Difteria

MSF trabaja para prevenir la difteria en el mundo proporcionando vacunaciones rutinarias y tratamiento.
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Médicos Sin Fronteras en la ruta de personas migrantes y refugiadas

En 2022, las cifras de personas migrantes detenidos en la frontera sur de Estados Unidos se desbordaron. Las autoridades estadounidenses realizaron un total de 2,76 millones de capturas de migrantes indocumentados, la mayoría de los cuales fueron deportados inmediatamente a ciudades fronterizas del norte de México y a otros puntos del país.  En distintos puntos de la ruta migratoria entre Centroamérica, México y Estados Unidos, nuestros equipos apoyan de manera gratuita y confidencial a las personas en movimiento con servicios médicos, psicológicos, promoción de la salud y orientación e información. Diariamente, somos testigos de las consecuencias de vivir bajo difíciles condiciones de protección, albergue, alimentación y agua y saneamiento sobre su salud física y emocional.  En 2022, MSF ofreció más de 108,510 consultas médicas y 10,183 de salud mental a personas migrantes, priorizando la asistencia a la población más vulnerable: niños y niñas, menores no acompañados, adultos mayores, personas LGTBIQ, aquellas con discapacidades físicas y mentales, poblaciones indígenas y no hispanohablantes, migrantes extracontinentales y sobrevivientes de violencia sexual.    Las personas en movimiento enfrentan diversas enfermedades, como infecciones respiratorias, diarreas y problemas de la piel, debido a las condiciones precarias durante su experiencia migratoria. Además, luchan con desafíos emocionales, como la tristeza, el miedo y la angustia, debido a las dificultades del viaje y a vivir en lugares inadecuados.  Te contamos sobre nuestras actividades en Panamá, Honduras, Guatemala y México   Puntos de atención de Médicos Sin Fronteras para personas migrantes  

Panamá 

Entre enero y mayo de 2023, más de 166,000 personas cruzaron de forma irregular el Darién, un área selvática y pantanosa de cinco mil kilómetros cuadrados que separa a América del Sur de América Central.  Durante el trayecto se exponen a los múltiples peligros del terreno y a la violencia, incluso sexual, de grupos criminales presentes en la zona.  En 2022, MSF brindamos más de 35,000 consultas médicas y más de 2,200 de salud mental en las Estaciones Temporales de Recepción Migratoria (ETRM) de San Vicente y Lajas Blancas. Actualmente, estamos preparando un puesto de atención en Bajo Chiquito, la primera comunidad indígena panameña con la que se encuentran las personas al atravesar la ruta más concurrida en la actualidad.    

Honduras 

Entre enero y marzo de 2023, más de 30,000 personas han ingresado irregularmente a Honduras desde la frontera con Nicaragua, según el Instituto Nacional de Migración (INM) de Honduras. Cada día, cientos de personas migrantes se represan en las ciudades fronterizas de Danlí y Trojes para tramitar un permiso de tránsito que los exime de pagar una multa de 250 dólares por no llevar los documentos en regla.   En los tiempos de espera que genera este proceso migratorio, desde MSF brindamos asistencia médica y humanitaria, atendiendo diariamente entre 80 y 160 personas a través de clínicas móviles en estos puntos fronterizos. En 2022, realizamos más de 17,000 consultas médicas y alcanzamos a más de 20,000 personas mediante diferentes actividades de sensibilización y socialización de herramientas adecuadas para el autocuidado.     

Guatemala 

Guatemala es un país expulsor de personas, pero también un punto de tránsito para los migrantes extracontinentales (principalmente haitianos, cubanos, asiáticos y africanos) y suramericanos que se dirigen a los Estados Unidos. También es el lugar de retorno para aquellos guatemaltecos que han sido deportados por encontrarse en situación irregular y aprehendidos en las fronteras.  En respuesta al aumento de flujos migratorios por el país, desde el último trimestre de 2021 desplegamos nuestros equipos en los departamentos fronterizos de Guatemala con México. Actualmente, en la terminal de buses de Tecún Umán, frontera con México, brindamos servicios de salud primaria, salud mental, promoción de la salud y soporte social a las personas migrantes que transitan por este punto en su camino hacia el norte o tras ser retornadas al país.     

México 

En el país se vive una grave situación humanitaria causada políticas migratorias criminalizantes que, tras el final del Título 42 en mayo de 2023, han endurecido las restricciones y las sanciones para las personas que intentar cruzar irregularmente a Estados Unidos.  Esta situación también se relaciona con las políticas migratorias de México, que busca convertirse en una barrera para la migración hacia el norte del continente. México es el tercer país del mundo después de Alemania y Estados Unidos que más recibe solicitudes de asilo, pero el sistema se ha visto colapsado para tramitar adecuadamente esta demanda.  Actualmente, nuestros equipos están desplegados en diversos puntos del territorio mexicano brindando asistencia gratuita y confidencial en medio de una de las mayores crisis migratorias del mundo. En 8 puntos a lo largo de la ruta migratoria en México, brindamos servicios de salud física y mental, promoción de la salud, trabajo social, salud sexual y reproductiva y servicios de agua y saneamiento a las poblaciones en movimiento, priorizando a las más vulnerables a los impactos de la migración.    EN BUSCA DEL NORTE by Médicos Sin Fronteras México on Exposure

Cómo abrimos un proyecto

Médicos Sin Fronteras trabajamos en más de 70 países, cada uno con sus propias características.

 

Sin embargo, nuestros proyectos generalmente se originan de acuerdo a un conjunto de prácticas establecidas y diseñadas para asegurar que nuestros recursos y experiencia se usen de la mejor manera posible.

Cuando surge una crisis en alguna parte del mundo, actuamos con rapidez para evaluar las necesidades, movilizando al personal de Médicos Sin Fronteras que ya se encuentra en la zona o enviando un equipo de emergencia. En realidad, estos dos grupos a menudo trabajan en estrecha colaboración y podemos comenzar a atender a las personas incluso al mismo tiempo que desarrollamos un plan completo de respuesta.
 
En Haití, por ejemplo, nuestro personal que ya trabajaba en el país trató a la primera víctima del terremoto de 2010 en los primeros cinco minutos tras el desastre natural, incluso antes de que el equipo de emergencia se desplegara. Esto se debe a que contamos con suministros de emergencia listos en todo momento (kits quirúrgicos, kits de hospitales inflables y kits de tratamiento del cólera) y con fondos de reserva para responder a emergencias.
 
Esto significa que no necesitamos esperar a que los donantes institucionales liberen fondos o a que surja una crisis para captar la atención del público: podemos actuar donde y cuando la necesidad sea mayor.´edico

Evaluaciones y exploratorias

Somos alertados de las crisis y de las necesidades de las personas de muchas maneras diferentes, y las razones para desarrollar misiones de evaluación pueden provenir de varias fuentes, incluyendo:
 
  • Equipos de MSF que ya trabajan con las personas afectadas
  • Gobiernos locales
  • La comunidad internacional
  • Las organizaciones humanitarias como el Departamento de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas (UNDHA)
  • ONG locales y nacionales
  • Informes de prensa o información en redes sociales
Una vez que la información ha sido verificada y validada, enviamos un equipo de expertos médicos y logísticos a la zona de crisis para llevar a cabo una evaluación rápida y eficiente (o misión exploratoria, también conocida como “explo“). Esto puede ser llevado a cabo por personal que ya trabaja en la zona o por especialistas desplegados desde nuestra sede.
 
