Un parto complicado en la República Democrática del Congo

MSF activities in Masisi

En el hospital Walikale en la República Democrática del Congo, la partera Claire y su equipo se vieron obligados a tomar decisiones rápidas para salvar una joven vida…

En el hospital Walikale en la República Democrática del Congo, la partera Claire y su equipo se vieron obligados a tomar decisiones rápidas para salvar una joven vida…
 
“Como partera, amo las historias interesantes sobre nacimientos, ¿cómo podría no hacerlo?
 
Después de todo el trabajo y la adrenalina que supone un parto, en ese momento, una nueva vida llega al mundo. Poder compartir ese momento con las familias es la mejor experiencia de todas. 
 

Confianza y traducciones

 
Una barrera de lenguaje crea una gran distancia en esos momentos tan cruciales, y es por eso que en MSF la atención directa con los pacientes es proporcionada principalmente por el personal local.
 
Hablo inglés de forma nativa, pero aquí en Kivu Norte, en la República Democrática del Congo (RDC), el francés es el lenguaje de la vida profesional y la mayoría de las personas hablan Swahili en sus hogares. Así que cuando estoy en consulta con los pacientes, debo pedir a alguno de mis colegas que traduzca mi inglés con acento francés al Swahili para que el mensaje llegue de forma correcta al paciente.
 
Debo confiar en que mis colegas se comuniquen claramente con los pacientes a mi nombre, para poder asegurarme de que entiendan su condición y planes de atención, y que puedan dar su consentimiento informado en cada paso del proceso. Esto es crítico en las emergencias obstétricas.
 
Afortunadamente, durante una emergencia el lunes pasado, todo salió bien…
 

Un parto complicado

 
Llegué a nuestra sala de partos durante la mañana, como normalmente lo hago. El sistema nacional de salud, o Bureau Central du Zone, contrató recientemente a unas parteras que realmente eran necesarias en los servicios de maternidad. Cuando llegué, dos de las reclutas más nuevas, que aún no terminan su orientación en el hospital, estaban trabajando junto a una tercera partera sustituta. 
 
Les pedí que me hablaran de las pacientes en la sala, y rápidamente me dijeron que estaban en proceso de admitir a una mujer totalmente dilatada en medio de un parto en el que el bebé venía de nalgas, con su trasero por delante en lugar de su cabeza. Esto tipo de parto aumenta el riesgo de que se presenten complicaciones. 
 
En el lugar donde trabajo en Estados Unidos, el personal ya hubiera estado preparando a la paciente para ingresarla al quirófano. Sin embargo, un parto de estos no indica que sea necesaria una cesárea, y especialmente dado que esta mujer tenía un historial de partos vaginales complicados.  
 

¿El primer bebé? 

 
Debido a la situación del personal en el hospital, decidí que me haría cargo del parto y todos, incluyendo la madre, aceptaron rápidamente. Discutimos los pasos para traer al mundo a este bebé y asegurarnos de tener todo listo para realizar una resucitación neonatal en caso de que fuera necesario.
 
Le hicimos saber al médico qué estaba sucediendo, pues en ese momento llegó a la sala de partos para presentarse con la paciente y ver cómo estaba el equipo. Cuando examiné el abdomen de la mujer, se me cruzó por la mente que podría haber dos bebés en su vientre, pero no dejé que mi cerebro pensara mucho en esa posibilidad porque el primer bebé estaba llegando rápidamente.
 
La pequeña nació sin ninguna complicación, pero sí había un segundo bebé en camino. Al hacer una examinación para saber cuál era la situación de este segundo bebé, mi estómago dio un vuelco…el cordón umbilical venía antes que la cabeza. Esta era una muy mala noticia. 
 
Sabía que cuando la cabeza descendiera hacia la pelvis, jalaría el cordón umbilical y cortaría el flujo sanguíneo del bebé. A esta emergencia la llamamos ‘prolapso umbilical’ y es un indicador de que necesita realizarse una cesárea rápidamente. Dejé mi mano colocada de tal manera que el cordón no hiciera presión sobre la cabeza del pequeño y expliqué a la madre y a las enfermeras lo que sentí. Necesitábamos una cesárea, así que pedí al equipo que fuera por el doctor inmediatamente. 
 
Después recordé que la cama en la sala de partos no tenía llantas y eso sería un problema. En mi capacitación, me enseñaron que si descubres que hay un prolapso umbilical, debes quedarte junto a la madre y seguir poniendo presión sobre la cabeza del bebé para que el cordón no haga presión al momento de trasladarla al quirófano.
 
Y esto no se podría hacer si la mujer tiene que caminar para llegar al lugar. Es una caminata muy corta, pero podría ser la diferencia entre mantener y perder el flujo sanguíneo del bebé. Desafortunadamente, no teníamos otra alternativa.
 
Cuando llegó el doctor, todos estábamos preparados. Con la ayuda de mi maravillosa traductora, expliqué a la mamá que cuando llegara el momento de quitar mi mano ella debía moverse lo más rápido posible a la mesa de operaciones. La madre y las enfermeras hicieron un gran trabajo y llegaron rápidamente a la mesa. En cuanto llegó, ayudé a la madre y noté que aún podía sentir el pulso del bebé a través del cordón.
 

Un día más

 
Pasados tan solo unos minutos, gracias al cielo, escuché el llanto del bebé, un hermoso niño que fue acercado a su hermana mientras que el médico terminaba la cirugía de su madre. Me sentía llena de alegría y energía. 
 
Aún tenemos que estar al tanto de la madre en los siguientes días, pero por ahora, ella y sus bebés están sanos.
 
Logramos tener un día más
 
* La fotografía no corresponde a la historia, sólo usamos la foto para fines ilustrativos.
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