República Democrática del Congo: “Ayudar a mi comunidad a toda costa”

Rho IDP site, Northeastern Congo

¿Qué sucede cuando estalla la violencia entre comunidades? “Djapan” tiene 30 años y trabaja como educador de salud comunitaria para MSF en la República Democrática del Congo. Nos comparte sus experiencias.

¿Qué sucede cuando estalla la violencia entre comunidades? "Djapan" tiene 30 años y trabaja como educador de salud comunitaria para MSF en la República Democrática del Congo. Nos comparte sus experiencias.

Yo era maestro de escuela primaria cuando el conflicto me obligó a huir de Tché, mi pueblo natal.

Fue en 2018, a las cinco de la mañana. Súbitamente tuvimos que hacer las maletas e irnos.

Bueno… realmente no empacamos porque no hubo tiempo de hacerlo. Tuvimos que salir rápido, así que nos fuimos sin poder llevar ni una muda de ropa o algo de comida.

Mi familia y yo caminamos por el monte durante horas y finalmente llegamos a la parroquia de Drodo, a unos 12 kilómetros de distancia, donde hay un sitio para personas desplazadas internamente. Y esa fue la primera vez.

Las condiciones de vida eran malas: no había alimentos, ni acceso a la atención médica, pocas o ninguna instalación de lavado o saneamiento. Solo tenía una camisa y un pantalón. Vivíamos en una incertidumbre constante.

Debido a que las personas desplazadas dejan atrás sus medios de vida, dependen del trabajo diario en el campo para mantenerse. Pero algunos días simplemente no hay trabajo.

En ese momento, Médicos sin Fronteras (MSF) fue la primera organización que llegó a la parroquia.

 

 

Me habían nombrado jefe del edificio de la iglesia en el que vivía cuando llegó MSF. Ese no es un rol remunerado, pero quiero trabajar para mi comunidad, para intentar cambiar las cosas, incluso si eso no me permitía mantenerme.

Pero cuando llegó MSF, comencé a trabajar para la organización, y entre abril y junio de 2018 trabajé como educador de la salud comunitaria en Drodo por primera vez.

Hogar

En junio de 2018, comenzó un proyecto de MSF en Tché, mi pueblo natal, porque las persona comenzaban a regresar. Mi trabajo no cambió, solo la ubicación: ¡por fin estaba en casa!

Al principio, iba y venía de Drodo, y luego decidí regresar a Tché para estar más cerca de la comunidad.

Cuando el proyecto de MSF en Tché cerró en febrero de 2019, decidí quedarme. Bueno, pensé que me quedaría. Para mantener a mi familia, abrí una pequeña tienda y vendía pescado y recargas de crédito telefónico.

Más violencia

En junio de 2019, nos enteramos de que se estaba produciendo más violencia en la región. Cuando nos enteramos por primera vez de la situación, la lucha se estaba librando en un distrito bastante lejano, así que no prestamos mucha atención. Pero los atacantes se acercaban poco a poco.

El miércoles 12 de junio, supimos que nuestro pueblo sería atacado al día siguiente. Vivía con mis padres, mi esposa y mis hijos, pero solo teníamos una motocicleta. ¿Cómo podría ponerles a salvo?

Finalmente logré transportarlos en dos viajes de ida y vuelta al campamento parroquial, que seguía ubicado en Drodro. Eran las 5 de la tarde cuando volví a Tché para preparar algunas pertenencias. Esta vez, irnos con las manos vacías no era una opción.

Pero los atacantes ya estaban en la zona y bloqueando la carretera. No tuve más remedio que quedarme donde estaba esa noche.

Escondidos

Desafortunadamente, la información que me habían dado un día antes resultó ser cierta. Eran las 4 de la mañana del jueves 13 de junio cuando los asaltantes atacaron mi pueblo y a todas las personas que todavía estaban allí.

Nos escondimos lo mejor que pudimos. Quienes optaron por huir por la carretera fueron masacrados. Permanecí escondido durante siete horas, esperando que los atacantes se fueran.

Algunas personas se quedaron en el monte durante días, sin comer ni beber.

La huida tenía que hacerse de noche, a pie. Las personas estaban completamente exhaustas. Finalmente, llegué al sitio para personas desplazadas internamente en la parroquia Drodro por segunda vez.

La llamada

Un día, estaba en el campamento cuando recibí una llamada telefónica del gestor de promoción de la salud de MSF en Ituri. Buscaban personal con urgencia y él había guardado mi información de contacto: "Djapan, ¿puedes venir a Bunia para que podamos hablar sobre oportunidades laborales?"

Tras cuatro horas de viaje en moto, y después de hacer algunos desvíos para evitar a la milicia, llegué a Bunia.

Y en julio de 2019, me convertí en educador de salud comunitaria en la parroquia de Drodo por segunda vez.

Trabajo para MSF desde entonces. Apoyamos a la comunidad de personas desplazadas que viven en la parroquia. Eso significa hacer correr la voz sobre los lugares en que las personas pueden acceder a la atención médica, además de mensajes clave sobre higiene (uso de letrinas, lavado de manos, higiene personal) y violencia sexual.

También superviso la situación con enfermedades como la fiebre amarilla, el sarampión, el cólera y la COVID-19, para que podamos detectar brotes y estar listos para responder en caso de ser necesario. Es difícil intentar estimar el número de personas que hay en el campamento, pero somos muchas, demasiadas.

La vida en Drodo

Las condiciones de vida no han mejorado. Y afecta a mi trabajo. No puedo quedarme con los documentos que utilizo para crear conciencia sobre temas de salud en la comunidad, por ejemplo.

Con mi esposa y cinco hijos, hemos decidido dejar el campamento y mudarnos a Dhessa, donde ahora vivimos. Tengo la esperanza de que mis hijos puedan crecer y prosperar en condiciones más dignas.

 

 

 

NOTA: Esta entrada de blog fue escrita en octubre de 2020.

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