Cuando cada minuto cuenta: las primeras 72 horas de una epidemia de cólera

Personal de MSF atiende a un paciente en el Centro de Tratamiento del Cólera de Assosa, Malakal.
Personal de MSF atiende a un paciente en el Centro de Tratamiento del Cólera de Assosa, Malakal. © Paula Casado Aguirregabiria/MSF

Diyani Dewasurendra es una especialista en enfermedades infecciosas que se encontraba en el proyecto en Sudán del Sur cuando los primeros casos de cólera llegaron al hospital. Se enfrentó a una situación donde actuar con rapidez era vital. En esta entrada de blog nos relata su experiencia. 

 

Cada epidemia comienza con una sospecha: un aumento repentino de una enfermedad, síntomas recurrentes y los primeros pacientes graves. En zonas de crisis, las enfermedades infecciosas pueden propagarse a una gran velocidad y cada minuto cuenta cuando tratas de contenerlas. Las primeras 72 horas son cruciales: debemos actuar con rapidez y de forma estratégica para salvar vidas y prevenir un desastre. 

En 2023, estaba trabajando en Malakal, Sudán del sur, cuando estalló un brote de cólera. 

 

El equipo de promoción de la salud de MSF realiza una sesión informativa con líderes comunitarios en Malakal. El objetivo es proteger a sus comunidades contra el brote de cólera.
El equipo de promoción de la salud de MSF realiza una sesión informativa con líderes comunitarios en Malakal. El objetivo es proteger a sus comunidades contra el brote de cólera. © Paula Casado Aguirregabiria/MSF

 

Hora 0 a 12: primeros síntomas y medidas iniciales 

En nuestro hospital en Malakal, vimos un aumento súbito en el número de niños y niñas que llegaban con diarrea severa. En una región con acceso limitado a agua potable, esto es una señal de alerta. Además, era marzo, el último mes de la estación seca. Desde noviembre, casi no había llovido y muchas fuentes de agua se habían secado. En esta región, a menudo no llueve en absoluto entre noviembre y marzo. 

Sabíamos que el cólera era una posibilidad, pero teníamos que estar seguros. 

Recolectamos muestras y las enviamos al laboratorio. Al mismo tiempo, comenzamos a monitorear el número de casos. En cuanto las primeras pruebas dieron positivo para cólera, tuvimos que actuar con rapidez. La epidemia estaba oficialmente confirmada, y cada minuto contaba. 

En una región donde muchas personas carecen de acceso a agua potable, una enfermedad como el cólera puede escalar rápidamente. Uno de los aspectos más peligrosos es que la única fuente de agua disponible suele ser un río: el mismo río donde se bañan los animales, donde la gente se lava y del que bebe. En situaciones como esta, la contaminación con gérmenes puede tener consecuencias catastróficas. 

 

Personal de MSF habla con el cuidador de un paciente para explicarle la condición del paciente.
La respuesta de MSF en Malakal se centra en un centro de tratamiento del cólera con capacidad para 100 camas. © Paula Casado Aguirregabiria

 

Horas 12 a 24: medidas de aislamiento y protección 

La máxima prioridad es detener la propagación de la enfermedad. Inmediatamente habilitamos una sala de aislamiento para casos de cólera en el hospital. En Malakal, esto fue especialmente difícil, ya que ya contábamos con una zona de aislamiento separada para el sarampión. Debíamos asegurarnos de que los pacientes con estas dos enfermedades altamente contagiosas no entraran en contacto y de que otros pacientes permanecieran protegidos de la infección. 

Al mismo tiempo, comenzamos esfuerzos de prevención: instalamos estaciones adicionales de lavado de manos y educamos al público sobre la importancia de la higiene y el lavado de manos. 

Nuestro equipo de promoción de la salud visitaron las comunidades aledañas para explicar a las personas cuáles son los primeros síntomas del cólera y cuándo deben buscar tratamiento. El cólera es una enfermedad diarreica grave, y enfermedades como ésta son especialmente peligrosa para los niños y niñas pequeñas. Aunque es tratable, es una infección que puede causar la muerte en pocas horas si no se trata. 

