Una nueva herramienta que ayuda a garantizar que el agua potable siga siendo segura

Un equipo de MSF desarrolló una nueva herramienta que ayuda a garantizar que el agua potable siga siendo segura en Sudán del Sur.
Distribución de agua potable a la población. Sudán del Sur © Syed Imran Ali

Syed Imran Ali trabajaba en un campo para personas refugiadas en Sudán del Sur cuando su equipo se enfrentó a un misterio. Lo que descubrieron cambió su forma de pensar sobre el suministro de agua potable. Ahora esta herramienta ayuda salvar vidas en crisis humanitarias en todo el mundo.

En 2013, los campos de refugiados del condado de Maban, en Sudán del Sur, donde viven aproximadamente 68,000 personas, se vieron afectados por un brote de hepatitis E.

La hepatitis E es un virus transmitido por el agua con un patrón de ataque inusual. Afecta a personas sanas de entre 20 y 30 años, provocando un mal funcionamiento del hígado. Para la mayoría de las personas que contraen la enfermedad, la tasa de letalidad es de alrededor del 2%, pero para las mujeres embarazadas en su segundo o tercer trimestre, esa cifra se dispara al 20%.

Imran es especialista en agua y saneamiento (WATSAN) y en aquel momento trabajaba con MSF en el campo para personas refugiadas de Jamam. “Cuando una mujer embarazada con hepatitis E llegaba a nuestro centro médico, a menudo estaba tan debilitada por el virus que daba a luz prematuramente. Era muy poco lo que podíamos hacer para salvar a la madre o al bebé. Fue devastador para las familias e increíblemente difícil de presenciar para todo el equipo de MSF, especialmente para el equipo médico”.

Un equipo de MSF desarrolló una nueva herramienta que ayuda a garantizar que el agua potable siga siendo segura en Sudán del Sur.
SWOT en Sudán del Sur. © Syed Imran Ali

 

La hepatitis E no tiene cura conocida. Por ello, el personal médico solo podía brindar atención de apoyo, como asegurarse de que los pacientes estuvieran bien alimentados e hidratados.

“Como equipo de agua y saneamiento, sabíamos que teníamos que combatir las vías de transmisión en el campo antes de que el virus llegara a las personas”, afirma Imran.

El agua en el campo se suministraba a través de puestos de grifos colectivos donde la población llenaba bidones para llevarlos a sus refugios. Sería relativamente sencillo para el equipo analizar el agua y ajustar los niveles de cloro para eliminar el virus.

Sin embargo, las pruebas mostraron algo extraño: los niveles de cloro en los grifos ya cumplían todos los estándares oficiales. Si el agua que salía del grifo era segura, ¿por qué se enfermaban tantas personas?

El equipo comenzó a investigar. En lugar de limitarse a analizar el agua de los grifos, empezaron a analizar el agua que las personas bebían en sus refugios. Pronto tuvieron al menos parte de la respuesta.

“Vimos que la calidad del agua es buena donde la población la recoge”, afirma Imran. “Pero muy rápidamente se vuelve a contaminar. Y una vez que el agua está contaminada de nuevo, se convierte en un camino de transmisión de enfermedades en lugar de algo que ayude a las personas”.

Con esta nueva información, el equipo comenzó a trabajar para garantizar que los bidones estuvieran limpios y aumentó el nivel de cloración para que fuera eficaz por más tiempo. Paralelamente, trabajaron para ampliar el suministro general de agua. Se construyeron instalaciones sanitarias y puntos de lavado de manos a gran escala. Además de trabajar con promotores de salud para garantizar que la comunidad supiera cómo minimizar los riesgos.

Un equipo de MSF desarrolló una nueva herramienta que ayuda a garantizar que el agua potable siga siendo segura en el mundo
Uganda. © Gabrielle String

 

Finalmente, el brote quedó bajo control. Pero la experiencia quedó grabada en la memoria de Imran y sus colegas. “Habíamos descubierto que las directrices oficiales que utilizamos no siempre producen agua potable donde es importante. Este es el problema que vimos en Sudán del Sur, y cuando continuamos esta investigación en otros campos: en Ruanda, Jordania, Siria, Tanzania y otros lugares, vimos el mismo problema”.