 

Los equipos de emergencia de Médicos Sin Fronteras

Los equipos de emergencia son un grupo de personas con amplia experiencia en el terreno en áreas clave, tales como la atención médica, la logística, respuesta a crisis (incluyendo conflictos y desastres naturales) y la coordinación. 

Están disponibles todos los días del año y pueden desplegarse dentro de las primeras horas posteriores a una emergencia. A menudo son responsables de la evaluación inicial y pueden permanecer durante meses para proporcionar la primera atención mientras se pone en marcha un proyecto a más largo plazo.

 

Propuesta

El equipo evalúa la situación, el número de personas afectadas y las necesidades, y envía una propuesta a la oficina central de MSF correspondiente.
 
Cuando se aprueba la propuesta, el personal de MSF de la sede comienza el proceso de selección de personal, organización de materiales y recursos y la obtención de fondos para los proyectos.
 

Inicio de un proyecto

Una vez que el plan del proyecto ha sido elaborado y confirmado, el equipo técnico y los recursos se envían a la zona.

En las grandes crisis, los aviones vuelan con todos los materiales necesarios para que el trabajo pueda comenzar inmediatamente (aunque a menudo se necesitan camiones, botes u otros medios para transportar el material desde los aviones hasta los sitios del proyecto). 

Gracias a los protocolos establecidos y a los kits especializados que ya están en nuestros centros logísticos, de modo que todo esté disponible para que el equipo de respuesta comience a trabajar tan pronto lleguen.
 
En algunos países que son propensos a las crisis, o donde pareciera que algún tipo de crisis podría ocurrir pronto, MSF mantenemos suministros de emergencia en almacenesPara reducir los costos, si la velocidad no es esencial, envíamos la mayoría de material y los medicamentos por vía marítima.
 

El equipo en el terreno

Un equipo de proyecto de terreno generalmente se compone de entre cuatro y 12 trabajadores internacionales que trabajan en colaboración con hasta 200 empleados locales.
 
Las operaciones de terreno son gestionadas por un jefe de país y un equipo de coordinación. Esto a menudo incluye un coordinador médico, un coordinador logístico y un coordinador financiero, quienes normalmente se encuentran en la capital de cada país donde MSF trabaja.
 

Supervisan el proyecto y actúan como enlace entre MSF, las autoridades locales, contra partes y otras organizaciones no gubernamentales (ONGs). Informan regularmente a los Departamentos de Operaciones en sus oficinas centrales.

 

Financiación de un proyecto

La gran mayoría del dinero de MSF proviene de donantes individuales que aportan pequeñas cantidades de forma regular. Este financiamiento privado y sin restricciones nos libera de los lazos que pueden generarse con dinero de gobiernos o de grandes instituciones. También nos permite actuar con rapidez.
 
El dinero se capta a través de las oficinas de MSF en 28 países. Todo el dinero se agrupa y se utiliza para financiar las acciones de MSF en todo el mundo, desde la recaudación de fondos hasta los servicios en la primera línea de acción. 
 
Mantenemos alrededor del 25 por ciento de nuestros fondos como dinero en efectivo, listo para usarse en emergencias. Esto significa que no necesitamos lanzar una campaña de recaudación de fondos antes de lanzar una respuesta humanitaria. Actuamos primero, basados en la necesidad, y construimos nuestras estrategias de recaudación de fondos en torno a las realidades sobre el terreno.
 
El personal internacional recibe una pequeña suma por su compromiso con MSF, mientras que el personal nacional recibe un salario. Mantenemos los costos bajos mediante el uso de medicamentos genéricos, las compras a granel, y el manejo cuidadoso de nuestras líneas de suministro.

Ejecución de un proyecto

Los proyectos de Médicos Sin Fronteras tienen generalmente una vida de entre 18 meses y tres años y medio, pero hemos estado en algunas áreas durante décadas en una forma u otra, mientras que otras respuestas han durado sólo unas pocas semanas o meses, el tiempo suficiente para que la fase de emergencia de una crisis disminuya.
 
Existen claras diferencias entre una respuesta de emergencia y un proyecto de atención médica a largo plazo, pero todas siguen aproximadamente este mismo proceso.
 

¿Cómo y cuándo cierra Médicos Sin Fronteras un proyecto?

A menudo llega el momento en que los servicios que Médicos Sin Fronteras brinda ya no son necesarios, cuando, por ejemplo, una epidemia o un conflicto ha disminuido, o cuando las organizaciones locales son capaces de hacerse cargo de las operaciones.

No existe una fórmula rígida y específica para cuando esto ocurre; ni siempre es una decisión fácil. Se trata de un proceso muy complejo que depende del proyecto específico, del contexto inmediato, de las capacidades que existen en el terreno y de la evaluación del personal en el terreno y en nuestras sede.

En 2009, por ejemplo, MSF entregamos nuestros programas de VIH / SIDA en Camboya a actores locales. En 2012, se traspasó el proyecto de atención a víctimas de violencia sexual en Guatemala, y cerramos nuestro hospital Bon Marche en la ciudad de Bunia, en la República Democrática del Congo, porque se determinó que la situación en el área inmediata había mejorado y que las necesidades de emergencia eran mayores en otros lugares.

En cada caso, Médicos Sin Fronteras hacemos lo mejor que puede para garantizar la continuidad de la atención de alta calidad. Y en muchos proyectos de MSF se hace hincapié en la capacitación de los empleados locales con la esperanza de ayudar a desarrollar habilidades más amplias en una sociedad determinada, que puedan emplearse para brindar la atención necesaria después de que MSF hayamos traspasado o entregado nuestros programas.

 

Cuándo alzamos la voz

Los equipos médicos de Médicos Sin Fronteras (MSF) suelen presenciar actos de violencia, atrocidades y olvido en el curso de su trabajo, muchos de los cuales ocurren en lugares que rara vez reciben atención internacional.
Al mismo tiempo sobre el terreno, los equipos están en constante diálogo con las autoridades locales, las partes en conflicto y otras agencias de ayuda, en un intento de reforzar la independencia operacional de nuestra organización y facilitar la prestación de la mejor atención médica posible para nuestros pacientes y sus comunidades.
Pero a veces, MSF puede hablar públicamente en un esfuerzo por llevar una crisis olvidada a la vista de todos, alertar al público de los abusos que ocurren más allá de los titulares, criticar las insuficiencias del sistema de ayuda, desafiar el desvío de la ayuda humanitaria en función de intereses políticos o señalar políticas que restringen el acceso a la atención médica o a los medicamentos esenciales.

De Ruanda a Srebrenica, de Chechenia a Etiopía, Médicos Sin Fronteras ha atestiguado la tragedia y nos pronunciamos en contra. Aquí hay sólo un puñado de ejemplos de estos esfuerzos:

 

Acción Médica y Testimonio

Acción médica y testimonio: es la doble misión social de nuestra organización, que fue creada por médicos y periodistas. Al brindar una atención directa, atestiguamos de primera mano del sufrimiento de las personas a las que asistimos, y por eso podemos exponer públicamente las responsabilidades de quienes causan estas crisis, de quienes tienen capacidad de influencia en las mismas, o de aquellos que tienen la responsabilidad primera de responder.

