“Quería regresar algo de lo que recibí”: Mi vida, de niño refugiado a trabajador de MSF

Uganda, 2017
Un grupo de niños jugando en el campo de Bidibidi, en Uganda, en 2017. © Frederic NOY/COSMOS

Moses Soro es Gestor de Finanzas y Recursos Humanos de Médicos Sin Fronteras basado en el Reino Unido. Pero antes fue un niño refugiado que recibió ayuda de los equipos de Médicos Sin Fronteras. Hoy te comparte su historia. 

 

“Plumpy’nut. No lo había visto en décadas.   

Estaba en Siria, trabajando con Médicos Sin Fronteras (MSF) como Gestor de Recursos Humanos/Finanzas, para ayudar a garantizar que nuestros proyectos médicos tuvieran el personal y los recursos necesarios. 

A las y los pacientes de uno de los proyectos les estaban dando Plumpy’Nut, una pasta de maní fortificada que se usa para tratar la desnutrición. 

Lo había visto por última vez cuando era joven y tenía desnutrición, cuando esa pasta de maní que el personal de MSF nos dio a mi familia y a mí y probablemente ayudó a salvarme la vida. 

El comienzo 

La historia de cómo llegué a trabajar con MSF es muy larga. Espero poder resumirla. 

Soy originario de Sudán del Sur. Y antes de que Sudán del Sur fuera un país independiente, era parte de Sudán y hubo una prolongada guerra entre el norte y el sur. 

Cuando creces en medio de una guerra constante, ves a personas heridas que llegan desde las líneas del frente. Todos los que estábamos en la escuela primaria fuimos reclutados para hacer entrenamiento militar. Tuvimos que movilizarnos varias veces para escapar de los combates. 

Eventualmente, el conflicto nos alcanzó nuevamente. Recuerdo los sonidos de las bombas. Los aviones que sobrevolaban. Se sentía como si cualquier persona pudiera ser un objetivo.  

Yo era joven en ese momento, estaba en mi adolescencia. Mis padres tomaron una decisión: tuvimos que evacuar, teníamos que salir de la zona de guerra. 

Todos en nuestro pueblo y en los pueblos vecinos cruzaron la frontera y se convirtieron en personas refugiadas. 

 

Uganda 

En Uganda estábamos a salvo del conflicto, pero las condiciones de vida eran duras. 

Vivíamos en el monte, dormíamos al aire libre, expuestos a la intemperie, a la lluvia. No podíamos protegernos de los mosquitos y mucha gente contrajo malaria. Al principio no había letrinas, así que estalló un brote de cólera.  

Las personas comenzaron a morir. Especialmente los niños y niñas. Soy de una familia numerosa y varios de mis hermanos y hermanas murieron. 

¿Pero adivina quién llegó? Médicos Sin Fronteras. Fueron los primeros en la escena. Yo mismo fui atendido por MSF. 

Eso me dejó una profunda impresión. A medida que mejoraba, a medida que llegaban otras organizaciones y el campo se formalizaba, mientras asistía a la escuela y finalmente a la universidad, seguía diciéndome a mí mismo “un día trabajaré con MSF y devolveré la ayuda y la generosidad que recibí”. 

Porque sin Médicos Sin Fronteras, tal vez estaría muerto. Como mis hermanos, como mis primos, como todas las personas que no lo lograron. 

 

Próximos pasos 

Eventualmente nuestra familia fue reubicada. Llegué al Reino Unidos y estudié relaciones internacionales en la universidad. Después de que Sudán del Sur se independizó, regresé al país y me formé como gerente de banco. Luego trabajé para una ONG internacional que capacita a políticos en materia de buena gobernanza y con otra en materia de compromiso cívico, antes de trabajar yo mismo en la política. Quería servir a mi comunidad.  

No había olvidado la promesa que me hice a mí mismo, pero sabía que no quería unirme a MSF mientras fuera políticamente activo. No es compatible con las políticas de neutralidad e imparcialidad de MSF. 

Más tarde, cuando llegó el momento de regresar al Reino Unido, hice un posgrado en gestión de recursos humanos para desarrollar mis habilidades. Entonces finalmente apliqué para trabajar en Médicos Sin Fronteras.  

 

Siria 

Cuando Médicos Sin Fronteras dijo que me habían aceptado en un proyecto en Siria, no dudé en aceptar. Había visto noticias sobre la guerra en la televisión, había visto algo de la devastación. Es difícil de comparar, pero sentí que lo que estaban pasando era en cierto modo similar a lo que yo había experimentado, o peor.  

Médicos Sin Fronteras tiene varios proyectos médicos en Siria y yo trabajé en dos de ellos. Uno proporcionaba medicamentos vitales y apoyo a personas con enfermedades crónicas, y el otro trataba a personas con tuberculosis que se encontraban detenidas.  

Estaba enfocado en todos los aspectos administrativos que permiten que un proyecto funcione sin problemas. Esto implicó una gran cantidad de contratación de personal, incluido el trabajo para garantizar que nuestras prácticas y políticas fueran transparentes para todas las personas solicitantes. También organizamos muchas capacitaciones, desarrollando las habilidades y la confianza de nuestro equipo. 

Fui muy abierto con mis colegas sirios. Les dije que era un refugiado. Que viví un conflicto y sé lo que es ser desplazado. Muchos sirios escaparon de la guerra al abandonar el país, pero muchos otros son desplazados dentro de Siria. Quería ofrecer algo de aliento, algo de esperanza. Asegurarles que eventualmente las cosas se arreglarán y que podrán vivir felices nuevamente. 

 

Un recordatorio 

Después de ver el Plumpy’nut en la oficina de MSF en Siria, guardé un paquete en mi escritorio. Para recordarme lo que me salvó y la razón por la que estábamos allí. 

Ahora estoy de nuevo en el Reino Unido, y tenía la intención de traer ese paquete para mostrárselo a mis hijos. Quería que supieran exactamente cómo se ve, para decirles “sin esto no estaría aquí para ser tu papá”.   

Pero con toda la prisa por irme, el paquete de plumpy’nut fue lo único que olvidé. Se quedó en mi escritorio en Siria. Entonces, en cambio, les digo a mis hijos: “Estoy trabajando para MSF porque me ayudaron”. 

Ahora comencé un nuevo desafío: capacitarme para ser un oficial de policía con la Policía Metropolitana. Pero una vez que termine mi capacitación inicial, espero hacer una nueva misión con MSF y continuar, en pequeña medida, devolviendo algo de lo que recibí.

 

 

Mi mensaje para las personas que donan a MSF 

Sin la generosidad de las y los donantes de MSF quizás no estaría aquí ahora.   

Fui testigo por primera vez del gran trabajo que hace MSF cuando estaba en una situación muy difícil como un joven refugiado en Uganda, y MSF me brindó la atención médica que necesitaba. Lo volví a ver más recientemente, cuando me uní a MSF en Siria, donde el equipo está tratando a las personas más necesitadas. 

Trabajo como gestor de finanzas de MSF, por lo que puedo decirles que cada centavo en nuestros presupuestos se contabiliza y que las prioridades operativas se combinan cuidadosamente con las necesidades sobre el terreno. Por lo tanto, su dinero va en la dirección correcta. Va a ayudar mucho. Cuando digo esto, lo digo en serio, no solo porque trabajo con MSF, sino porque MSF estuvo allí cuando necesité ayuda, y una generosidad como la tuya me conmoverá por el resto de mi vida.” 

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