El involucramiento de la población local es clave para responder mejor a cualquier crisis 

MSF responde a la emergencia en Sudán
Distribución de agua potable en una de las escuelas durante la crisis. ©Jorge Díaz/MSF

En julio de 2022, una crisis aguda de violencia surgió en el estado Nilo Azul (An Nil al Azraq) de Sudán, particularmente en las localidades de Ad-Damazin y Er Roseires. Nuestro compañero Jorge Díaz es mexicano y trabaja como gestor de construcción en Sudán. En este texto nos cuenta cómo respondió el equipo de Médicos Sin Fronteras (MSF) a la crisis. 

 

“Desde el comienzo de los sangrientos eventos en la región de Ad-Damazin y Er Roseires, 105 personas han muerto y otras 225 resultaron heridas”, dijo Omer Adam Omer, jefe de la dirección de control de epidemias y emergencias sanitarias del ministerio de salud del estado del Nilo Azul, en un comunicado. 

La violencia se extendió a otras regiones del estado, dejando decenas de personas muertas y heridas, obligando a miles de residentes a huir de sus hogares. 

Aproximadamente 14,000 personas internamente desplazadas fueron inicialmente reubicadas de manera provisional en 3 escuelas, habilitando posteriormente 2 escuelas más para un total de 5 que funcionaban como refugio temporal. 

Mi rol como gestor de construcción abarca, en principio, el resguardo de estándares técnicos mínimos para los servicios de refugio, agua, saneamiento, y atención médica. 

Jorge Díaz es gestor de construcción de Médicos Sin Fronteras y actualmente trabaja en Ad-Damazin, Sudán.
Jorge Díaz es gestor de construcción de Médicos Sin Fronteras y actualmente trabaja en Ad-Damazin, Sudán. ©Jorge Díaz/MSF

 

El riesgo de propagación de enfermedades contagiosas, especialmente enfermedades transmitidas por el agua, es mayor debido al mal manejo de los tanques de agua, la mala eliminación de desechos, excretas y limpieza de letrinas. Además, las creencias culturales reducen la posibilidad de un mejor control de la calidad del agua, porque las personas no confían en la cloración mediante el uso de subproductos. 

En MSF he comprobado que las habilidades que necesitamos las personas que estamos en un proyecto de ayuda humanitaria trascienden lo meramente técnico: debemos ser sensibles con el estado de shock en el que se encuentran las personas, además de su vulnerabilidad exacerbada por la pobreza crónica.  

Por otro lado, también tenemos que ser hábiles y ágiles para implementar soluciones en función de los recursos y las posibilidades en cada sitio de intervención. No hay una receta para todos los casos, especialmente en el contexto de crisis como la que atraviesa Sudán. 

Médicos Sin Fronteras lideró actividades de atención médica en tres de las cinco escuelas, donde el manejo de grupos de 500 personas por escuela permitió una mejor operación, además de posibilitar un mejor monitoreo en los días siguientes al estallido de la crisis. Este monitoreo cotidiano fue clave, ya que las personas suelen apelar a prácticas locales que no favorecen el resguardo sanitario. 

El involucramiento de la población local es clave para responder mejor a cualquier crisis. Las necesidades de las personas afectadas y la respuesta a ellas pueden ser diversas por lo que las soluciones deben gestionarse con suficiente flexibilidad, adaptándose al máximo posible a las prioridades de la población. 

 

MSF trabaja en Sudán desde 1978, actualmente lleva a cabo proyectos en Jartum, Gedaref, Nilo Azul, Darfur Oriental, Darfur Central, Darfur Occidental, Darfur Meridional y Kassala, con equipos de emergencia que lanzan respuestas en otras zonas cuando es necesario. En junio de 2021, abrimos una sala para niñas y niños con desnutrición moderada o grave en el Hospital Universitario de Ad Damazin (en Nilo Azul). Nuestro equipo también brindó apoyo al hospital con actividades de promoción de la salud, control y prevención de infecciones y capacitación del personal. 

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