 

Precisamente por ello, el testimonio es incómodo, y nos hemos enfrentado muchas veces a un difícil dilema: callar para poder seguir brindando asistencia médica, o hablar y arriesgarnos a ser expulsados.
Al igual que la acción médica, nuestras actividades de testimonio e incidencia política se llevan a cabo desde la independencia de cualquier interés político, económico o religioso.

Discurso de aceptación del Premio Nobel de la Paz, 1999

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Prueba de publicación

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Historias

En esta sección encontrarás noticias sobre nuestros proyectos alrededor del mundo en los que atendemos a personas desplazadas, refugiados y migrantes.  

Sobre la exposición

Conoce más sobre este evento, diseñado para profundizar la comprensión pública de la situación desesperada que viven más de 65.3 millones de personas desplazadas por la fuerza en todo el mundo.
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Planea tu visita

En esta página encontrarás toda la información sobre las fechas en las que se presentará “Forzados a Huir”.
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Forzados a Huir

"Forzados a Huir", una exhibición interactiva con la última tecnología multimedia, está diseñada para profundizar la comprensión pública de la situación desesperada de las más de 68 millones de personas desplazadas por la fuerza en todo el mundo. 
 
La exhibición educativa contará con materiales similares a los que se encuentran en los campos de refugiados, misiones de rescate y proyectos médicos de emergencia de MSF en todo el mundo. En la misma, encontrarás imágenes e historias de personas desplazadas y refugiados.
 
Haz click en los siguientes enlaces para conocer más sobre la exhibición, las fechas en que se presentará y noticias relacionadas. 
 
Recuerda que el evento es totalmente gratuito. ¡Te esperamos!

Agua y saneamiento

Cada año mueren más de 800.000 personas en el mundo por enfermedades diarréicas provocadas por insalubres condiciones de agua, higiene o saneamiento, según la Organización Mundial de la Salud, que también calcula que la mejora de estas condiciones reduciría en un 10% la carga de enfermedad mundial.

En efecto, además de la diarrea, numerosas patologías pueden prevenirse con el acceso a agua potable y saneamiento, mejores hábitos de higiene y una correcta gestión de residuos –por ejemplo la malaria, la desnutrición, las infecciones de la piel, el Chagas, las fiebres hemorrágicas o la enfermedad del sueño–.

Por tanto, las actividades de agua y saneamiento no son un fin en sí mismas: son parte integral de la acción médica y, al igual que otras actividades preventivas como la vacunación, están destinadas a reducir la mortalidad y la morbilidad, y son cruciales en situaciones de rápido deterioro de las condiciones de vida, como por ejemplo el desplazamiento masivo de una población.

¿En qué consisten?

Básicamente, estas actividades pueden resumirse en dos áreas fundamentales: asegurar la suficiente disponibilidad de agua potable y eliminar todo aquello que pueda propagar enfermedades (tanto los reservorios como las vías de transmisión).

Dependiendo del contexto, asumimos la potabilización de las fuentes de agua o, en caso de no existir, el transporte de agua potable en camiones cisterna; la rehabilitación o construcción de letrinas y sistemas de gestión de aguas negras y residuos; la instalación de duchas y fuentes para el lavado de manos; o la distribución de artículos para la higiene personal.

En situaciones de emergencia, donde puede haber riesgo de brotes epidémicos, estas actividades deben implementarse de forma inmediata. Existen unos estándares mínimos en emergencias agudas o crónicas: trabajamos para que cada persona disponga de entre 15 y 20 litros de agua potable al día (para beber, cocinar y lavarse). 

Por ejemplo, al comienzo de la epidemia de cólera en Haití en 2010, nuestros equipos distribuían unos 300,000 litros de agua al día a los 15,000 habitantes del barrio chabolista de Cité Soleil, en Puerto Príncipe.

También existen estándares mínimos en las demás áreas: una letrina para cada 20 personas, y para cada 80, dos duchas, un depósito de residuos orgánicos y una zona de lavado de ropa. Dentro de los artículos de higiene, el jabón de manos es esencial ya que reduce la transmisión de todo tipo de enfermedades: nos aseguramos de que cada persona reciba el equivalente a 250 gramos al mes.

Por supuesto, todas estas actividades deben implementarse también en los centros de salud, dispensarios y hospitales en los que trabajamos, con el fin de asegurar el control de infecciones y evitar que tanto los pacientes como sus familiares y el personal sanitario se contagien. Por ejemplo, son cruciales durante brotes de enfermedades como el Ébola.

Todas estas actividades están estrechamente relacionadas con la promoción de la salud, y ninguna de las dos es eficaz sin la otra: por muy bien construidas que estén una fuente de agua o unas letrinas, no servirán de nada si no se utilizan correctamente o no se mantienen en buen estado. 

Y viceversa: la promoción de una correcta higiene no tendrá ningún impacto si no hay agua ni jabón. Por eso, en las actividades de agua y saneamiento son importantes los aspectos técnicos (que las instalaciones sean duraderas y de rápida construcción y fácil mantenimiento) pero también los aspectos humanos relacionados con los usos y costumbres de las personas a las que asistimos.

Vacunación

Las vacunas previenen enfermedades graves que pueden ser discapacitantes o mortales, sobre todo para los niños. La inmunización es una de las intervenciones médicas en salud pública más eficientes en términos de coste y, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), evita cada año entre dos y tres millones de muertes.

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Salud sexual y reproductiva

Cientos de mujeres mueren cada día por complicaciones relacionadas con el embarazo y el parto, la gran mayoría en países en desarrollo y porque no recibieron la atención que necesitaban.

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Nuestro trabajo para combatir el dengue

El dengue es la enfermedad por arbovirus más común. Se transmite al ser humano por la picadura de un mosquito (Aedes) que porta la enfermedad.

No existe un tratamiento o vacuna específico para tratar el dengue.

¿Qué es el dengue?

 
El dengue es una arbovirosis transmitida por un mosquito, con presencia en regiones con climas tropicales y subtropicales: en Asia, América central y del Sur, el Caribe.
 

Puede presentar diferentes cuadros clínicos y cuyo pronóstico es impredecible. La Organización Mundial de la Salud (OMS) la considera una enfermedad emergente que puede provocar epidemias en muchas regiones del mundo.

De hecho, el número de casos se ha multiplicado por 30 en los últimos 50 años y se estima que en la actualidad amenaza a la mitad de la población mundial. Hay más de 100 países donde la enfermedad es endémica.
 

 

¿Por qué se está propagando el dengue?

 

La propagación del dengue está relacionada con los problemas de la sociedad moderna en los países con menos recursos: la explosión demográfica, la urbanización no planificada, el deterioro de los programas de salud pública y saneamiento, y la contaminación con plásticos y neumáticos donde se estanca el agua que los mosquitos utilizan como criadero.

Además, debido a la globalización, las personas enfermas, los mosquitos (vectores) que transmiten la enfermedad y serotipos virales se desplazan a zonas donde antes no había casos. Y el calentamiento global ha contribuido a ampliar los territorios donde puede vivir el mosquito y transmitirse el virus del dengue.
 

¿Cómo se transmite el dengue?

