Cuándo alzamos la voz

Los equipos médicos de Médicos Sin Fronteras (MSF) suelen presenciar actos de violencia, atrocidades y olvido en el curso de su trabajo, muchos de los cuales ocurren en lugares que rara vez reciben atención internacional.
Al mismo tiempo sobre el terreno, los equipos están en constante diálogo con las autoridades locales, las partes en conflicto y otras agencias de ayuda, en un intento de reforzar la independencia operacional de nuestra organización y facilitar la prestación de la mejor atención médica posible para nuestros pacientes y sus comunidades.
Pero a veces, MSF puede hablar públicamente en un esfuerzo por llevar una crisis olvidada a la vista de todos, alertar al público de los abusos que ocurren más allá de los titulares, criticar las insuficiencias del sistema de ayuda, desafiar el desvío de la ayuda humanitaria en función de intereses políticos o señalar políticas que restringen el acceso a la atención médica o a los medicamentos esenciales.

De Ruanda a Srebrenica, de Chechenia a Etiopía, Médicos Sin Fronteras ha atestiguado la tragedia y nos pronunciamos en contra. Aquí hay sólo un puñado de ejemplos de estos esfuerzos:

 

Acción Médica y Testimonio

Acción médica y testimonio: es la doble misión social de nuestra organización, que fue creada por médicos y periodistas. Al brindar una atención directa, atestiguamos de primera mano del sufrimiento de las personas a las que asistimos, y por eso podemos exponer públicamente las responsabilidades de quienes causan estas crisis, de quienes tienen capacidad de influencia en las mismas, o de aquellos que tienen la responsabilidad primera de responder.

 

Precisamente por ello, el testimonio es incómodo, y nos hemos enfrentado muchas veces a un difícil dilema: callar para poder seguir brindando asistencia médica, o hablar y arriesgarnos a ser expulsados.
Al igual que la acción médica, nuestras actividades de testimonio e incidencia política se llevan a cabo desde la independencia de cualquier interés político, económico o religioso.

Discurso de aceptación del Premio Nobel de la Paz, 1999

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