República Centroafricana: “La guerra no solo tiene que ver con heridas de bala”

CAR reportage with el Mundo

Bienvenido al hospital de maternidad Castor, la “primera y última línea de defensa” para madres y recién nacidos en Bangui, capital de la República Centroafricana. El anestesista finlandés Kariantti, que acaba de regresar de su segunda misión con Médicos Sin Fronteras (MSF), comparte su experiencia al llegar a este hospital que ha salvado vidas.

Bienvenido al hospital de maternidad Castor, la "primera y última línea de defensa" para madres y recién nacidos en Bangui, capital de la República Centroafricana. El anestesista finlandés Kariantti, que acaba de regresar de su segunda misión con Médicos Sin Fronteras (MSF), comparte su experiencia al llegar a este hospital que ha salvado vidas.

 

"Trabajar en República Centroafricana siempre ha sido mi sueño profesional. Desde hace algunos años tenia el deseo de venir a este lugar y ayudar con la esperanza de marcar una diferencia, sin importar lo pequeña que fuera. Cuando se presentó la oportunidad estuve más que feliz al presentarme como voluntario para venir a este país, un lugar que sufre por un conflicto brutal.

Alrededor de 570,000 centroafricanos están viviendo como refugiados en los países vecinos y otras 690,000 personas se encuentran internamente desplazadas, obligadas a huir de sus hogares y abandonar sus vidas para escapar de la violencia. La mitad de la población, de 4.5 millones, depende totalmente de la ayuda humanitaria para su sobrevivencia.

Ajustándose a la vida en Bangui

Yo deseaba ayudar a las mujeres y los niños, así que el hospital de maternidad “Castor” de MSF fue la opción perfecta. En muchas formas, el hospital es la primera y última línea de defensa en lo que refiere a la atención materna y neonatal en el área.

 

 

Me ha llevado algo de tiempo ajustarme al hospital y a mi nueva misión porque en esta ocasión me enfoco específicamente a la atención de madres y neonatos. En mi última misión con MSF, en Yemen, realizamos más cirugías generales con los pacientes con diversas necesidades médicas y quirúrgicas. Y aún siento que estoy luchando con mi francés todo el tiempo. Aceptémoslo: hace unos años no hablaba francés. Siempre había esperado la oportunidad de aprender el idioma, pero nunca encontraba el tiempo para hacerlo.

Después de unirme a MSF logré mejorar mi francés. Y tras unos cuantos cursos intensivos con MSF en Estocolmo e incontables horas de estudio, me encuentro aquí, en el África francoparlante, haciendo lo mejor que puedo.

Afortunadamente, tanto el personal nacional como internacional disculpan mis errores con el idioma. En cuanto a la situación de seguridad aquí en Bangui, es algo diferente entre vecindarios debido a las tensiones actuales. La más notoria (aunque no la única) es la del distrito PK5, el escenario de mucha de la violencia. La situación ha tenido consecuencias en la población de varias formas, por ejemplo, en el hecho de que el acceso a la atención médica es aún más difícil de lo que ya era en todo el país.

Bienvenido a Castor

Lidiamos con una gran parte de los partos y las complicaciones de parto aquí en Castor. El hospital proporciona servicios de planificación familiar y brinda ayuda a víctimas de violencia sexual.

Junto con mis colegas internacionales y centroafricanos, brindo anestesia y cuidados postoperatorios durante las cesáreas y otras operaciones obstétricas. Parte de mi trabajo también consiste en responder a diferentes emergencias en el hospital, y siempre hay situaciones difíciles y que se desarrollan rápidamente.

La sala de operaciones de Castor es pequeña si tomamos en cuenta el gran número de pacientes, partos y operaciones que se realizan allí. Hay dos quirófanos y una pequeña sala para recuperación con espacio para cuatro pacientes que, en ocasiones, actúa como una especie de sala de cuidados intensivos si un paciente necesita estar en observación por más tiempo.

Por supuesto, es muy básico y constantemente lidiamos con monitores rotos y baterías que se acaban, pero al final del día la mayor parte del equipo es muy similar al que estoy acostumbrado. La única diferencia es que hay menos de todo.

A pesar de que el aire acondicionado y el hecho de que hay mucho personal, terminas empapado en tu propio sudor. El olor de la sangre, sudor y placenta permanece en el aire.

Los primeros pacientes

Durante mi primer día estábamos quedándonos sin camas en la sala de recuperación debido. A la afluencia de pacientes.

Normalmente tenemos alrededor de tres y diez operaciones diarias. Una de mis primeras pacientes tenía una gran ruptura uterina y había estado sangrando profusamente antes de la operación. Afortunadamente, la ginecóloga logró detener la hemorragia y, después de algunas transfusiones, la paciente se estaba recuperando de la operación y la pérdida de sangre. El bebé, desafortunadamente, se encontraba muerto en el útero de su madre.

Tuvimos poco tiempo para llorar la vida perdida, ya que el día continuó con muchas más operaciones, incluido un embarazo ectópico. Esta paciente fue otro recordatorio de la situación actual en el país. Dado que para las madres embarazadas es difícil tener acceso a una atención prenatal adecuada, los embarazos ectópicos con complicaciones graves suelen ser comunes.

La guerra no se trata solo de heridas de bala. Es una infraestructura dañada que ha sido despojada de muchas de sus funciones básicas, incluida la falta de atención médica adecuada. Las mujeres y los niños son los primeros en sufrir, ya que a menudo no pueden llegar a los centros de salud, si es que incluso hay un centro al que puedan llegar."

 

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