El dengue es transmitido por la picadura de un mosquito de la especie Aedes sp. infectado con alguno de los cuatro serotipos del virus existentes. Se presenta principalmente en zonas urbanas y semi urbanas de las regiones tropicales y subtropicales.

¿Qué síntomas tiene el dengue y cómo se diagnostica?

El dengue se diagnostica mediante una prueba de diagnóstico rápido o ELISA (suero, plasma o sangre). La infección primaria puede ser asintomática o manifestarse como un caso de dengue leve o, a veces, grave. Las infecciones posteriores aumentan el riesgo de padecer dengue grave.

Los síntomas aparecen al término del periodo de incubación de la enfermedad, que es de entre tres y diez días. La enfermedad se manifiesta entonces de forma abrupta, con fiebre de moderada a alta (que puede llegar a ser incapacitante), fuertes dolores de cabeza y ojos, y dolores musculares y de articulaciones.

Los pacientes con dengue grave sufren, entre otros síntomas, dolor abdominal intenso y continuo, vómitos persistentes, hipotensión o síncope, inflamación del hígado, hipotermia, dificultad respiratoria y hemorragias, además de padecer estados de somnolencia e irritabilidad. El dengue grave es potencialmente mortal y requiere hospitalización inmediata.

Médicos Sin Fronteras trabaja para combatir el dengue en Honduras
Honduras, 2019: Una integrante de MSF atiende a un pequeño de 7 años. Fue hospitalizado por dengue en el Hospital Mario Catarino Rivas. © Francesca Volpi

El dengue tiene 3 fases.

1. La fase febril  

En esta etapa la personas presentan fiebre elevada (entre 39 y 40 °C) durante 2-7 días. Frecuentemente está acompañada de dolor generalizado, erupción cutánea y manifestaciones hemorrágicas leves. 

2.  La fase crítica

Se presenta entre el 3° y el 7° día. Al final de la fase febril, la fiebre desciende. La mayor parte de los casos cursan un dengue sin signos de alarma y evolucionan hasta la fase de convalecencia. Algunos pacientes desarrollan un dengue con signos de alarma en esta fase. Estos pacientes presentan un mayor riesgo de manifestar un caso de dengue grave. 

3. La Fase de convalecencia

En este punto hay mejora del estado general de la persona. Hay una normalización de los signos vitales, disminución de los síntomas gastrointestinales y recuperación del apetito.  

 
 

¿Cómo se trata el dengue? ¿Existe tratamiento?

 

El dengue no tiene tratamiento específico, y tampoco existe una vacuna para la enfermedad. Por suerte, el diagnóstico temprano y una atención adecuada reducen drásticamente la tasa de mortalidad hasta menos del 1% de los casos.

El tratamiento es sintomático. Es decir, aborda los síntomas de la enfermedad: se administran antipiréticos para la fiebre y se hidrata al paciente (en los casos más graves puede ser necesaria la rehidratación intravenosa).

¿Cómo combate Médicos Sin Fronteras el dengue?

En Médicos Sin Fronteras tenemos una extensa experiencia tratando enfermedades como el dengue.

Nuestra respuesta ante brotes depende de la amplitud del mismo y de la respuesta del Ministerio de Salud del país afectado. Impulsamos tres ejes de intervención que pueden usarse para prevenir la enfermedad:

 
  • La sensibilización y educación para que las personas conozcan qué es el dengue y qué consecuencias tiene.
  • La evaluación de cada casa revisando que no hay criaderos de mosquitos y la aplicación de un larvicida para evitar la reproducción del mosquito transmisor. La fumigación para eliminar el mosquito adulto.
  • El uso de métodos novedosos como Wolbachia para evitar que los mosquitos sigan transmitiendo la enfermedad.

Para este último caso, el World Mosquito Program es la organización encargada de criar a nuestros zancudos (mosquitos) con Wolbachia. La Wolbachia no modifica el cuerpo ni el organismo del mosquito y de esta forma no podrán transmitir enfermedades como el dengue, Zika y chikungunya. 

Para lograrlo, desde Médicos Sin Fronteras liberaremos estos mosquitos en colonias y barrios de la zona de El Manchén, Honduras, y sus alrededores durante algunas semanas para que se reproduzcan con los zancudos locales.

Sensiblizando a la población sobre el dengue
Una integrante de MSF en Honduras habla con niños y niñas sobre el dengue en 2019. © Francesca Volpi

La historia de Médicos Sin Fronteras combatiendo el dengue en México y Honduras

En 2010, dimos apoyo al hospital pediátrico de San Felipe de Tegucigalpa durante la peor epidemia de dengue registrada en Honduras, con 66,000 casos reportados. 

En 2013, la ciudad de San Pedro Sula habilitar una unidad de cuidados intensivos especializada en el principal hospital de la región.

En 2013 y 2014, respondimos al dengue en Acapulco (México), pero ahí nos centramos en la prevención. Dado que la única forma de prevenirlo es el control vectorial, la eliminación del mosquito (destrucción de las larvas y fumigaciones), la mejora del saneamiento y la vigilancia epidemiológica son aspectos esenciales de toda intervención

En estas tareas, así como en la búsqueda de personas enfermas, apostamos por la implicación de la ciudadanía, y para sensibilizar a la comunidad y formar brigadas de fumigación.

En 2019 asistimos a más de 5,000 personas por la emergencia de dengue en Honduras. Contratamos personal y realizamos actividades de control de vectores y fumigación en colaboración con la Región Sanitaria de Choloma. Extendimos nuestra intervención en el Hospital Nacional Mario Catarino Rivas (HNMCR) implementando el filtro para pacientes febriles en la sala de emergencia pediátrica y brindamos atención primaria en cuatro centros de salud.

Por último, reformamos las actividades de promoción de la salud y aplicación de larvicidas en diez colonias de Choloma. Cuando vimos una disminución progresiva pero constante del número de casos, redujimos nuestras actividades hasta finalizar nuestra intervención. Atendimos a 5,734 personas y apoyamos a más de 90,000 a través de nuestro equipo de promoción de la salud.

Salud pediátrica

Nuestras consultas y salas de hospitalización están llenas de niños: dos terceras partes de nuestros pacientes son pediátricos.

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Promoción de la salud

Las actividades de promoción de la salud están destinadas a mejorar el estado general de salud de una comunidad y promover el uso de los servicios médicos.

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Cirugía

Nuestras actividades quirúrgicas son tan diversas como los contextos en los que trabajan nuestros equipos: desde cirugías de guerra en países en conflicto a cesáreas en clínicas de maternidad.

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Neumonía

Nuestros equipos tratan a niños y niñas con neumonía de forma regular ya que es una de las principales causas de mortalidad infantil en los contextos en los que trabajamos. Como la enfermedad puede evolucionar con mucha rapidez, es esencial que los niños y niñas reciban el tratamiento lo antes posible, esté donde estén.

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Logística

Detrás de cada acción que Médicos Sin Fronteras realizamos en el terreno hay un eficiente sistema de logística basado en el principio de que el personal de nuestra organización siempre debe tener a la mano los materiales adecuados y necesarios para realizar su trabajo.

Muchas organizaciones se apoyan de terceros para conseguir suministros y distribuir la ayuda. Sin embargo, en Médicos Sin Fronteras mantenemos una cadena de suministros independiente e integrada que nos permite proporcionar atención médica y responder de forma eficiente a las necesidades de nuestros pacientes en donde sea que se encuentren.



