Yemen: dando esperanza a las personas atrapadas en el fuego cruzado

Chris Hook es un médico británico que acaba de regresar de Yemen. Desde agosto, ha trabajado como parte del equipo de emergencia de Médicos Sin Fronteras ayudando a establecer un hospital en el distrito de Al Salakhana en la ciudad de Hodeidah. Desde principios de noviembre, la ciudad ha experimentado intensos enfrentamientos y bombardeos, con batallas que van acercándose al hospital …

Chris Hook es un médico británico que acaba de regresar de Yemen. Desde agosto, ha trabajado como parte del equipo de emergencia de Médicos Sin Fronteras ayudando a establecer un hospital en el distrito de Al Salakhana en la ciudad de Hodeidah. Desde principios de noviembre, la ciudad ha experimentado intensos enfrentamientos y bombardeos, con batallas que van acercándose al hospital…
 
“Las personas en Al Salakhana están intentando continuar con sus vidas como de costumbre, pero es un área muy pobre de Hodeidah. Tienen que elegir entre conseguir atención médica o alimentos, o entre conseguir atención médica para un miembro de su familia sobre otro.
 
Un paciente que siempre recordaré de mi tiempo trabajando en el hospital es un niño de 15 años. Hace unos siete meses estuvo en un accidente; se había caído de una moto.
 
Se había fracturado gravemente la pierna y acudió a un hospital privado para ser operado. Le colocaron un fijador externo (barras de metal que entran en la pierna desde el exterior para mantener los huesos en posición) para curar la fractura, pero el joven no podía pagar para que se la quitaran.
 
Había estado viviendo con el fijador durante seis meses, y debería habérselo quitado después de dos. Acudió con nosotros para preguntar si podíamos quitárselo. Por supuesto, dijimos que haríamos todo lo posible.
 
Pero no podía caminar. Necesitábamos que él pudiera caminar para que cuando se retirara el fijador tuviera suficiente fuerza en su pierna. Le proporcionamos muletas y le dijimos que comenzara a colocar peso en la pierna. Le pedimos que regresara en una semana y, si ya caminaba, le quitaríamos el fijador.
 
Pero no regresó.
 

Manteniendo la calma

 
Poco después de esa consulta, a principios de noviembre, los enfrentamientos se acercaron al este de la ciudad. El hospital Al Salakhana está en el noreste de Hodeidah, y estábamos muy cerca de la línea del frente.
 
No podíamos movernos, pues había muchas balas perdidas volando alrededor de nosotros. Nuestra casa fue golpeada varias veces, así que terminamos viviendo en la oficina porque está más cerca del hospital. En estas circunstancias, no podíamos arriesgarnos a conducir de la casa  al hospital en caso de que el automóvil fuera golpeado.
 
El personal yemení en el hospital estaba muy acostumbrado a los enfrentamientos; para ser honesto, ¡incluso lo encontraron tedioso! Nadie se encontraba en estado de pánico, y esa atmósfera se extendió por el hospital. Solo quédate quieto, mantén la calma y todo estará bien. El equipo yemení nos mantuvo en esa mentalidad, fue enormemente reconfortante.
 

Atrapados en el fuego cruzado

 
Para nuestro alivio, tres semanas después de ver por primera vez al joven, regresó al hospital con su madre. Resultó que la familia vivía en el barrio vecino al nuestro. Nos explicaron que cuando los enfrentamientos se intensificaron cerca de su hogar, la familia quedó atrapada durante dos semanas y media. No pudieron salir de su casa debido a los combates.
 
Mientras estaban escondidos, el padre del niño y uno de sus hermanos recibieron disparos. Su casa quedó atrapada en el fuego cruzado. Lamentablemente, murieron. A pesar del horror que experimentó, el niño había seguido con su programa de rehabilitación. Hizo todo lo posible para fortalecer su pierna y asegurarse de que sería capaz de quitarse el fijador.
 
Es uno de los siete hijos dentro de la familia y, ahora que su padre falleció, estaba decidido a caminar para poder encontrar trabajo. A la edad de 15 años, se consideraba el hombre de la casa y necesitaba mantener a la familia.
 
Su madre estaba visiblemente afectada cuando le explicaron su situación. Su preocupación de que no pudiéramos quitar el fijador se vio agravada por el trauma que había experimentado. Examinamos la pierna del joven y, con mucha alegría, le dijimos que ya estaba lo suficientemente fuerte para quitarle el pedazo de metal. 
 
Le dijimos que el tratamiento era gratuito y que podía volver para consultas regulares para asegurarnos de que su pierna estuviera sanando adecuadamente.
 
Hubo mucho llanto. Claramente estaban muy agradecidos de que nos encontráramos presentes para ayudarlos y, con suerte, lograr que su vida fuera un poco más fácil."
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