 

La mano de Amani Peter, de 9 años, donde recibe tratamiento intravenoso en el Centro de Tratamiento del Cólera (CTC) en Assosa.
La mano de Amani Peter, de 9 años, donde recibe tratamiento intravenoso en el Centro de Tratamiento del Cólera (CTC) en Assosa, durante la epidemia de cólera en 2024 © Paula Casado Aguirregabiria

 

Horas 24 a 48: tratando a los pacientes e identificando el origen de la enfermedad 

Mientras tratamos los primeros pacientes, también evaluamos el suministro de agua. En muchas partes de Sudán del Sur, no hay pozos o bombas, las personas recolectan agua de los ríos o estanques que suelen estar contaminados. 

Recuerdo una situación en la que se produjo una muerte masiva de ganado y cientos de cadáveres quedaron tirados en la orilla del río. Sin embargo, las personas no tenían otra opción: debían seguir bebiendo del río. La mayoría no se daba cuenta de que el agua podía ser peligrosa.  

Junto con la Organización Mundial de la Salud (OMS) y otros colaboradores, analizamos la calidad del agua e investigamos posibles fuentes de contaminación. Sabíamos que no podíamos solo tratar la enfermedad: teníamos que evitar que más personas se infectaran. 

Por eso empezamos a distribuir agua potable. En algunas aldeas, utilizamos filtros de carbón o tratamiento con cloro para mejorar el suministro de agua a largo plazo. También instalamos instalaciones sanitarias como letrinas. 

 

Horas 48 a 72: una campaña de vacunación y control de la epidemia de cólera

Ahora el objetivo no era solo frenar el brote, sino controlarlo. Además de tratar a las personas que ya se habían infectado, el siguiente paso importante era la vacunación. El cólera se puede contener con una vacuna oral, es una gran ventaja que nos permite vacunar de forma rápida y eficaz a grandes grupos de personas. 

Antes de iniciar la campaña de vacunación para la comunidad, tuvimos que proteger a nuestros equipos médicos. Personal médico, de enfermería y de apoyo están en contacto directo con los pacientes, así que la vacunación es esencial para su sobrevivencia. Solo después de eso pudimos comenzar la vacunación a gran escala para la población afectada. 

La educación también jugó un papel crucial. En zonas que se encuentran en medio de crisis, las personas no suelen ser escépticas con las vacunas, pero a menudo simplemente desconocen su existencia. En cuanto explicamos el propósito y los beneficios de la vacuna a los primeros grupos, su aceptación de la misma aumentó rápidamente. 

 

Personal de MSF clora el agua para garantizar que sea segura para su uso. Posteriormente lo distribuyen a distintos puntos dentro del Centro de Tratamiento del Cólera (CTC) para mantener la higiene y prevenir la propagación de la infección.
El agua clorada es crucial en los centros de tratamiento del cólera para beber, limpiar espacios y desinfectar manos, zapatos y camas. © Paula Casado Aguirregabiria

 

Actuar con rapidez salva vidas 

Las primeras 72 horas de una epidemia determinan si se puede contener o si se convierte en un desastre. En el caso de la epidemia de cólera de 2023, pudimos responder con rapidez y limitar el número de casos a 1,471. Después de 90 días, el 16 de mayo de 2023, La intervención se cerró porque los casos disminuyeron significativamente y el brote fue contenido. 

Este brote demostró una vez más lo crucial que es el diagnóstico temprano, el aislamiento, la identificación del foco de infección y la vacunación rápida. Cada uno de estos pasos es vital para salvar vidas. 

Trabajamos en condiciones extremadamente difíciles en zonas de crisis, pero el acceso a las vacunas sigue siendo una de nuestras herramientas más poderosas en la lucha contra las epidemias. Al mismo tiempo, no debemos olvidar que las soluciones a largo plazo, como el acceso al agua potable, son igualmente importantes para prevenir futuros brotes. 

Compartir