Si somos capaces de responder a las emergencias en un máximo de 72 horas, al tiempo que mantenemos nuestros proyectos regulares en más de 70 países, es gracias a la profesionalización de nuestra logística y cadena de suministros. Es la gran desconocida y, sin embargo, es la que garantiza que nuestros equipos siempre cuenten, allí donde vayan, con los materiales necesarios para prestar atención médico humanitaria de forma rápida, eficaz y adaptada.

Esta red logística comienza en nuestros centros internacionales de aprovisionamiento de Bruselas (Bélgica), Burdeos (Francia) y Ámsterdam (Holanda), que abastecen a toda la organización. Además, tenemos un almacén de artículos de primera necesidad y material de cobijo en Dubai (Emiratos Árabes).

Estas centrales compran, almacenan y gestionan los envíos a los proyectos regulares y los equipos de emergencias: medicamentos, material y equipamiento médico, sanitario, logístico, administrativo… cuando llegan a los almacenes, todas estas mercancías pasan primero por un control de calidad. Dados el volumen de actividad en terreno y la eficiencia de la gestión del aprovisionamiento, la rotación del material en nuestras centrales es muy elevada: en dos o tres semanas, casi todo ha sido enviado y repuesto.

El costo del transporte depende de la urgencia y del volumen y peso de la carga. Una gran emergencia nutricional puede requerir el flete de un Boeing 747, que puede costar más de 200,000 euros según el destino final. En caso de gran emergencia, cuando hay mucha demanda de cargos, los precios se disparan.

Antes de su envío al terreno, etiquetamos todo el material. Una vez en el país de destino, registramos los materiales y los almacenamos hasta su utilización. En los proyectos también tenemos stocks de emergencia que nos permiten reaccionar más rápidamente en caso necesario.

Los kits de MSF, referencia mundial

Para llevar a cabo nuestras actividades médicas y humanitarias, en MSF utilizamos unos 5,000 artículos diferentes, así que organizarlos en kits resulta fundamental para agilizar los envíos. Montamos los kits a partir de listas estandarizadas: así garantizamos que nuestros equipos en el terreno reciben, inmediatamente y de una sola vez, todo el material necesario para cada tipo de intervención. Fuimos la primera organización en desarrollarlos, en los años 80, y hoy son referencia en el mundo humanitario.

Existen los kits de funcionamiento interno (comunicaciones, transporte, administración, electricidad y otros) y los de ayuda (primeros auxilios, cirugía, higiene, vacunación, cobijo, los especializados en patologías concretas como el cólera, etc.).

Tenemos unos 480 tipos diferentes de kits, de complejidad variable: algunos son relativamente sencillos, como el de primeros auxilios, mientras que otros requieren un avión entero para su transporte, como el de cólera. Entre los más utilizados con población desplazada, se encuentra el de higiene: incluye jabón de uso personal y para ropa y vajilla, toallas, cepillo y pasta de dientes, pañales, peine, espejo y otros enseres básicos para que una familia recupere una cierta normalidad en su vida diaria.

Los kits más complejos se dividen en módulos: el de cirugía incluye módulos de anestesia, sutura, apósitos y vendas, esterilización, mesas de operaciones, etcétera. El de Ébola es uno de los más caros: contiene medicamentos, equipo para muestras de sangre, material logístico, de saneamiento y aislamiento, trajes protectores… unas 80 cajas, con un costo de más de 60,000 euros.
Además, existe una larga lista de kits logísticos: el de comunicaciones por radio lleva receptores, transmisores, repetidores, antenas, adaptadores, cables, baterías, herramientas básicas, etcétera.

En el siguiente video podrás ver una explicación sobre el funcionamiento de la cadena de suministros de MSF.

Médicos Sin Fronteras (MSF) recibió el Premio Nobel de la Paz en 1999 “en reconocimiento a la pionera labor humanitaria de la organización en varios continentes” y para honrar a nuestro personal médico, que ha trabajado en muchísimos países y atendido a decenas de millones de personas.
 
Aunque se nos conoce más por nuestro trabajo médico, también hablamos en nombre de las poblaciones a las que atendemos y actuamos para exponer las injusticias que enfrentan. El Premio Nobel ofreció una plataforma para que MSF hablara, y la aprovechamos.
 
En su discurso de aceptación en la ceremonia de entrega de los premios, el Dr. James Orbinski, presidente del Consejo Internacional de MSF, habló directamente al entonces líder ruso Boris Yeltsin y condenó la violencia de Rusia contra los civiles en Chechenia.

Este es el discurso presentado por el Dr. James Orbinski,

Presidente del Consejo Internacional de MSF,

el 10 de diciembre de 1999 en Noruega

 
“Sus Majestades, Su Alteza, Miembros del Comité Noruego del Nobel, Excelencias, Señores y Señoras: 

La gente de Chechenia – y la gente de Grozny – hoy y durante más de tres meses, están soportando bombardeos indiscriminados por parte del ejercito ruso. Para ellos la asistencia humanitaria es virtualmente desconocida. Son los enfermos, los viejos y los débiles los que no pueden escapar de Grozny. Mientras la dignidad de los pueblos en crisis constituye el núcleo central del honor que hoy nos conceden ustedes, lo que reconocen en nosotros es nuestra particular respuesta a esta dignidad. Ruego aquí hoy a su excelencia el Embajador de Rusia y, a través de él, al Presidente Yeltsin que detengan los bombardeos de civiles indefensos en Chechenia. Si los conflictos y las guerras son asuntos de Estado, las violaciones del derecho humanitario, los crímenes de guerra y los crímenes contra la humanidad nos conciernen a todos nosotros.
 


Déjenme añadir, sin demora, que Médicos Sin Fronteras acepta con la más sincera gratitud la extraordinaria distinción que el Comité del Nobel nos concede. No obstante, también la aceptamos con el profundo malestar que nos produce saber que la dignidad de los excluidos está siendo violada a diario. Éstas son las olvidadas poblaciones en peligro, como los niños y niñas de la calle que luchan cada trabajoso minuto del día por vivir de los despojos que les dejan aquellos que sí están “incluidos” en el orden económico y social. Éstos también son los refugiados ilegales con quienes trabajamos en Europa, a quienes se les ha denegado el asilo político y que, por miedo a ser expulsados temen incluso buscar asistencia sanitaria.
 


Nuestra acción consiste en ayudar a las personas en situaciones de crisis. La nuestra no es una acción gratificante. Aportar asistencia sanitaria a quienes sufren es intentar defenderles de los peligros que les acechan como seres humanos. La acción humanitaria es mucho más que simple generosidad, mucho más que simple caridad. Su objetivo consiste en construir espacios de normalidad en medio de lo que es profundamente anormal. Más que ofrecer asistencia material, nuestro propósito es conseguir devolver a las personas sus derechos y dignidad como seres humanos. Como asociación voluntaria e independiente, nos hemos comprometido a aportar asistencia médica directa a las poblaciones necesitadas. Pero no podemos actuar en el vacío, y nuestras palabras no pueden quedar en el aire, trabajamos, pues, con la clara intención de asistir, de provocar cambios, de revelar injusticias. Nuestra acción y nuestra voz son un acto de indignación, un rechazo a aceptar ataques pasivos o activos sobre los demás.
 


