadores, y vagones con baterías y generadores para garantizar un suministro fiable de energía. 

Mientras el tren se dirigía a Pokrovsk, en la provincia de Donetsk, tuve la oportunidad de hablar con nuestros colegas. Una de ellas era Albina, profesora asociada de una facultad de medicina. Había estado ocupada ayudando a sus estudiantes extranjeros a ser evacuados al comienzo de la guerra. Una vez que pudieron salir, llegó a la conclusión de que ella también debía irse. Al llegar a la frontera, le llamó la atención un cartel de MSF en el que se pedía que la gente se uniera, y eso es exactamente lo que hizo, para luego formar parte del equipo en el tren medicalizado. 

Durante mi viaje en tren, el personal y los pacientes compartieron duras historias. Algunos lo habían perdido todo, pero seguían sintiendo que no podían dejar su tierra natal y viajar al oeste. 

Al día siguiente nos dirigimos a la región de Donetsk, a Kostiantynivka, una ciudad del este y cercana a la línea del frente. En algunos momentos del viaje, era difícil imaginar lo cerca que estaba la guerra, mientras contemplábamos hermosos campos de girasoles que parecían interminables. Más tarde el humo y los incendios aparecieron, luego los bombardeos en el horizonte y, finalmente, las zonas que habían visto la batalla. 

Al llegar al hospital, me reuní con nuestro médico de urgencias y el equipo quirúrgico. Trabajan codo a codo con sus colegas ucranianos del Ministerio de Salud brindando atención de urgencia y quirúrgica a la población.  

Una vez más, las experiencias recientes de las y los pacientes fueron impactantes: un hombre, con un tubo torácico, había sido trasladado tras un bombardeo que había matado a cinco personas, incluyendo a su esposa. Al final del pasillo, el padre del hombre también era un paciente, y todavía se encontraba en estado de shock. 

Un cirujano muy experimentado de MSF me explicó la situación única de trabajar en Ucrania, en comparación con muchos otros contextos en los que había trabajado anteriormente. Los cirujanos de Ucrania están muy bien preparados y sólo necesitan apoyo en algunos elementos del tratamiento de las heridas de guerra o para necesidades quirúrgicas específicas. El valor de Médicos Sin Fronteras en esta crisis es apoyar un sistema robusto y personal capacitado, y encontrar nichos de necesidades no cubiertas en áreas donde hay menos apoyo o menos personal.  

Desde allí nos dirigimos de nuevo a Dnipró, donde las noches se rompen con las sirenas, que advierten de la llegada de ataques aéreos rusos que nos obligan a trasladarnos al búnker. 

Con el carácter imprevisible de la situación en primer plano, quería reunirme con las autoridades. Quería escuchar y entender cómo podíamos hacer más, y cómo podríamos idear formas de ayudar a las personas que seguían fuera de nuestro alcance. Antes de estas reuniones, visité nuestras actividades de rehabilitación y fisioterapia en un hospital de Kiev. Me encontré con nuestros equipos y con algunos pacientes. Visité el nuevo departamento del hospital, totalmente equipado con nuevos instrumentos que MSF entregó. 

Antes de salir de Ucrania, pasé la mañana visitando de nuevo la estación de tren. Nuestro tren acababa de llegar de otro largo viaje desde el este, transportando personas heridas y con problemas médicos. Tankred, el coordinador médico, me explicó que en este viaje estábamos evacuando a personas mayores de las residencias, pero “no tenían a dónde ir. Son invisibles, están fuera de la red social. Lo que hacemos aquí es tratar de satisfacer una verdadera necesidad humanitaria”.  

Las personas fueron desembarcadas antes de ser trasladadas en ambulancia a los lugares que habíamos localizado. Y luego el tren siguió su curso. Próxima parada: Vinnytsia. Y luego Leópolis… 

La incertidumbre domina la situación. Pero, al menos en nuestro planteamiento, podemos ser claros: nos solidarizamos con nuestra gente en Ucrania, con nuestra gente en Rusia y con todas las personas que puedan ser objeto de ataques o discriminación por trabajar con nosotros.  

Nos solidarizamos con quienes se ven obligados a tomar decisiones imposibles para cuidar de sí mismos y de sus familias. Estamos al lado de todas las personas afectadas por esta guerra, independientemente del lado del frente en el que se encuentren, del mismo modo que siempre intentamos estar al lado de nuestra gente, nuestros pacientes y sus comunidades en todos los lugares en los que proporcionamos atención médica y humanitaria. Esto, al menos, podemos tenerlo claro. 

Cuando salí de Ucrania, la frontera estaba tranquila. Unas pocas personas esperaban para salir, y las tiendas de campaña vacías que dejaron otras ONG quedan como recordatorio del éxodo masivo de unos meses atrás. Este mismo lugar ha sido sustituido por una fila de camiones en ambos lados de la frontera, que se extiende a lo largo de decenas de kilómetros de cada lado, tratando de continuar su comercio.  

Esta guerra ha provocado muchos cambios geopolíticos, del tipo que, de otro modo, podrían tardar años o incluso décadas en producirse. Y no terminará pronto. Seguiremos utilizando los recursos de MSF para ayudar a quienes más lo necesitan, a los desatendidos; a los que otros no pueden ayudar; a los necesitados. 

La guerra en Ucrania no es, por desgracia, la única crisis crítica del momento, y seguimos tomando decisiones para responder donde más se necesita y donde podemos tener un impacto más profundo.  

Los servicios sanitarios de Afganistán siguen sin satisfacer las necesidades de la población; Pakistán se enfrenta a condiciones meteorológicas extremas; la población de Etiopía sigue sin acceso a ningún servicio médico básico ni a ningún medicamento esencial; Somalia, y el Cuerno de África, se enfrentan a una inseguridad alimentaria extrema y a una crisis de desnutrición.  

Las personas siguen varadas en los “mega campos” de Cox’s Bazaar y Dadaab; la gente sigue ahogándose en el mar Mediterráneo, viviendo en condiciones inhumanas en las islas griegas o retenida en centros de detención en Libia. En Haití, la compleja situación social, económica, humanitaria y política se combina con una escalada de violencia para provocar el caos más absoluto, impidiendo a nuestros equipos acceder a las personas necesitadas y obligando a muchas a huir. 

Gracias al generoso apoyo de millones de personas, al enorme esfuerzo de todos nuestros colegas que hacen posible y ejecutan nuestro trabajo, y a todas aquellas personas que nos confían sus vidas, seguiremos desafiándonos a nosotros mismos para hacerlo mejor. + 

Seguiremos responsabilizándonos de nuestras decisiones, y seguiremos buscando la forma de comprometernos más con las personas que lo necesitan. 

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