Se propusieron crear un nuevo conjunto de directrices para la seguridad del agua, basadas en su investigación en entornos humanitarios.

“La orientación original de la OMS sobre la calidad del agua en realidad proviene de convenios pensados para las ciudades”, dice Imran. “Así que no es de extrañar que cuando intentas implementarlo en un campo de personas refugiadas, no siempre funcione”.

Las nuevas pautas del equipo tuvieron en cuenta las diferentes condiciones que afectan la calidad del agua en los campos: como la temperatura o las condiciones sanitarias. Pero cuando los compartieron con otros equipos WATSAN, se encontraron con más preguntas.

“Recibimos comentarios que decían: ‘sabemos que necesitamos directrices basadas en pruebas, pero su evidencia proviene de Sudán del Sur, Jordania y Ruanda. ¿Cómo sabemos que va a funcionar en Nigeria, Bangladesh o Yemen? Y esa era una pregunta muy válida”, dice Imran.

“Nos ayudó a darnos cuenta de que tal vez las pautas universales no eran realmente el punto. Lo que era más importante eran los análisis y modelos que habíamos desarrollado para generar esas directrices”.

Un equipo de MSF desarrolló una nueva herramienta que ayuda a garantizar que el agua potable siga siendo segura en el mundo
Ruanda. © Syed Imran Ali

 

Entonces el equipo se puso a trabajar, esta vez creando una herramienta en línea gratuita que permite a los trabajadores humanitarios de cualquier parte del mundo cargar sus datos locales de monitoreo de la calidad del agua. Junto con detalles como los tipos de contenedores de almacenamiento que se utilizan, con solo presionar un botón, la herramienta generará un objetivo de cloración que garantiza que el agua sea realmente segura para beber para las personas en ese sitio específico, durante el tiempo que sea probable que esté almacenada. Lo llamaron Herramienta de Optimización del Agua Segura (SWOT, por sus siglas en inglés).

“Por lo que sabemos, es la primera vez en ingeniería civil y medioambiental que se estudia la calidad del agua después de su distribución”, explica Imran.

“Imaginemos a una madre que vive en un campo personas refugiadas. Está recogiendo agua de un grifo público porque le han dicho que es segura para beber, pero sus hijos siguen enfermando de diarrea. Algunas personas en el campo empiezan a recurrir a otras fuentes de agua que no están tratadas en absoluto, y ella no sabe en qué fuentes confiar”.

“El SWOT significa que el equipo WATSAN puede usar los datos que ya están recopilados para optimizar el sistema de agua potable y brindar a esta mujer la seguridad de que el agua que sale del grifo es segura cuando la recolecta y seguirá siendo segura cuando se la dé a sus hijos”.

Los equipos de MSF y otras seis organizaciones humanitarias ya utilizan el SWOT en nueve países. Pero el equipo no se detiene ahí. Ahora colaboran con la Universidad York de Toronto para llevar la herramienta al siguiente nivel.

Utilizando técnicas de aprendizaje automático, el equipo ahora trabaja con datos sobre contaminación microbiana y riesgos para la salud, y mira más allá de la cloración hacia una gama más amplia de procesos de tratamiento de agua, como la clarificación y la filtración.

“Esto permitirá a los equipos de agua y saneamiento comprender los impactos en la salud de las diferentes intervenciones disponibles. De modo que puedan tomar decisiones acertadas sobre dónde centrar su atención para lograr el mayor impacto para las personas”, afirma Imran.

Un equipo de MSF desarrolló una nueva herramienta que ayuda a garantizar que el agua potable siga siendo segura en el mundo
SWOT en Jordania. © Syed Imran Ali

 

Hasta ahora hemos llegado a medio millón de personas. Nuestro objetivo es que el SWOT se convierta en parte de la práctica estándar para todos los equipos que trabajan en el suministro de agua potable en situaciones de emergencia. -Syed Imran Ali

 

El proyecto de MSF en Maban se desarrolló entre 2011 y 2023. Durante este tiempo, el equipo realizó más de 1,5 millones de consultas ambulatorias, vacunó a 405,731 niñas y niños e instaló docenas de pozos protegidos para permitir el acceso al agua potable.

Syed Imran Ali presentó por primera vez su investigación sobre la Herramienta de Optimización de Agua Segura en la conferencia de los Días Científicos de MSF en 2020.

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