El honor que hoy nos conceden podría fácilmente darse también a otras muchas organizaciones, o personas que luchan con dignidad dentro de sus respectivas sociedades. Pero claramente, ustedes han optado por reconocer a MSF. Comenzamos formalmente en 1971 como un grupo de médicos y periodistas franceses que decidieron ofrecerse para ayudar a las poblaciones en crisis, rechazando, si procedía, las prácticas de aquellos Estados que violaban directamente la dignidad de las personas. Durante mucho tiempo se ha creído que el silencio significaba neutralidad, presentándose como condición indispensable para la acción humanitaria. Desde el principio, MSF se creó para oponerse a esta creencia.
 


No podemos asegurar que las palabras siempre salven vidas, pero sabemos que el silencio sin lugar a dudas mata. Durante más de 28 años hemos estado y seguimos estando aún hoy irrevocablemente comprometidos con la ética del rechazo. Es ésta la orgullosa génesis de nuestra identidad, y actualmente luchamos como movimiento imperfecto pero fuerte, con esa fuerza que proporcionan nuestros voluntarios y nuestro personal nacional, y nuestros millones de donadores que apoyan, tanto financiera como moralmente, el proyecto que es MSF. Compartimos este honor con todos aquellos que, de una u otra forma, han luchado y continúan luchando cada día por mantener viva la frágil realidad de MSF.
 


El Humanitarismo tiene lugar allí donde la política ha fracasado o en tiempos de crisis. Actuamos no para asumir una responsabilidad política, sino para, en primer lugar, aliviar el inhumano sufrimiento del fracaso. Este acto debe estar libre de cualquier influencia política, y los políticos deben reconocer su responsabilidad de asegurar que lo humanitario puede existir. La acción humanitaria requiere un marco de actuación.
 


En un conflicto, este marco lo constituye el derecho humanitario. Establece los derechos de las víctimas y de las organizaciones humanitarias y determina la responsabilidad que los estados tienen de asegurar el respeto a estos derechos y sancionar su violación como crímenes de guerra.
 


En la actualidad, este marco es claramente disfuncional. A menudo, se nos niega el acceso a las víctimas de conflictos. La asistencia humanitaria es utilizada incluso como una herramienta de guerra por las partes beligerantes. Y lo que es aún más grave, estamos presenciando la militarización de la acción humanitaria por parte de la comunidad internacional. 

Dentro de este marco disfuncional, tomaremos la palabra para forzar a los políticos a asumir su ineludible responsabilidad. El humanitarismo no es una herramienta para acabar con la guerra o para crear la paz. Es una respuesta ciudadana al fracaso político. Es un acto inmediato a corto plazo que no puede borrar las necesidades a largo plazo de responsabilidad política.
 


Y con nuestra ética del rechazo no permitiremos el más mínimo fracaso político moral ni el saneamiento o limpieza del significado real de la más insignificante de las injusticias. Los crímenes contra la humanidad de 1992 en Bosnia-Herzegivina. El genocidio de 1994 en Ruanda. Las masacres de 1997 en Zaire. Los ataques indiscriminados contra civiles en Chechenia. Todo esto no puede quedar enmascarado con la utilización de términos tales como “Compleja Emergencia Humanitaria” o “Crisis de Seguridad Interna”, o de eufemismos similares, como si se tratase de acontecimientos políticamente indeterminados y fortuitos. La terminología es, pues, un factor determinante ya que enmarca el problema y proporciona la respuesta. Asimismo, define derechos, y, por consiguiente, responsabilidades. Define si es más adecuada una respuesta médica o humanitaria. Y define si una respuesta política es inadecuada. Nadie llama a una violación una emergencia ginecológica compleja. Una violación es una violación, así como un genocidio es un genocidio. Y ambos son crímenes. Para MSF, en esto consiste la acción humanitaria: en aliviar el sufrimiento, en devolver autonomía, en dar testimonio de la verdadera injusticia, y en continuar insistiendo sobre la responsabilidad política.
 


El trabajo que MSF elige hacer no tiene lugar en el vacío, sino dentro de un orden social que tanto incluye como excluye, que tanto afirma como niega, y que tanto protege como ataca. Nuestro trabajo diario es una lucha, y es profundamente médica, y es profundamente personal. MSF no es una institución formal, y, con suerte, no lo será jamás. Es una organización de la sociedad civil, y hoy en día la sociedad civil juega un nuevo papel global, una nueva legitimidad informal que está arraigada a su acción y al apoyo que recibe de la opinión pública. Depende también de la madurez de su propósito con respecto, por ejemplo, a los derechos humanos, al medio ambiente y a los movimientos humanitarios, y, por supuesto, al movimiento por un comercio justo. Los conflictos y la violencia no son los únicos elementos de preocupación. Nosotros, como miembros de la sociedad civil, mantendremos nuestro papel y nuestro poder si conservamos la lucidez con respecto a nuestros propósitos y nuestra independencia. Como sociedad civil, formamos parte del estado, de las instituciones y su poder. También existimos en relación con otros actores no estatales como es el sector privado. Nuestro papel no es el de reemplazar la responsabilidad del estado. La responsabilidad final del estado es la de incluir, no la de excluir, la de que los intereses públicos prevalezcan sobre los privados, y la de asegurar que exista un orden mundial justo. Depende de nosotros el no permitir que se utilice la ayuda humanitaria como coartada para enmascarar la responsabilidad del estado y así asegurar justicia y seguridad. Y de nosotros depende también que no nos convirtamos en gestores de miserias junto con el estado. Si la sociedad civil identifica un problema no le corresponde proporcionar una solución, sino esperar a que los estados lo traduzcan en soluciones concretas y justas. Sólo el estado tiene la legitimidad y el poder de hacerlo.
 


En la actualidad, en lo que se ha venido a llamar economía de mercado globalizadora, nos enfrentamos a una injusticia creciente. Más del 90% de todas las muertes y el sufrimiento por causa de enfermedades infecciosas tienen lugar en el mundo en vías de desarrollo. Una de las razones por las que la gente muere de SIDA, Tuberculosis, la enfermedad del sueño y otras enfermedades tropicales es que medicamentos esenciales que podrían salvarles o aliviarles son demasiado caros, ya no se fabrican porque no son rentables o porque prácticamente no se hacen investigaciones sobre enfermedades tropicales relevantes. Esta deficiencia del mercado es nuestro próximo reto. El reto, sin embargo, no es sólo nuestro. También los gobiernos, instituciones gubernamentales internacionales, la industria farmacéutica y otras ONGs deben hacer frente a esta injusticia. Lo que nosotros pedimos como sociedad civil es cambio, no limosna.
 


