Enfrentándose a lo horrible en República Centroafricana

Gilles Clairoux, coordinador adjunto del equipo de emergencia Eureca de MSF en la República Centroafricana, nos cuenta como en la noche del 27 de diciembre de 2021, cuando parecía que el único tema de conversación en todo el mundo eran ómicron y sus “restricciones”, una tragedia cambió la vida de dos niños para siempre.

Gilles Clairoux, coordinador adjunto del equipo de emergencia Eureca de MSF en la República Centroafricana, nos cuenta como en la noche del 27 de diciembre de 2021, cuando parecía que el único tema de conversación en todo el mundo eran ómicron y sus “restricciones”, una tragedia cambió la vida de dos niños para siempre.
 
"Los niños viven en un pequeño pueblo de la prefectura de Ouham Pende, en el noroeste de la República Centroafricana (RCA), un país que ha vivido más de dos décadas de conflicto.
 
Tras entrar por la fuerza en el hogar familiar, hombres armados mataron a su padre y hermano mayor. Horrorizados, los niños y su madre gritaron para alertar de la situación al resto del pueblo. Los hombres atacaron con machetes a la madre, que acabó muriendo, e hirieron gravemente a los dos niños.
 
Un equipo de emergencia de MSF, desplegado en la región desde octubre de 2021 para ofrecer apoyo médico a víctimas de violencia, se hizo cargo de los menores tan pronto fueron trasladados al hospital.
 
A pesar de nuestra rápida intervención, hubo que amputar parte del brazo de los niños. Han quedado gravemente heridos, privados de sus padres y mutilados en su infancia.
 
Sin embargo, lo que guardarán para siempre de esa noche es el recuerdo de esa horrible escena. En sus expresiones, un poco perdidas, no destaca una mirada de acusación, todavía son demasiado jóvenes. Hay desesperación e incomprensión, mientras intentan entender lo inexplicable.
 
“¿Por qué nos atacaron?", me pregunta el menor de ellos.
En silencio, repito mecánicamente su pregunta ¿Por qué? ¿Por qué? Salgo de la habitación para esconder mis emociones y busco, en vano, una respuesta.
¿Por qué los humanos terminan cometiendo actos de violencia horribles contra personas inocentes y de una manera tan gratuita contra niños pequeños?
 
Esta pregunta surge una y otra vez a lo largo de los tiempos… solo para desaparecer, como una ola.
 
Innumerables politólogos, sociólogos, antropólogos, psicólogos, criminólogos, filósofos, juristas y otros ilustres pensadores han estudiado cómo eliminar, controlar o reducir la violencia en las sociedades pasadas y presentes.
 
Sin embargo, entre los humanos, parece que el ansia insaciable de poder obtenido por la violencia desafía todas las soluciones avanzadas. Cuando la violencia se repite una y otra vez, corremos el riesgo de ver a las víctimas como estadísticas. De hecho, la violencia toca a las personas con historias y familias. Con un futuro. Personas, como todas las demás.
 
En un país donde se estima que alrededor de tres cuartas partes de la población viven por debajo del umbral de la pobreza y casi un tercio están lejos de casa a causa del conflicto, la vida es de por sí muy difícil. Estas situaciones de violencia reiterada se añaden a una herida ya abierta, negando toda posibilidad de cicatrización.
 
La intervención de MSF salvó la vida de estos niños. Pero sabiendo que vivirán con amputaciones de las extremidades superiores, los desafíos a los que se enfrentarán son inimaginables… El apoyo de salud mental puede ayudar a aliviar su pérdida de una manera mínima, pero temo que el resto de su infancia será una larga prueba. Y confieso que me siento inútil al escribir estas líneas".
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