Reafirmamos la independencia del humanitarismo sobre la política, pero no lo hacemos para polarizar entre la “bondad” de las ONG en contra de la “maldad” de los gobiernos o las “virtudes” de la sociedad civil contra la “perversidad” del poder político. Este tipo de polémicas son falsas y peligrosas. Al igual que ocurre entre esclavitud y los derechos del bienestar, la historia nos ha demostrado que las preocupaciones humanitarias nacidas en la sociedad civil han ido ganando influencia hasta alcanzar la agenda política. Pero estas coincidencias no deben enmascarar las diferencias que existen entre lo político y lo humanitario. La acción humanitaria queda definida por su inmediatez, para grupos limitados y con limitados objetivos. Ello es a la vez tanto su fuerza como su limitación. La acción política, sin embargo, sólo puede concebirse a largo plazo, lo que en sí mismo supone el movimiento de las sociedades. La acción humanitaria es, por definición, universal. Las responsabilidades humanitarias no tienen fronteras. Dondequiera que haya una aflicción manifiesta, el humanitario por vocación debe responder. Por el contrario, la política conoce fronteras, y cuando hay una crisis, la respuesta política varía porque se hace necesario sopesar relaciones históricas, equilibrios de poder, e intereses de unos y otros. El tiempo y el espacio de lo humanitario no coinciden con el tiempo y el espacio de lo político. Varían de forma opuesta, y es ésta otra manera de emplazar los principios fundadores de la acción humanitaria: el rechazo de todas aquellas formas de resolver problemas que impliquen el sacrificio de los más débiles y vulnerables – ninguna víctima puede ser discriminada de forma intencionada o abandonada en beneficio de otros. Una vida hoy no puede ser medida por el valor que pueda llegar a tener mañana, y aliviar el sufrimiento “aquí” no puede legitimar que se obvie el sufrimiento “allí”. Al limitar los medios, obviamente, se está haciendo una elección, pero el contexto y el carácter restrictivo de la acción humanitaria no alteran los fundamentos de esta visión humanitaria, una visión que, por definición, debe ignorar las elecciones políticas.
 
En la actualidad, existe una confusión y una ambigüedad inherente en el desarrollo de las llamadas “operaciones humanitarias militares”. Tenemos que criticar este tipo de intervenciones llamadas “militares-humanitarias”. La acción humanitaria existe sólo para preservar la vida, no para eliminarla. Nuestras armas son nuestra transparencia, la claridad de nuestras intenciones, tanto como nuestras medicinas y nuestro instrumental quirúrgico. Nuestras armas no pueden ser aviones de combate y tanques, aunque a veces pensemos que su utilización pueda responder a una necesidad. Lo humanitario no tiene nada que ver con lo militar, y lo militar no es lo humanitario. No somos lo mismo, no podemos permitir que se nos vea como lo mismo, y no podemos convertirnos en lo mismo. Concretamente, ésta es la razón por la que para nuestro trabajo en Kosovo nos negamos a recibir financiación de los países miembros de la OTAN. Y por este motivo nos mostramos críticos entonces y lo continuamos siendo ahora con el discurso humanitario de la OTAN. Por eso también, en el terreno, podemos trabajar junto a las fuerzas armadas, pero ciertamente no bajo sus órdenes. El debate sobre el “Derecho de Injerencia” – el derecho que el estado tiene de intervenir por motivos llamados humanitarios – vuelve a ser prueba de esta ambigüedad. Pretende poner al mismo nivel que la ayuda humanitaria, la cuestión política del abuso de poder, y busca una legitimidad humanitaria para una acción de seguridad a través de medios militares.
 


Cuando uno mezcla lo humanitario con la necesidad de seguridad pública, entonces inevitablemente se está cubriendo lo humanitario con el manto de la seguridad. Debe recordarse que el Mandato de las Naciones Unidas obliga a los estados a intervenir a veces por la fuerza para detener amenazas contra la paz y la seguridad internacional. No es necesario, y es, de hecho, un peligro, utilizar la justificación humanitaria para esto. En Helsinki, este fin de semana, los gobiernos se sentarán a organizar la formación de un ejército europeo con motivos humanitarios. Hacemos un llamamiento a los gobiernos para que no continúen por este peligrosamente ambiguo camino. Pero también animamos a los estados a que busquen formas de asegurar la seguridad pública para que los derechos humanos y el derecho humanitario internacional sean respetados.
 


La acción humanitaria tiene sus limitaciones. No puede ser un sustituto de una acción política definitiva. En Ruanda, al principio del genocidio, MSF se manifestó abiertamente para pedir que éste se detuviera por el uso de la fuerza. Y así lo pidió también la Cruz Roja. Sin embargo, nuestro grito de ayuda no encontró más que parálisis institucional, prevalecida de los propios intereses y rechazo de responsabilidad política para parar un crimen que “nunca jamás” volvería a pasar sin protesta. El genocidio acabó antes que se iniciara la Operación Turquesa de las Naciones Unidas.
 


Por un momento me gustaría reconocer la presencia entre nuestros invitados de Chantal Ndagijimana. Ella perdió a 40 miembros de su familia en el genocidio de Ruanda. Hoy ella es parte de nuestro equipo en Bruselas. Sobrevivió al genocidio, pero al igual que otros millones de personas, su madre, su padre, sus hermanos y hermanas no. Y tampoco sobrevivieron cientos de miembros de nuestro personal local. Yo era Coordinador General de la misión de MSF en Kigali durante esa época. No hay palabras para describir el coraje con el que nuestro personal ruandés trabajaba. No hay palabras para describir el horror en el que morían. Y no hay palabras para describir el profundo pesar que yo y todos en MSF llevaremos siempre con nosotros.
 


Recuerdo lo que uno de mis pacientes me dijo en Kigali: “Ummera, Ummera – sha”. Se trata de un dicho ruandés que podría traducirse como “coraje, coraje, amigo mío – encuentra tu coraje y déjale vivir”. Me lo dijo en Kigali en nuestro hospital una mujer que no sólo había sido atacada con un machete, sino que, además, su cuerpo había sido completa y sistemáticamente mutilado. Habían cortado sus orejas. Y su cara estaba desfigurada por los cortes que los machetazos habían dibujado en su rostro. Al hospital llegaron cientos de mujeres, niños y hombres ese día, tantos que tuvimos que colocarles en la calle. Y en muchos casos, les operábamos allí mismo mientras alrededor del hospital las cloacas literalmente rezumaban sangre por todas partes. Ella era una entre muchos, viviendo un sufrimiento inhumano y simplemente indescriptible. Podíamos hacer muy poco por ella en ese momento, sólo intentar detener la hemorragia con las suturas necesarias. Nos sentíamos vencidos, y ella sabía que había otros muchos. Ella lo sabía y yo también. Y fue ella quien me liberó de mi propio infierno cuando me dijo con la voz más clara que jamás haya podido oír : “allez, allez…ummera, ummera – sha” (“ves, ves…amigo mío; encuentra el coraje y déjale vivir”).
 


Hay límites para el humanitarismo. Ningún médico puede llegar a detener un genocidio. La acción humanitaria no puede detener la limpieza étnica, así como tampoco puede hacer la guerra. Y no hay acción humanitaria que pueda conseguir la paz. Éstas son responsabilidades políticas y no imperativos humanitarios. Déjenme que les diga esto muy claramente: el acto humanitario es el más apolítico de todos los actos, pero si sus acciones y su moralidad son tomadas en serio, puede llegar a tener implicaciones políticas profundas. Y la lucha contra la impunidad es una de estas implicaciones. Esto es exactamente lo que se ha querido reafirmar con la creación del Tribunal Internacional tanto para Yugoslavia como para Ruanda. Es también lo que se ha reafirmado con la adopción de estatutos para una Tribunal Internacional. Son pasos significativos. Pero hoy, cuando se celebra el cincuenta aniversario de la Declaración de los Derechos Humanos, el Tribunal todavía no existe, y los principios sólo han sido ratificados por tres estados este año pasado. A este paso, tardaremos veinte años antes de que exista. ¿Qué estamos esperando?. Cualquiera que sea el coste político de hacer justicia dentro de la comunidad de estados, MSF puede afirmar y afirmará que el coste en vidas humanas de la impunidad es imposible de soportar.
 


Sólo los estados pueden imponer respeto al derecho humanitario. Y este esfuerzo no puede ser puramente simbólico. Srebrenica era aparentemente una zona de seguridad en la que nosotros- como MSF – estábamos presentes, como también lo estaban las Naciones Unidas como protección, decían, con sus cascos azules sobre el terreno. Y la ONU permaneció en silencio y presente- mientras la gente de Srebrenica era masacrada. Tras los fatales intentos de la intervención de las Naciones Unidas en la antigua Yugoslavia y Ruanda que llevaron a la muerte a miles de personas, MSF se opone al principio de una intervención militar que no esté definida dentro de marco claro de responsabilidad y transparencia. MSF no quiere que las fuerzas militares demuestren que son capaces de montar campos de refugiados más rápidamente que las ONGs. Las operaciones militares de las Naciones Unidas deberían estar al servicio de los gobiernos y las políticas de protección de los derechos humanos de las víctimas. Si las operaciones militares de las Naciones Unidas tienen por objeto proteger a la población civil en el futuro, más allá del “mea culpa” del Secretario General en el caso de Srebrenica y Ruanda, deben modificarse las operaciones de pacificación de las Naciones Unidas. Los estados miembros del Consejo de Seguridad deben hacerse públicamente responsables de las decisiones que votan. Su derecho al veto debería ser regulado. Los Estados Miembros deberían poder asegurar que existen los medios adecuados para implementar las decisiones que toman.
 


Sí, la acción humanitaria tiene límites. También tiene responsabilidades. No se trata sólo de normas de buena conducta y una buena técnica. Es ante todo una ética dentro de una moralidad. La intención moral de la acción humanitaria debe ser confrontada con los resultados reales. Y es aquí donde debe rechazarse cualquier forma de neutralidad moral sobre lo que es bueno. Un resultado negativo que debe ser rechazado es el uso de lo humanitario en 1985 para apoyar la migración forzada en Etiopía, o en 1996 para dar apoyo al régimen genocida en el campo de refugiados de Goma. A veces es necesaria la abstención para que lo humanitario no se utilice en contra de una población en crisis. Más recientemente, en 1995, fuimos la primera organización humanitaria independiente que tuvo acceso a entrar en Corea del Norte. ¿Por qué decidimos entonces irnos en otoño de 1998?. Porque llegamos a la conclusión que no podíamos proporcionar asistencia libremente y con independencia de influencia política por parte de las autoridades. Nos dimos cuenta que los más vulnerable lo continuarían siendo siempre, dado que la ayuda alimentaria se utiliza para soportar un sistema que en primer lugar crea vulnerabilidad y siembra el hambre para millones de personas. Nuestra acción humanitaria debe ser dispensada de forma independiente, con libertad de acceso, para proporcionar y monitorizar la asistencia de forma que los más vulnerables sean los primeros en recibirla. La ayuda humanitaria no debe enmascarar las causas del sufrimiento y no puede ser simplemente una herramienta de política interna o externa que, en lugar de luchar contra el sufrimiento, contribuya a él. Si éste es el caso, debemos confrontar el dilema y considerar abstenernos como la menos mala de las opciones. Como MSF, ponemos constantemente en cuestión los límites y ambigüedades de la acción humanitaria- particularmente cuando se somete en silencio a los intereses de los estados y de las fuerzas armadas.
 


La semana pasada, el Congreso de los Estados Unidos aprobó un proyecto de ley autorizando ayuda alimentaria directa a los Rebeldes en el Sur de Sudán. E aquí un ejemplo de malversación del significado y objetivo de la asistencia humanitaria, convirtiendo los alimentos en combustible para la guerra. Es una negligencia por parte de los estados utilizar cualquier medio político para tratar una guerra que en 17 años se ha cobrado millones de vidas. La guerra civil en Sudán es hoy un sufrimiento humano en el que hay millones de desplazados al borde de la enfermedad y la hambruna; en el que la gente es bombardeada, robada, y constantemente asaltada e incluso esclavizada, mientras se protegen los intereses de las compañías petrolíferas; en el que el espacio humanitario es tan gravemente restringido que sólo existe en algunas zonas; y en el que nosotros y otras ONGs y Agencias de las Naciones Unidas luchamos por aportar asistencia humanitaria y protección. ¿Son los alimentos la única opción política para nutrir esta guerra?. La ayuda alimentaria o asistencia humanitaria, si se trata realmente de “asistencia humanitaria”, no puede utilizarse como una herramienta de los gobiernos para hacer política. En este caso, debemos denunciar el uso pérfido que se hace de los alimentos y que confunde el significado de la asistencia humanitaria. Si se permite utilizar los alimentos como arma de guerra, se está legitimando entonces que se mate a las poblaciones de hambre también como arma de guerra.
 


El humanitarismo independiente es una lucha diaria por dar asistencia y proteger. En la gran mayoría de nuestros proyectos, lo llevamos a cabo lejos de las miradas de los medios de comunicación y de la atención de los políticamente poderosos. Lo vivimos profundamente, íntimamente en la aflicción de guerras y crisis olvidadas. Numerosos pueblos de África agonizan literalmente en un continente rico en recursos naturales y cultura. Cientos de miles de nuestros contemporáneos son forzados a abandonar sus tierras y sus familias para buscar trabajo, comida, educar a sus hijos, y conservar la vida. Hombres y mujeres arriesgan sus vidas embarcando en viajes clandestinos sólo para acabar en un infernal centro de inmigración, o sobreviviendo a duras penas en la periferia de nuestro llamado mundo civilizado.
 


Nuestros voluntarios y personal viven y trabajan entre gente cuya dignidad es violada cada día. Estos voluntarios deciden libremente utilizar su libertad para hacer del mundo un lugar más soportable. A pesar de grandes debates sobre el orden mundial, el acto del humanitarismo viene a resumirse en una sola cosa: seres humanos individuales ayudando a sus homólogos a quienes toca vivir en las más adversas circunstancias. Vendaje a vendaje, sutura a sutura, vacuna a vacuna. Y para MSF, que trabaja en unos 80 países, 20 de los cuales en situación de conflicto bélico, significa también explicar al mundo las injusticias de las que ha sido testigo con la esperanza que los ciclos de violencia y destrucción no continúen eternamente.
 


Al aceptar este extraordinario honor, queremos de nuevo agradecer al Comité del Nobel su reafirmación del derecho a la asistencia humanitaria en todo el planeta; su reconocimiento del camino que MSF ha elegido y que es el de existir dentro de una ética del rechazo, testimoniando con franqueza y honestidad, y subscribiendo los principios de la organización: voluntariado, imparcialidad y su lucha para que se reconozca la humanidad de las personas. Son los voluntarios y personal nacional de MSF quienes luchan cada día por hacer que estos ideales se conviertan en una realidad concreta, quienes han dado al menos un poco de paz a los sufren, quienes son la viva realidad de MSF. De nuevo, gracias.